LA CAPILLA DEL CARMEN (Por
Francisco E. Almada): La edificación y dotación de la Iglesia del Carmen
ubicada en la Calle de Jesús García (que a su vez cierra la antigua Avenida del
Carmen que hoy se llama “No Reelección”) en la primera mitad del siglo pasado,
se debió a la filantropía y celo religioso de Don Pascual Iñigo, ilustre
sonorense nativo de San Miguel de Horcasitas y socio de la casa comercial de
Manuel Iñigo y Compañía.
El Señor Iñigo, desde el Puerto de San Fernando de Guaymas elevó una solicitud al Gobernador de la Mitra de Sonora y Sinaloa, Pbro. Juan Ignacio Quirós y Mora el día 5 de Noviembre de 1836, para que se le permitiera edificar por cuenta propia una Capilla en la Ciudad de Hermosillo, la cual sería dedicada a Nuestra Señora del Carmen. Ofrecía levantarla anexa a la casa habitación que poseía en la misma población, dotarla oportunamente de vasos sagrados, paramentos y demás objetos indispensables para que se pudieran verificar los actos del culto y dejar una puerta de acceso al público a fin de que todos los vecinos que así lo desearen tuvieran facilidades para asistir allí a cumplir con sus deberes religiosos. El Cura, Párroco de la Ciudad o cualquiera de los Sacerdotes auxiliares, quedarían autorizados para celebrar el Santo Sacrifico de la Misa y los demás actos del culto que tuvieran por conveniente sin ceñirse a considerar el expresado templo como una Capilla de propiedad particular.
El Gobernador de la Mitra dictó auto el 4 de diciembre siguiente
disponiendo que el Cura Párroco de la Ciudad de Hermosillo, Pbro. Juan
Francisco Escalante, fundara dictamen sobre la solicitud presentada. Este fue
favorable a la petición, expresando que el lugar señalado por el señor Iñigo
era el más indicado para el objeto propuesto y, en su vista, el Pbro. Quirós y
Mora expidió la licencia respectiva con fecha 18 de Enero de 1837 bajo la
condición de que la Capilla debería quedar sujeta a la jurisdicción ordinaria
del Párroco de la Capital, y que el solicitante tenía la obligación de
cuidarla, conservarla y repararla.
Una vez que se hubieron cumplido
las formalidades anteriores, Don Pascual Iñigo procedió a construir la obra
material a sus expensas y logró ver realizados sus propósitos en un plazo menor
de 5 años. Terminada la construcción de la Capilla, y dotada de los vasos sagrados, paramentos y demás objetos
indispensables para los oficios divinos, el Excelentísimo Sr. Dr. Don Lázaro de
la Garza y Ballesteros, Séptimo Obispo de Sonora y Sinaloa, expidió despacho
autorizando al Padre Escalante para que procediera a bendecirla. Este acto tuvo
verificativo el día 15 de Febrero de 1842 presidido por el Padre Escalante como
Cura Párroco de Hermosillo y asistido por los Padres José Antonio Félix de
Castro, Cura Doctrinero del Pueblo de Seris; León Holguín del Pueblo de Mátape
(Villa Pesqueira) y Manuel Marín Encinas, Cura Párroco de la Ciudad de Ures.
Figuraron como Padrinos de la bendición de la Capilla del Carmen los señores
Manuel de Iñigo, Joaquín de Astiazarán y Francisco de Islas. Al día siguiente
fue colocada en el Altar Mayor una imagen de la Virgen del Carmen y se celebró
otra misa solemne y se tomó el acuerdo entre el benefactor, Cura Párroco y
Sacerdotes asistentes a la ceremonia de bendición e inauguración, de verificar
una procesión anual el día 16 de julio, fecha en que la Iglesia Católica
Apostólica Romana venera a la patrona del expresado templo. Por su parte el
señor Iñigo organizó una recepción de carácter particular en su casa habitación
a la que asistieron sus parientes y
familias con él relacionadas habiéndose registrado el mayor orden y
circunspección en todos los actos verificados con este motivo. En la época
presente, la Capilla del Carmen está considerada como un templo de culto
público.