LABOR DESTACADA DE MÉDICOS EN EL HOSPITAL “MARÍA AUXILIADORA”

María Auxiliadora es un centro médico en donde con espíritu de sacrificio y gran amor a la humanidad, se libra del sufrimiento a los pacientes que ahí acuden. Este centro de asistencia médica gratuita a las clases faltas de recursos, fue creado por el conocido galeno, establecido en Hermosillo tiempo atrás, quien inspirado por el amor a sus semejantes empezó sus curaciones  sin lucro, sin retribución, en humilde cuarto de las calles Décima y Coahuila. Refiérome al prestigiado Doctor Don Everardo Monroy R, que el día 25 de noviembre de 1947 hacía su primera consulta en lo que más tarde fuera María Auxiliadora, recentando con acierto a sus enfermos a quienes también  daba medicinas de su propio peculio. Consumaba esta noble acción cuando llegó hasta él la conocida por sus virtudes amables y caritativas, señorita Felicitas Zermeño y ofrecióle también sus servicios. Los que supieron de este consuelo fueron llegando hasta dicho facultativo y entonces, se solicitaron los servicios de otros médicos que con energías para perseverar en el estudio y acrecentar sus conocimientos en beneficio de los enfermos, acudieron presurosos a aliviar los males y devolver la salud a los numerosos enfermos. Estos señores doctores, como todos los de su profesión, con suficiente paciencia para acudir al llamado de los que requieren su atención son: Miguel Banderas Silva, José Arias, José Padierna, José Jiménez Cervantes, Alfonso Dueñas Aguilar, Ramón Angel Amante y Alfonso Navarrete, profesionistas todos de relieve en su respectiva especialidad. Una vez formado este cuerpo de intelectuales y ya del conocimiento de algunas personas de tan meritoria labor, se formó un Patronato, del que es Presidente el señor Dionisio Otón; secretario señor Eduardo Celada; tesorero señor Manuel Salazar Erbe, y vocales lo señores Alfredo Morales, Manuel Lucero, Manuel Acosta, Nabor Cabanillas y Dr. Jiménez Cervantes, quienes desde luego empezaron a trabajar el fomento de dicho centro, el cual quedó establecido definitivamente en las calles Décima y Durango. Se aprovecharon los servicios de varias enfermeras con conocimientos muy rudimentarios instruidos ahí mismo y que están dirigidas dentro de su organización interior por la señorita Sosa que se recibió de enfermera en la Cruz Roja de la Ciudad de México. Las aportaciones para este centro médico son proporcionadas por mucha gente buena de la localidad y fluctúan de $5 a $50 pesos mensuales. Las medicinas que se distribuyen entre los enfermos preferentemente los muy faltos de recursos y seleccionados por la señorita Zermeño son muestras que reciben los mencionados profesionistas  y que desinteresadamente donan a este dispensario. El local consiste de cuatro cuartos y un laboratorio y se destinan, uno para receta y medicina general, otro para la consulta a los niños. A este se le da preferencia y atención especial, tanto en su mobiliario como en los más indispensables aparatos. Este ramo está a cargo del Dr. José Arias. Otro para Ginecología atendido por el Dr. Angel Amante y otro más para inyecciones. Un pasillo que da acceso a estos cuartos y un amplio corredor hacen las veces de sala de espera. Durante el año de 1948 fueron atendidas 14,580 personas en la siguiente forma: 3,557 adultos, 3,125 niños y 7,898 inyecciones. La señorita Zermeño además de ser notable colaboradora con los doctores, está al frente de un desayunador escolar para niños pobres en la misma calle Décima, lugar donde también se han impartido clases a niños y cuyo centro social está patrocinado por las simpáticas señoritas del Círculo de Instrucción Religiosa. Sábado 08 de enero de 1949, El Imparcial.