Febrero 08 de 1950

LA EXHIBICIÓN DE LA PRIMERA PELÍCULA

(Por el Prof. Alfonso R. López)

Impulsado por la curiosidad que sobreviene por la novedad, a la vez que por el interés de demostrarlo, me dí a la tarea de ahondar en mis investigaciones relacionadas con la exhibición de la primera película en nuestro Estado, animado también por un motivo principal: San Miguel de Horcasitas posee el abolengo histórico de una fortaleza que no puede por menos de remitirnos a las características de la raigambre de la raza. Es raíz de no pocas familias distinguidas que se encuentran diseminadas aún fuera de la entidad, convertidas en autoridades representantes del espíritu emprendedor que abre brechas en las rugosidades de la vida, con el acopio de los instrumentos que se derivan de la honradez y la integridad; es depositario, además de una tradición que guarda generosa la memoria de sus próceres, de un linaje viril que nos hace recordar con orgullo la pureza de la sangre que lleva el inconfundible sello de una aristocrática arrogancia que por la reciedumbre de su calidad no comulga con las claudicaciones de su espíritu ni de su pasado. Al quedar en el lugar de honor de que fue el primer lugar de la República donde se exhibió una película, necesariamente que su nombre marcará el lugar de partida para las referencias en la historia del cine nacional, y esta consagración se ajusta a los merecimientos que corresponden a pueblos que han sabido trazar pautas para garantizar el patrimonio de la nacionalidad, y que debido precisamente a la fuerza de su empuje creador, han terminado por confundirse en la gran masa laborante para proseguir en su misión generadora en las actividades que forjan los destinos de la tradición, alentados por la rebeldía que se inspira en la acción que evoluciona hacia las alturas del ideal. De ahí que haya pueblos que aparentemente degeneran, pero que en realidad se confunden en la comunidad que los reclama para su progreso. De nuevo en el tema que motiva este segundo y último artículo, testigos presenciales dan fe que en el año de 1896 se exhibieron en Horcasitas las películas descritas en información diversa. Ahora es oportuno agregar que uno de los turcos se llamaba Abraham y el otro Salomón. El viaje para presentar las cintas lo realizaron directamente de Tucson, Arizona, después de haber visitado las poblaciones principales de los Estados Unidos. Esos turcos eran comerciantes que de Europa traían mercancías especializándose en la venta de joyas, imágenes religiosas y ropa. Precisamente conozco un Cristo que a ellos les fue comprado en 1890, pues con antelación de bastantes años (hacia 1880) a la presentación de las cintas, visitaban Horcasitas siendo por entonces la última vez que lo hicieron, lo que con mucha razón hace suponer que su gira por las poblaciones del vecino país le rindió un capital suficiente para alejarse de sus actividades originales. Como en el año de 1895 el viejo mundo contempló la presentación de las primeras proyecciones públicas, fácil es comprender la actualidad que tuvieron en San Miguel al año siguiente, máxime que en la ciudad de México por el año de 1908 aproximadamente, fueron exhibidas las primeras bajo una técnica que distaba mucho de igualarse a la proyección efectuada en Horcasitas, pues en tanto que en este lugar la naturalidad de las impresiones fue realista hasta el grado de provocar la huída de un espectador (omito su nombre por temor al disgusto) "para salvarse de ser arrollado por el ferrocarril de la pantalla", en México, según informes que me merecen el más amplio crédito, se tenía que "bañar" la pantalla con el fin de lograrse la visibilidad mediana de las imágenes. En Horcasitas no hubo necesidad de estos higiénicos remojamientos y la razón consiste en que el equipo de proyección era de lo más moderno con que por entonces se contaba en el viejo mundo. Por último, es perfectamente aceptable que realizándose las primeras exhibiciones en Europa en 1895, al año siguiente se hayan efectuado en la Unión Norteamericana y San Miguel, lugar el segundo que en esa ocasión tuvo la grata novedad de conocer a través de la tela cinematográfica "al hombre más gordo del mundo", así como el mar, como bien deben de recordarlo algunas personas longevas que residen en esta población y que asistieron a la "función" en ese año de 1896.