Sábado 02 de Febrero de 1946

EL AUTO AVION

Mr. George Spratt, vocero de la fábricas Ford, hablando el otro día con los periodistas de Detroit, Mich., les dijo: "Nuestros técnicos han diseñado un automóvil-avión-bote que está destinado a revolucionar la industria automovilística. Este aparato será puesto a la venta pública a fines de 1946 o principios de 1947 y su costo será de ochocientos dólares. Por otra parte, los magnates de la industria automovilística se encuentran interesados en los aviones cohetes inspirados en las bombas V-2 de los alemanes". En la actualidad, el aburrido hombre de negocios hace su maleta, se despide de sus amistades y a bordo de un automóvil se traslada en unión de su familia a Acapulco, Cuernava o Veracruz, en pos de un tranquilo fin de semana; en 1947 hará el mismo viaje pero en rocket y a Paris, New York o Londres. En efecto, dentro de dos años será posible abordar un avión cohete en el campo de Balbuena, abrir un libro después de instalarse cómodamente en un asiento y, antes de terminar su lectura, arribar a la Ciudad Lux o a la capital Británica, más increíble aún, después de disfrutar de las delicias que aquellas ciudades pueden ofrecer al viajero fresco, deseoso de trabajar, y recordando la deliciosa morena o rubia con quien tan agradables horas se pasaron en la ciudad Imperial o en Europa; todo esto suponiendo que la media naranja no hubiera hecho también el viaje. Los fines de semana a París y Londres nada tendrán de extraordinario, siempre y cuando se cuente con el dinero suficiente. Un hombre de negocios podrá comunicarse telefónicamente a Londres con un cliente, concertar una entrevista, hacer el viaje en unas cuantas horas y, a la mañana siguiente, despachar como de ordinario en sus oficinas de la Ciudad de México. Los aviones-cohetes del futuro serán semejantes a los aeroplanos de la actualidad, pero tendrán la forma de un torpedo y pesarán de quince a veinte toneladas. Cuando el pasajero ocupe su asiento en el transporte, no tendrán que preocuparse por el frío intenso que existe más allá de los 56,000 pies de altura, pues el barco-cohete viajará herméticamente cerrado y contará con apropiada calefacción. La hélice de la época actual está destinada a desaparecer pues los aviones--cohete serán movidos por propulsión, pero no con la rapidez que han alcanzado las bombas--cohetes de los nazis en virtud de que mataría instantáneamente a los pasajeros. La rapidez no daña al hombre, pero un ascenso repentino o un cambio de velocidad le sería fatal. El problema ha sido solucionado por los ingenieros americanos y británicos combinando un sistema propulsivo de aire líquido de gas. En efecto, en el ascenso inicial se utilizará un sistema de propulsión con aire líquido, con velocidad no mayor de la de nuestros aeroplanos. Los pasaejros observarán una escena maravillosa al emprender el ascenso hacia la estratósfera. Lentamente, desaparecerá de su vista el planeta, las nubes adquirirán mayores dimensiones y la temperatura descenderá a sesenta grados bajo cero. Cuando se haya entrado a la estratósfera, los pasajeros observarán que es negro el espacio que los rodea y que, aún cuando el sol brilla, son vistas las estrellas. Será entonces en la helada estratósfera donde el transporte alcance su máximo de rapidez a cinco mil millas por hora. Durante algunos minutos se viajará a esta velocidad utilizándose oxígeno líquido a modo de combustible. Después, enfilando hacia abajo el aparato y atraido por la atracción terrestre, el avión--cohete comenzará su descenso. En el interior reinará el silencio, pues los motores habrán sido cortados y los pasajeros observarán maravillados el viraje. Después, una curva con dirección a Londres y, al acercarse el avión--cohete a la atmósfera pesada, comenzarán a funcionar nuevamente los motores con la moderna velocidad de un aeroplano de nuestros días. Durante el rápido y extraordinario viaje, los pasajeros podrán moverse, hablar y respirar en forma normal tal como hicieran el viaje a bordo de un Clipper. El recorrido se hará en ochenta y cinco minutos en viajes normales y en cincuenta en los Rockets--Express. Tanto en el aire como en el vacío, será la propulsión la que norme las velocidades de acuerdo con la Tercera Ley del Movimiento, que establece que toda acción va acompañada de un movimiento igual pero de retroceso. Por ejemplo, cuando un sapo sentado sobre un trozo de madera que flota en un río desea avanzar, le basta con dar un salto; pero al lograr su objeto, el madero se mueve hacia atrás. En la propulsión por lanzamiento, el avión--cohete puede compararse con el trozo de madera y los gases de combustión que se forman en su interior son el sapo. Los gases, al salir de las turbinas del aparato arrojan a éste hacia adelante. A fin de que este intrincado sistema de locomoción funcione, bastará mover un pequeño switch en la cabina del transporte. Las corriente eléctrica hará funcionar un motor pequeño montado cerca de un compresor, que se encargará de atraer y enviar aire a un cilindro donde, cambiándolo con un combustible arderá y aumentará la presión del aire y los gases.