LA NUEVA ESTRUCTURACIÓN DE LA UNIVERSIDAD DE SONORA

(Por el Profr. Ernesto López Riesgo, El Imparcial, Miércoles 21 de Octubre de 1953)

 

Al celebrarse el XI aniversario de la fundación de la Universidad de Sonora, durante el festival que tuvo verificativo en el Auditorium de la Biblioteca y Museo, el Profesor Ernesto López Riesgo, alto empleado de la Dirección General de Educación, puntualizó orientaciones de la Casa de Estudios en un enjundioso discurso que formó parte del programa. He aquí sus palabras:

“Señor Gobernador Constitucional del Estado; Señor Rector de la Universidad de Sonora; Jóvenes alumnos:

Siempre he considerado como una grave responsabilidad moral el acto de dirigir la palabra a un auditorio integrado por estudiantes universitarios, como en el momento presente, en el que la mayoría de los que me escuchan son alumnos de la Universidad de Sonora. Actitud esta, justificable, si se toma en cuenta que el que habla abriga el propósito de que sus conceptos sean penetrados por quienes empiezan ahora a columbrar el amplio y dilatado panorama de la vida. No es forzoso, pues, a fuer de nuestro papel de maestros, expresarnos con sinceridad y dar a las palabras ese contenido auténtico que reclaman con urgencia las conciencias jóvenes, y que nunca será ocioso exponerlo ante personas que han rebasado ya las fronteras de la juventud. ¿Porqué, nos preguntamos, porqué en esta ocasión del XI Aniversario de la Universidad de Sonora, nonos detenemos a meditar en los resultados obtenidos por nuestra Casa y en el problema de los fines de la misma?

Si analizamos con franqueza los hechos tenemos que reconocer que el nacimiento de nuestro Instituto Superior estuvo rodeado de cierto romanticismo que nos impidió captar una visión panorámica, fiel  y precisa, de las condiciones económicas y sociales del Estado. Sin un ajuste previo con la realidad, como un producto de ensueño, vimos erigirse a la Universidad de Sonora con una agonbiante y por demás insuperable tarea de convertirse en un centro de cultura que hubiera de recoger en sus claustros la herencia patrimonial de más de veinte siglos de civilización. Con menos de un millón de pesos de presupuesto anual, la Universidad de Sonora estaba impedida, como el paralítico privado de movimiento, para realizar cualquier intento que la acercara, aún remotamente, a lo que constituye la misión de la Universidad. Sin embargo, y a sabiendas de que era solamente un símbolo, los sonorenses aceptamos el título “Universidad de Sonora”, pretendiendo alcanzar –alguna vez, aunque no lo hemos logrado aún-, ese rango de señorío cultural y científico que trae aparejado el concepto “Universitas”.

¿Porqué, volvemos a preguntarnos, nos empeñamos en pretender ser lo que no podemos ser? “El que no puede lo que quiere, quiera lo que puede”, dice la sentencia Leonardesca. Esta existencia falsa, este constante “querer ser”, nos conduce insensiblemente al vasallaje de nuestra voluntad y al debilitamiento gradual de nuestras potencias espirituales. Los razonamientos anteriores nos llevan a la limitación de nuestras acciones y al conocimiento de nuestras propias fuerzas. Esto significa, ante todo, un gran paso adelante en la integración de una vida auténtica y diáfana, desprovistas de hojarasca, que es la condición primera para lograr la conquista de los  más elevados propósitos, sea entre los individuos o entre las instituciones. Siguiendo un pensamiento orteguiano, diríamos: “Que la virtud del niño es el deseo y su papel: soñar. Pero la virtud del hombre es querer y su papel: hacer, realizar. El imperativo de hacer, de conseguir efectivamente algo, nos fuerza a limitarnos. Y eso, limitarse, es la verdad, la autenticidad de la vida. Por eso toda vida es destino. Si fuese nuestra existencia ilimitada en formas posibles y en duración, no habría destino. Ahora una vez más nos interrogamos ¿vamos a vivir sobre la base de lo que queremos ser o a vivir sobre la base de lo que somos, es decir, limitándonos a lo que poseemos mediante la aceptación valerosa de nuestro destino? ¿No es acaso esa aspiración permanente “a ser algo”, una modalidad, la más peligrosa de la indecisión? ¿Y no radica, por el contrario, la verdadera fuerza, la “autenticidad de la vida”, como dijera Ortega y Gasset, en esa limitación, en esa “alegre aceptación de nuestro destino”? El acto de “decidirse ser” –que a nuestro juicio constituye el coronamiento de toda una vida-, trae implícito el reconocimiento de nuestras limitaciones. Entonces es cuando empieza propiamente, en el individuo, en las instituciones o en los pueblos, la verdadera obra creadora. Mientras México pensaba en ideas prestadas de Europa, mientras México vivía una vida falsa de oropel, suspirando y actuando a la moda parisina, mientras se pretendía ser lo que no se era, México rehuía su propio destino. El movimiento revolucionario vino a poner las cosas en su lugar. México comenzó a limitarse, comenzó a retraer sus miembros que se alargaban implorantes a la vieja Europa, y optó por aceptar su destino. A partir de entonces nuestro pueblo dejó de ser pueblo ignorado, iniciando una época memorable en las artes, la ciencia y la filosofía. Esta actitud ha sido mantenida firmemente y todos los esfuerzos de sus hombres estudiosos se enfocan actualmente al conocimiento de la esencia de lo mexicano.

¿Son válidos estos razonamientos aplicados a la Universidad de Sonora? Analicemos. El Estado de Sonora cuenta con una población de medio millón de habitantes, es decir, la sexta parte de la población de la ciudad de México. Este número de habitantes de distribuye en una extensión territorial de  182,500 kilómetros cuadrados, lo que da aproximadamente una población relativa de tres habitantes (por kilómetro cuadrado). Las actividades económicas predominantes son la agricultura y la ganadería y sus industrias conexas, las transacciones comerciales, y en menor escala, la pesca y la minería. Debido a su escasa población, las actividades profesionales cubren satisfactoriamente las necesidades de los habitantes, salvo en aquellos medios rurales donde un profesional no se ganaría la vida. En todas las ramas económicas predominantes, se hace notar una falta grave de elementos calificados porque, quiérase o nó, el joven promedio sonorense se sentirá inclinado al aprendizaje y dominio de carreras cortas que lo capaciten para trabajar con mayor rendimiento y ventaja en las nuevas fuentes que día a día van abriéndose a la actividad. En un régimen de principios democráticos como el nuestro, la institución universitaria debe propiciar el acceso a sus aulas, de la mayor cantidad de jóvenes, puesto que serán ellos, cuando adultos, los que tomarán bajo su cuidado las riendas de la responsabilidad ciudadana, ejerciendo una influencia decisiva sobre el cuerpo social. Por eso importa mucho que la Universidad traiga sobre sí a esa juventud para que ésta, nutrida con los conocimientos profesionales y capacitada en la obligada tarea de saber colocarse y vivir “a la altura de las ideas de su tiempo”, amalgame oficio y cultura, que es la fórmula que permitirá al hombre vivir, “sin que su vida sea una tragedia sin sentido o radical envilecimiento”.

Trayendo nuevamente nuestro pensamiento al círculo de intereses que gravitan en el ambiente universitario sonorense, y conocidas nuestras urgencias de elementos humanos preparados bajo la acción formativa de la Universidad, preciso es que nuestra Casa de Estudios encauce los deseos de los jóvenes estableciendo nuevas escuelas de tipo profesional y subprofesional reclamadas sin aplazamientos.  “La Escuela, como institución normal de un país, depende mucho más del aire público en que íntegramente flota, que del aire pedagógico artificialmente producido dentro de sus muros”. Si la Universidad se queda rezagada en la marcha de las sociedades, con sus elucubraciones escolásticas intramuros, se convierte en un verdadero museo sin utilidad ninguna. Ha de situarse en su siglo, y con éste marchar de la mano, ofreciendo soluciones a los problemas que surgen del seno de la sociedad. El observador menos experimentado habrá notado ya el cambio operado en la orientación de la enseñanza superior en el Estado. La nueva legislación universitaria, la creación del Consejo Universitario como autoridad máxima, la participación de los alumnos en el gobierno de la Universidad y a creación de nuevas escuelas, tales como la de Agricultura y Ganadería, son indicios de que nuestra Casa entra en una fase más formal y productiva. El afán de señor Ingeniero Don Norberto Aguirre Palancares, actual Rector, al impulsar decidida y abiertamente un ambicioso plan de extensión universitaria, que personalmente ha puesto en marcha, significa que es llegado el momento de que la Universidad de Sonora sea la que dirija el pulso de las actividades culturales, económicas y artísticas d ela Entidad. Con el generoso presupuesto que se destinará al importantísimo aspecto de extensión, podrá nuestra máxima Casa de Estudios realizar una amplia y benéfica labor a través de ámbito estatal. Con la creación de la Escuela de Agricultura y Ganadería, la Universidad inicia un nuevo capítulo de su vida, fijando prístinamente cuales serán sus objetivos.

Esperemos que a la creación de esta Escuela sigan otras de no menor significación dentro del cuadro de actividades económicas del noroeste de México. En la reestructuración de nuestra Universidad, mucho hemos de abonar a los alumnos. Tenían que ser ellos los que primero sintieran la inquietud de un cambio de vida en su institución. Decisiva fue la humana y comprensiva actitud del C. Gobernador  del Estado hacia los problemas de los estudiantes, a cuya instancia envió al H. Congreso Local el Proyecto de Ley de Enseñanza Universitaria que hizo posible la reorganización legal de nuestra casa. Los CC Diputados que integran la XL Legislatura, con sus grandes conocimientos acerca de las condiciones que privan en la Entidad, coadyuvaron con todo entusiasmo al fortalecimiento de la causa universitaria, auscultando la opinión de todos los sectores sociales en relación con el Proyecto que les fue remitido por el Ejecutivo para aumentar al 10 por ciento el Impuesto Pro Universidad, y aprobando con dispensa de trámite tal incremento presupuestal.

La Universidad se siente orgullosa de contar en su Patronato a un grupo de nuestros mejores hombres, que no escatimarán esfuerzos, ya lo estamos viendo, por lograr para nuestra Casa de Estudios un gradual desarrollo, siempre en ascenso, para prestigio de este girón de tierra mexicana. Para todos ellos, para sus fundadores, y para el pueblo que aceptó generosamente el sacrifico de una mayor tributación, la Universidad de Sonora guardará eterno agradecimiento y, cuando en todo momento deseen hacer el balance de su vida, allí estará presente como testimonio de una obra ejemplar e imperecedera.