DECISIVA PARA EL BOX LOCAL FUE LA VUELTA DEL “CHAPO” ROMO AL
RING (Por Dando Guerra) (Octubre de 1953)
Hace unos meses que Hermosillo se encontraba aún sin box.
Los viejos aficionados al deporte de los guantes hablaban de la falta que les
hacía el rudo deporte de los coliflores. Los jóvenes ansiaban volver a
presenciar aquellos agarres singulares que llenaban hasta el máximo de su cupo
la pequeña Arena Sonora. Unos decían que el box sonorense había muerto y otros
suspiraban porque Oscar Romo, que entonces se encontraba encargado de cuidar su
granja, inyectando gallinas y vendiendo blanquillos, abandonara la paja, el maíz
y los gallineros para meterse otra vez a la formación de peleadores. Los que en
un tiempo habían hablado mal del Chapo Romo y que lo habían tratado de tramposo
y mil cosas más, comprendían al fin que Romo significaba para la fistiana
sonorense tanto como la savia para las plantas; es decir, que para buscar el
resurgimiento, entiéndase bien, el resurgimiento del box en estas tierras se
imponía la presencia de un individuo con agallas, con inteligencia, dado a
tratar con los impulsivos tipos que practican el gentil deporte del Marqués de
Queensberry.
Oscar Romo, el hombre que hizo peleadores a chamacos como
Tony Mar, Chucho y Memo Llanes, Paulino Montes, Kid Filipino, Kid Espontáneo,
Eloy Rentería, Regino Aguila, Tiburón Sosa, Memo Garmendia, Chucho Mendoza,
Babe Escobar y Babe Escalante, y tantos y tantos más. Oscar Romo , el individuo que vio pasar frente a su mirada
escrutadora y lista para descubrir facultades a un Baby Toriguin, Chucho
Angeles (como gusten), que podía haber sido superior a todos los antes
mencionados, pero que solo y tontamente se hundió con todo y sus brillantes
facilidades en el abismo del vicio y la vagancia... ese mismo Chapo Romo el que
estaba “decepcionado” del box al ver la zarta de malagradecidos y de marihuanos
que habían hecho su torpe cubil de la Arena Sonora... tuvo que hacer de tripas
corazón y dejándose llevar por una fuerza, que como era del corazón, podía más
que su mismo raciocinio y acababa con su voluntad, volviendo a los
cuadriláteros para seguir ese olor a brea y a cuero mojado y a sangre y ese
recuerdo de las pullas del populacho enardecido y volver a la vez a tratar de
sacar a la fistiano sonorense de ese lodazal intransitable en donde estaba
terriblemente estancada.
Cuando Oscar Romo prometió volver al box tuvo una entrevista
con José Alberto Healy y le dijo que pensaba construir una especie de gimnasio,
en donde brindar fiestas deportivas al público, ya no únicamente de box, sino
de patinaje, de lucha libre, etcétera; que para ello contaba con el
ofrecimiento de la Cervecería de Sonora, que en otras ocasiones, había
cooperado con él para levantar ese edificio, modesto y pobretón al principio en
donde albergar el sueño más caro de su vida. También dijo Romo que se prometía
asimismo y a la afición dejar bien establecida la escuela de un boxeo decente,
sin borrachos ni marihuanos, con un establecimiento dedicado a enseñar a los
muchachos los rudimentos de la defensa personal, aunque no aspiraran a
dedicarse de lleno a ganar el pan diario sobre los rings.
Oscar Romo ha cumplido sus promesas enunciadas en el segundo
párrafo. El boxeo que hasta ahora ha presentado basados en estrellas sonorenses
como Baby Escalante y Chucho Mendoza, individuos alejados de las borracheras y
en Memo Garmendia (un poco menos deportista, pero “capitalino” al fin), así
como en otros estrellas locales, trayendo peleadores como Jorge Castro, Tex
Ozuna, Pete Alvarez, babe padilla y otros, así, creemos que Romo ha sabido
portarse bien; sobre todo, nos agrada ver que la verdadera caterva de tipos sin
oficio ni beneficio que rodeaban a Romo se han alejado de él, haciéndole más
respirable el ambiente y el Chapo sólo, con su indispensable Gordo Figueroa que
le ayuda cantidades, está rehaciendo el box en Hermosillo. Chucho Llanes, el
más correcto de los peleadores hechos por el Chapo (sin excluir a Baby Escobar
que es todo un caballero), está cumpliendo la segunda parte, ya que no son
pocos los pitiqueños que han recibido
del “maestro” Llanes preciosas enseñanzas boxeriles. Ahora, en lo que respecta
a la arena-gimnasio que constituye el sueño dorado de Oscar Romo, allí si que
no ha cumplido, pero, cuando menos, nos ha dicho la causa primordial de su
falta de cumplimiento y nos ha hablado también de sus mejores propósitos para
más adelante... Eso será nuestro tema para mañana... Dios mediante.
ROMO NECESITA EL RESPALDO DE LA AFICIÓN
Como decíamos ayer, el Chapo Romo ha cumplido la mitad de lo
que prometió al regresar a los dominios de la fistiana sonorense, pero la
segunda parte de sus deseos y la parte misma que está llevando a cabo, se
encuentran en sumo peligro de terminar desastrosamente. El objeto de este
último artículo sobre el regreso de Oscar Romo a los rings, lleva implícito el
deseo de dejar establecidos, firme y definitivamente, algunos porqué
desconocidos para el público hermosillense y que éste debe y necesita
comprender para juzgar la obra de Oscar Romo.
El sueño dorado del Chapo Romo es levantar una arena
modesta, pero con los últimos adelantos en materia de locales dedicados al
deporte, en donde presentar sus clásicas funciones de box, entrenar a los
nuevos peleadores, dar facilidades a los que quisieran aprender a boxear y,
además, si había posibilidades, presentar de cuando en cuando espectáculos
deportivos de distinta índole, agregando una cancha móvil de basquetbol y
volibol para uso de la juventud de esta capital. Lo más parecido a un gimnasio
que le estamos pidiendo desde tiempo inmemorial a Don Ignacio Soto quien, a
propósito, no nos ha contestado nada al respecto; esa es la idea y el sueño y
la ilusión de este individuo que desde hace más de 20 años anda metido entre la
brea y los guantes de boxeador.
Para lograr el éxito en sus intenciones, a todas luces
benéficas para Hermosillo, el Chapo Romo contaba según nos dijo, con la promesa
de cooperación que le habían hecho los propietarios de la Cervecería de Sonora
SA, los hermanos Hoeffer, de facilitarle la adquisición de unt erreno cerca del
Jardín Juárez en donde el club o centro deportivo de sus sueños, fuera algo
céntrico, llamativo y con las suficientes facilidades para interesar al
público. Esa era la esperanza máxima de triunfo de Oscar Romo y, eso no nos lo
dijo él, pero nosotros nos atrevemos a exponerle, ya que tiene tres meses de
haber dejado casi abandonadas sus gallinas y sus gallineros y ahorita es hora
de que todavía no ve nada claro en cuanto a la facilitación del multicitado y
multideseado terrenito para la arena.
Al ver Oscar Romo que la cooperación ansiada no llegaba aún
y que la falta de un local céntrico ya que el Cine Arena donde hasta ahora se
ha venido peleando no llena las exigencias del deporte y del público, ha
pensado en entrarle el solo al toro. Aunque nosotros opinamos que debería de
esperar siquiera a que los Hoeffer le resuelvan definitivamente, el Chapo
quiere ver pronto resurgir el box local y quiere volver a deleitarse con los
llenos completos y con las peleas duras y con los gritos y a la animación, por eso es que el Gordo
Figueroa recorre afanoso todas las calles de la ciudad y va al Ayuntamiento y
va al Catastro, buscando un lote que le renten o le vendan al Chapo para que
pueda llevar a cabo sus un poco alicaídos planes.
Ahora bien, cuando Romo volvió al box no lo h izo únicamente
por su amor al deporte: lo alentaron el fracaso de Chucho Llanes como promotor,
ya que para que untipo como Llanes, todo vergüenza y amor al deporte fracasara,
se necesitaba que la fistiana en
Hermosillo estuviera pasando por una verdadera fiebre intestinal. Y
Romo, llamado a voces por los fans locales d ehueso colorado y haciendo caso
también de los gritos que su sangre de luchador y de viejo zorro de los rings
le daba, al pegar brincos dentro de sus venas, entonces Oscar Romo hurdió la
trama, esa formidable trama que proyecta un brillante porvenir para el deporte
en Hermosillo. Se le prometió ayuda y cooperación pero no se le ha cumplido. El
prometer no empobrece dice el proverbio.
Como se supone y además es cierto, que el directo
beneficiado con el triunfo de las ideas y con el regreso de Oscar Romo es el
joven y el aficionado Hermosillense, entonces, obligan la decencia y la hombría
de bien a poner nuestro grano de arena para que ya que Don Nacho no demuestra
deseos de hacernos el gimnasio, ayudar al Chapo Romo a que, a base de fibra y
voluntad y funciones de box (cada dos semanas por el beisbol), junte su
dinerito que, sin duda alguna, pronto estará convertido en una segunda edición
de aquella Arena Sonora, donde el Chapo tanta gloria, aplausos y pesos
cosechara. Chapo: Ojalá que tu regreso sea para bien del deporte de Sonora y
que los sonorenses sepan apreciar en lo que vale tu labor...