LA LIGA DE LA COSTA DEL PACÍFICO

 

Epílogo

 

El béisbol… el Rey de los Deportes…

 

Uno de estos días de diciembre pasado (2007), me dí a la tarea de observar detenidamente un juego de béisbol en el Estadio Héctor Espino, que queda cerca de mi casa por cierto. Decidimos mi hijo Jesús y yo que ahora lo veríamos desde lo más lejos, desde las gradas llamadas “Lateral General” detrás del jardín izquierdo. Este año ha sido muy frío, precisamente como aquel del lejano 1957-1958 que la Liga de la Costa vio por última vez;  estaríamos prácticamente a la intemperie así que llevamos una chamarra extra… seguramente iba a ser falta tal y como sucedió; en un momento dado tuvimos que aprovecharla ambos como cobija pues el partido comenzó con unos 16 grados y terminó en 12, pero seguramente las ráfagas de aire helado producían una sensación térmica hasta de 10C o menos. Las butacas amortiguaban lo helado del asiento, lo cual me hizo recordar los cojines del Estadio Fernando M. Ortiz que amortiguaban, yo creo que mejor, lo frío del concreto.

 

Éramos contados los que estábamos ahí viendo pasar los búhos por las candilejas; este año los Naranjeros tuvieron una pésima temporada así que las butacas estuvieron muy vacías, sin embargo, al mirar el verde pasto del campo y las líneas perfectas de las rayas de tercera y primera de pronto hacen olvidar hasta el standing; ver el béisbol desde este ángulo me hizo recordar mis tiempos de niño cuando veíamos desde lejos a Héctor Espino… a Celerino Sánchez, al temible Aurelio Rodríguez y tantos otros hace tantos años.  Lo que me sorprendió es que mi hijo apenas un ídolo traía en el bolsillo; era Vinicio Castilla.

 

Cerca de nosotros se sentó una familia que calladamente buscó el asiento; un señor ya entrado en años con su inconfundible sombrero de albañil, al lado de su esposa y un muchachito de unos 8 años quien seguramente era su nieto al que le habían prometido llevarlo al juego si se portaba bien, difícilmente posible a esa edad; ir de niño al  béisbol  es una tradición de medio siglo en el noroeste de México.

 

El partido estaba entretenido; al terminar la parte alta de la cuarta entrada Obregón ganaba 2 por 0 pero en la baja Hermosillo hace dos para empatar en la primera alegría de la noche. El contento duró poco pues en la entrada siguiente los Yaquis hacen otras dos y el desconsuelo regresa sobre la nariz fría de los asistentes.  Hermosillo sigue haciendo el trabajo y en esa misma entrada hace las dos del empate para que el público se haga escuchar de nuevo. Un empate no es derrota así que hay conformidad; el partido sigue su rumbo sin carreras hasta que llega esa inolvidable séptima entrada. De un momento a otro las bases se llenan de Naranjeros y toma el turno Vinicio Castilla; cada lanzamiento era una ilusión… era un sueño… todos sacamos cuentas; un jonrón y son cuatro carreras de golpe, pero ya conectó uno en la cuarta así que se ve difícil que lo haga de nuevo…¿funcionará el ídolo?.

 

La expectación estaba al máximo; un foul a la izquierda; una bola; otro foul… ya son dos strikes… las cosas son más difíciles para Vinicio… ya no tiene más oportunidad… Entonces sucede el milagro… el sonido del bat golpeando en el punto mágico es una onda electrizante que de momento todo pierde sentido; esa pelota hay que verla… el golpe avisa que la bola puede viajar lejos… viene hacia nuestra grada…sigue volando… el jardinero acelera su marcha hacia la cerca… la pelota puede vencer el límite verde… los miles de aficionados no pierden de vista ese punto blanco en el firmamento oscuro de la noche…viene hacia nosotros… ¡Jesús… viene para acá!... ¡prepárate, quizás la podemos tomar!… sí… puede ser jonrón… Por fin la ley de la gravedad se cumple una vez más y la pelota cae a escasos tres metros de nosotros golpeando fuertemente la butaca… ¡es un jonrón con casa llena!... ¡el ídolo hizo el trabajo!... ¡mi hijo feliz y el albañil también!... los tres miembros de la familia brincan de felicidad; el albañil aplaude, se ríe, cierra los puños, abraza a su esposa quien no oculta para nada su alegría… la ilusión se cumple, el ídolo cumple, ¿Qué más se puede pedir?. Esos rostros felices que gocé de principio a fin y el brillo en los ojos de mi sangre acompañante valieron la pena el frío, la soledad de la grada y las 3 horas y media que duramos sentados esperando un milagro de ésos. Hermosillo terminaría ganando ese partido al equipo que tras el último out de la temporada se adjudicaría el campeonato… así es el béisbol… Vinicio debió haber dormido muy tranquilo; la responsabilidad de ser ídolo es un compromiso difícil, riesgoso y no hay descanso; no siempre se puede dormir tranquilo siendo ídolo.

 

El Legado de La Costa

La Liga de la Costa del Pacífico fabricó ídolos, superhéroes de quienes el niño regularmente tomaba su nombre para entrar al campo lleno de tobosos del lote baldío, tomando de bat un palo y de pelota un trapo cosido. Aquellos niños que vieron la Liga de la Costa del Pacífico hoy tienen 75 años o más y no son muchos; seguro recordarán nombres como Manuel Echeverría, “Cucón” Bernal, o el “gringo” aquel muy bueno… Joe Brovia… ¡ése… ese mero!; de Joe Valenzuela o Jimmy Ochoa. En cada ciudad del Pacífico aún hay aficionados que fueron testigos de aquellos juegos inolvidables que en este libro intentamos relatar, fascinados con el descubrimiento de una pelota profesional rudimentaria a veces, si se quiere, pero de mucho corazón.

 

Fueron trece años de un beisbol de esfuerzo, mucho esfuerzo, dedicación, animosidad, entrega, ilusión; muchos adjetivos asociados al entusiasmo caben para describir esa atmósfera que se vivió en aquel entonces; la talla de los héroes era de varios niveles y provenía de lugares distintos. En la configuración de los equipos había una mezcla especial que se hacía con uno o dos superestrellas internacionales; otros tres o cuatro estrellas nacionales; tres o cuatro jugadores de prestigio moderado y dos o tres estrellas estatales, si bién también había espacio para otros menos de orden local tan solo para complementar…. pero la oportunidad estuvo ahí y muchos la aprovecharon; algunos valían poco dinero en la nómina mensual … pero para el pueblo, para el barrio donde nacieron, era algo digno de orgullo tener un paisano en un equipo de la Liga de la Costa. Platicando con mi vecino que alcanzó a ver los últimos juegos de la Liga, comentaba que en alguna ocasión por allá en el mes de octubre de 1956 desde Agua Prieta vino una comitiva especialmente para ver lanzar a su coterráneo Luis Terán; el joven lanzador no tuvo muchas oportunidades pero alcanzó a sentirse “naranjero” y eso era algo especial.

 

Los Actores

En este estudio histórico hemos visto peloteros que poco a poco fueron madurando en la profesión de beisbolista; jugadores que traían el overol puesto para entrar en cualquier momento a la acción, que si bien no alcanzaron la gloria del Salón de los Inmortales, sin ellos la Liga de la Costa simplemente no hubiera sido posible; así de valiosos fueron. Citemos algunos: Tavo  Bernal, Manuel “Pilillo” Estrada, Alberto Calvillo, Lilbrado Ceceña, Santiago Ayala, Manuel “Culichi” Pérez, Armando Encinas, Regino Vázquez, “Pegaduro” Rodríguez, “Colero” Arias, Nico Genestas, Amador “Bule” Guzmán, Romualdo “Changarro” Urías, Ramón “Manito” Román, Refugio “Cucón” Bernal, Romeo Cadena, Héctor “Pepino” Azamar, “Chino” Sepúlveda, Andrés “Balazos” Martínez, Gilberto “Gilillo” Villarreal, Jesús “Mú” Núñez, Luis “Texano” Castro, Felipe “Burro” Hernández, Enrique Leduc, Germán Bay,  Beto Rodríguez, “Diablo” Núñez, “Pepe” Gutiérrez, Alonso Ruiz, Arnulfo Manzo, Armando Sánchez, Héctor Lara, Ray Zonta, “Alemán” Cruz, Salvador “Rata” Vargas, Eduardo “Pecas” Serrano, Ventura Morales, Gregorio Figueroa, Eduardo Escalante, “Caliquín” Gómez, Felipe Iturralde, Héctor Lara, Manuel “Negro” Morales, Alejandro Uriarte, José Sosa, Ramón “Pisi” Martínez, Ricardo Garza, Juan Conde, Víctor Manuel “Pinga” Canales, David Ocampo, Celso Cendejas, “Quelo” Cruz, Vicente “Corazón” Torres, Lucio Olivas, “Mosco” Reyes, Héctor “La Comadre” Leal, Guadalupe Ríos, Guadalupe Ortegón, Blas Guzmán, Miguel Arvizu, “Coty” Leal, Manolo Fortes, Tomás Cañedo, “Cartucho” Regalado, Aurelio Espiricueta, Jesús “Cubano” Estrada, Manuel “Popeye” Salvatierra, Molinero Montes de Oca, Juan Guerrero, Francisco Alcaraz, Laureano Camacho, “Bacatete” Fernández, José Favela, Armando Cota, Francisco Sosa, Gullermo Grajeda, Manuel Acuña, José Medina, Francisco Dávila, “Chino” Meléndez, Adolfo Luna, Manuel “Popeye” Salvatierra, Alfredo “Kaki” Pérez, Germán Bay, “Chamaco” García,  “Chino” Guajardo, Rodolfo “Fito” Bernal, José Posada, Ernesto “Natas” García, Héctor “Chero” Mayer, Jesús Zavala, Jesús “Chuy” Moreno, Gonzalo García, Valentín Gómez, Joe Sandoval, David García, Ray Garza, José “Indio” Peraza, Roberto Vea, Guillermo “Bachichas” Frayde, Mauro Contreras, Lucio Alvarez, Alfonso Ceballos, Alfredo Galindo, César Cuevas, Beto Palafox, Humberto Quintana, Marcelino Solís, “Feo” Osuna, “Plátano” Hernández, Jose Luis Padilla, Guadalupe Pedroza, “Tello” Delgado, Humberto Guerrero, Federico Bojórquez, Alonso Echeverría, Manuel Magallón, Raymundo Rocha, Refugio Toledo, Juan Rodríguez, Rafael “Pelón” Cruz, Pedro Montane, Gregorio Figueroa, Keno Miranda, Jesús Rojo, Pedro Nájera, Roberto Montelongo, César Cuevas, Rafael Favela, Agustín Figueroa, “Manopas” Alcántar, Adolfo Villicaña, Juan Monge, Rubén Rendón, Pedro “Charrascas” Ramírez, Marco Antonio Manzo, Jesús Rodelo, José Muñoz, Amado Ontiveros; seguro se me escapó alguno… ¡fueron tantos!; en la narrativa interior seguramente debe encontrarlos.

 

Hubo otros jugadores nacionales que destacaron convirtiéndose en ídolos de la afición; sus hazañas en los estadios del interior del país y en algunos extranjeros también fue posible observarlas en tierras de la Liga de la Costa, dejando constancia de sus profesionalismo, su calidad de juego y su amor por el béisbol; citemos a continuación a: Baldomero “Melo” Almada, Guillermo “Huevito” Alvarez, Rodolfo “Mulo” Alvarado, Rubén “Cangurito” Amaro, Tomás Arroyo, José Bache, Agustín Bejerano,    Ramón Bragaña, Angel Castro, Moisés “Moi” Camacho, Ramiro Cuevas, Ronaldo “Ronnie” Camacho, Jesús “Chanquilón” Díaz, Manuel “Ciclón” Echeverría, Carlos Galina, Vinicio García,  Guillermo “Memo” Garibay, José “Zacatillo” Guerrero, José Luis “Chile” Gómez, Miguel “Pilo” Gaspar, Rafael García, Guillermo “Memo” Luna, Felipe “Clipper” Montemayor, Luis “Molinero” Montes de Oca, Alfonso “La Tuza” Ramírez, Alfredo “Yaqui” Ríos, Daniel “La Coyota” Ríos, Francisco “Panchillo” Ramírez, Claudio Solano, Lázaro Salazar, Miguel Sotelo, Epitacio “La Mala” Torres, Benjamín “Papelero” Valenzuela, Héctor “Chero” Mayer, Fermín “La Burbuja” Vázquez, Alfredo “Moscón” Jiménez, Jesús “Cochihuila” Valenzuela; todos ellos se encuentran en el Palacio del Béisbol de nuestro país.

 

Cómo olvidar tampoco el regimiento de peloteros cubanos que engrandecieron el béisbol mexicano en la época dorada de los 40’s y 50’s; pisaron los estadios de la Liga de la Costa jugadores de la talla de Ramón Bragaña, Roberto Ortiz, Agustín “Pijini” Bejerano, Mario Ariosa, Lino Donoso, René González,  Virgilio Arteaga, Carlos “Tribilín” Cabrera, Julio Alfonso, Ramón Correa, Carlos Colás, Mario Arencibia, Raúl Navarro, Johnny Hernández, Gilberto “Borrao” Garza, Felino Cárdenas, Wilfredo Salas, Ismael Montalvo, Adrián Zavala, Pedro “Charolito” Orta, entre otros como Jorge Aguilar de origen nicaragüense.

 

Conviene destacar también la gran afluencia de talentos norteamericanos que vieron en el béisbol de la Liga de la Costa la oportunidad en invierno para exhibir sus habilidades y lograr alguna oportunidad en el mejor béisbol del mundo, además de ganarse algunos dólares por supuesto; muchos equipos de Grandes Ligas aceptaron que sus jóvenes probaran suerte en este duro béisbol que unía a grandes estrellas latinas; es así como se incorporaron a los clubes de la Liga de la Costa elementos como (se incluyen los mexico-norteamericanos): Ace Newberry, Thomas Turner, Theolic Smith, Armando “Indian” Torres, Jesse Douglas, Bill Wrigth, Jim Steiner, J. Tully, Joe Valenzuela, Tony Ponce, Art Lilly, Herman Reich, Bob Lemon, Barney Serrell, Hubbard Kittle, Gene Bearden, Al Yaylan, Manny Pérez, Jack Graham, Henry Robinson, Clinton Courtnay, Al Rodríguez, Gene Thompson, Bob Balcena (Filipino), Jim Sebastian, Booker “Balazos” MacDaniels, Mike García, Arthur Pennington, Dick Cole, Henry Robinson, Eddie Ford, Pete Hughes, Marvin Williams, Raymound “Jabao” Brown, Walter McCoy, Ray “Mamerto” Dandridge, Bill Curley, Lee Howard, Marvin Williams, Bob Clear, Gene Cough, Al Olsen, Jim Wilson, Lou Ortiz, Roy Partlow, Leonard Johnson, Andy Sierra, Jack Brewer, Dan Bankhead, Sam Bankhead, John Wright, Dick Cole, Gene Thompson, Hal Hudson, Elmer Clow, Dain Clay, William Cash, Eddie Bockman, Eddie Wolffe, James Lamarque, Johnny Ritchey, Earl Taborn, Othello Renfroe, Ken Richardson, Mike Baxes, Andy Anderson, Lincoln Boyd, Syd Cohen, A. Garciglia, Buck Leonard, Howard Easterling, Bill McCowley, Andy Anderson, Geo Genovese, Herman Lewis, Nippy Jones, Rip Repulsky, Rex Jones, Bob Muncrieff, Bill Bradford, Buddye Peterson, Milton Smith, Roy Wellmaker, Royce Lint, Leon Kellman, Eddie Locke, Dick Grecco, Curtis Roberts, Ronnie Smith, Guillermo Frayde, Erbie Gorman, Lonnie Somers, Bill Stites, Dick Hall, Bill Hall, Al Galindo, Ronald Lee Kline, Don Rowe, Bill Thomasson, Mel Queen, Jimmy Ochoa, Luke Easter, Leon Kellman, Dick Hogan, Bob Rand, Earl Wilson, Frank Robbe, John André, Jerry Casale, Gaylor Lemish, Don Larsen, Darrell Herzog, D. Wellman, Rocco Barbaritto, Al Lyons, Hal Ciccotte, William Powell, Geo Schmees, Sam Hairstone, Eddie Escalante, But Barkeleu, Ben Downs, Hal Smith, Emil Tellinger, John Romonosky, Douglas Clark, Bob Burns, Tomás Herrera, Hank Aguirre, Emmil Patrick, Dick Faber, Bill Serena, Charlie Fox, Harry Nichols, Sonny Sinerchia, Joe Brovia, Bob Bowman, Wayne Belardi, Don Nichols, Windy McCall, Howie Rodemoyer, Rudy Regalado, Joe Matko, Floyd Robinson, Al Schroll, Mike Rodríguez, Neil Chrysley, Eddie Gasque, Dominic Zanni, Jim Lemon, Henry Cisneros, Earl Averill, Ronie Plaza, Rolando Le Blanc, Gene Freese, Fred Baczewski, Stu Locklin, Harry Williams, Al Grunwald, Gail Henley, Rocky Canuso, Nick Koback, Red Munger, Rollie Hemsley, Clem Koshorek, Bill Stewart,  Joe Joshua, Rodney Grabber, Pete Meza, Don Fraccia, Albie Pearson, Harry Nicholas, Mike Rodríguez, Ebba Saint Claire, Alex Cosmidis, Ron Bennett, Roy Williams, Bill Smith, Alex Grandcolas, Alvin Jackson, Clarence Buheller, Vernon Piver, Bob Miller, Don Miles, Leon Carmel, Dick Johnson, Johnny Waters, Carl Thomas, Dick Johnson, Bob Pascal, Robert Moore, Ted Thiem, Jere Cooper Will, Alvin Jackson, Lee Maye, Donald Schaeffer, John Waters, Orlan Barber, John Ivory Smith, Al Sperman, Dick Stigman, Ken Worley, Leo Cristante, Jerry Cade, Jesse Armenta, Don Proctor, Larry Osborne, Dick Drilling, Frank Sullivan, Bob Greenwood, Eddie Kapp, Jim Baxes, David Cyrus, Vic Janowics, Ray Pery, William Cash, Al Federoff, Tom Alston, Frank Kalin, Bob Drilling, Joe Pérez; Russ Nixon, Gair Allie, Rip Repulski, Geo Lines; hay muchos más con breve estancia pero en este resumen pueden encontrarse algunos de los más sobresalientes.

 

Los Equipos Ideales

Alguien que conozca de la historia del béisbol en las últimas 5 décadas, no dejará de reconocer que la Liga de la Costa fue una época de oro en el deporte rey. Si quisiéramos seleccionar entre esta rica lista de talentosos jugadores la novena ideal, como se estila en los recuentos históricos, podríamos aventurar los siguientes nombres:

 

Cátcher: Clinton Courtney; Primera base: Angel Castro; Segunda Base: Barney Serrell; Tercera base: Benjamín “Papelero” Valenzuela, Short Stop: José “Pepe “Bache”, Jardinero Izquierdo: Epitacio “La Mala” Torres; Jardinero Central: Felipe Montemayor; Jardinero Derecho: Claudio Solano;  Pitcher Derecho: Daniel “La Coyota” Ríos, Pitcher Zurdo: Guillermo “Memo” Luna; Manager: Memo Garibay

 

Si hemos de buscar las novenas más representativas de los equipos en la Liga de la Costa, podríamos resumir las siguientes:

 

VENADOS DE MAZATLÁN:

Cátcher: Clinton Courtney; Primera Base: Angel Castro; Segunda base: Alfredo “Yaqui” Ríos, Tercera base: Nippy Jones; Short stop. Rubén Amaro; Jardín Izquierdo: Ray Zonta, Jardinero Central: Epitacio “La Mala “ Torres; Jardín derecho: Felipe Montemayor. LANZADORES: Daniel Ríos, Ronald Lee Kline, Lino Donoso, Eddie Ford, Red Munger, Geo Lines, Andrés “Balazos” Martínez, Alonso Ruiz, Procopio Herrera, Arturo Cacheaux.. RESERVISTAS:  José “Zacatillo” Guerrero, Humberto “Pajarito” Guerrero, Raúl Navarro, Manolo Fortes, Víctor Manuel Canales, “Cartucho” Regalado. MANAGER: Guillermo “Memo” Garibay.

 

 

TOMATEROS DE CULIACÁN:

Cátcher:  Jim Steiner; Primera Base: René González; Segunda Base: Gilberto “Gilillo” Villarreal; Tercera Base: Milton Smith; Short Stop. Guillermo “Huevito” Alvarez; Jardín Izquierdo: Alfredo “Moscón” Jiménez; Jardín Central:  Arthur Pennington, Jardín Derecho: Jorge “Chorejas” Bravo. LANZADORES: Alfonso “Tuza” Ramírez, Tomás Arroyo, Tomás Herrera, Gene Bearden, Emil Patrick, Chuy Moreno, Hank Aguirre, Héctor “Pepino” Azamar, Romeo Cadena y Alberto Calvillo. Reservistas: Jack Graham, Carlos “Caliquín” Gómez, Salvador “Rata” Vargas, Hector Lara, José Ma. Castro, Blas “Máscara” Guzmán, Henry Robinson. MANAGER: Manuel Arroyo.

 

 NARANJEROS DE HERMOSILLO:

Cátcher: Earl Averill, Primera Base: Virgilio Arteaga; Segunda Base: Ernesto “Natas” García; Tercera Base: Leo Rodríguez; Short Stop: José “Pepe” Bache; Jardinero Izquierdo: Claudio Solano; Jardinero Central: Fermín “Burbuja” Vázquez; Jardinero Derecho: Joe Brovia. RESERVISTAS. Carlos Colás, Alejandro “Cabezón” Uriarte, Ventura Morales, Curtis Roberts, Stu Locklin, John Waters, Dick Grecco, Ray Garza, David García. LANZADORES: Manuel Echeverría, Joe Valenzuela, Bob Lemon, Pete Meza, Jimmy Ochoa, Ronnie Smith, Royce Lint, Don Nichols, Stan Pitula, Librado Ceceña. MANAGER: Hubbard “Chutabaco” Kittle.

 

OSTIONEROS DE GUAYMAS:

Catcher: Johnny Ritchey; Primera Base: Manuel Magallón; Segunda Base:Barney Serrell; Tercera Base: Luis “Texano” Castro; Short Stop: Gilberto “Gilillo” Villarreal; Jardinero Izquierdo: Bill Wright; Jardinero Central: Agustín Bejerano; Jardinero Derecho: Félix McLaurin; RESERVAS: Jesse Douglas, Lonnie Sommers, Elmer Clow, “Bacatete” Fernández,  Hector Leal, Rollie Hemsley, Laureano Camacho.

LANZADORES: Julio Alfonso, Theolic Smith, Gilberto “Borrao” Garza, Aurelio Espiricueta, Bill Wright,  Roy Partlow, Ramón Román, Amador “Bule” Guzmán, Bob Muncrieff, Ramón Correa.

MANAGER: Juan Guerrero

 

YAQUIS DE CIUDAD OBREGÓN

Cátcher: Sam Hairstone; Primera Base: Buck Leonard, Segunda Base: Moi Camacho; Tercera Base: Benjamín “Papelero” Valenzuela;  Short Stop: Buddie Peterson; Jardinero Izquierdo: Howard Easterlig; Jardinero Central: Jim Lemon; Jardinero derecho: George Schmees; RESERVISTAS: Sam Hairstone, Ronnie Camacho; Gus Cisneros, Charlie Lau, Eddie Escalante, Bill Curley. LANZADORES: Francisco “Panchillo” Ramírez, Don Larsen, Benny Brown,  Dominic Zani, Jerry Cade, Jack Brewer, Octavio Bernal,  Lucio Olivas y Al Rodríguez. MANAGER: Art Lilly

 

MAYOS DE NAVOJOA:

Cátcher: Miguel “Pilo” Gaspar; Primera Base: Marvin Williams; Segunda Base: Felipe “Burro” Hernández; Tercera Base: Bill Serena; Short Stop: Héctor “Chero” Mayer; Jardinero Izquierdo: Ventura Morales; Jardinero Central: Mario Ariosa; Jardinero Derecho: Darrell Herzog; LANZADORES: John André, Jerry Cassale, Marcelino Solís, Bob Greenwood, Regino Vázquez, Al Schroll, Harry Nicholas, Mike Rodríguez, Nico Genestas, “Indio” Peraza. RESERVISTAS: Earl Taborn, Roberto Vea, Mario Arencibia, Mike Baxes, Alonso Ceballos, José “Pasitos” Echeverría, “Colero” Arias, “Pegaduro” Rodríguez, Albie Pearson, Neil Chrysley.

Manager: Baldomero “Melo” Almada

 

CAÑEROS DE LOS MOCHIS:

Cátcher: Guillermo “Bachichas” Frayde; Primera Base: Pedro “Charrascas” Ramírez; Segunda Base: Vinicio García; Tercera Base: Ronnie Plaza; Jardinero central: Jesús “Chanquilón” Díaz; Jardinero Izquierdo: Lincoln Boyd; Jardinero Derecho: Leon Carmel

LANZADORES: Miguel Sotelo, Lázaro Salazar, Guillermo “Memo” Luna, “Booker” McDaniels, John Wright, Bob Clear, Ted Thiem, Sonny Senerchia, Ramiro Cuevas,  Juan Conde,  RESERVISTAS: “Diablo” Núñez, Federico Bojórquez, Ricardo Garza, “Mosco” Reyes, Manuel Salvatierra, “Quelo” Cruz, Celso Zendejas.

Manager: Lázaro Salazar

 

COMBINADO TIJUANA-GUADALAJARA:

Cátcher  Hal Smith: Primera Base: Dan Bankhead; Segunda Base: Lou Ortiz; Tercera Base: Joe Joshua; Short Stop: Eduardo “Pecas” Serrano; Jardinero Izquierdo: Pete Hughes, Jardinero Derecho: Ben Downs, Jardinero Central: Carlos Galina. LANZADORES: Jesús “Cochihuila”  Valenzuela, Al Olsen, John Romonosky, Bob Burns, A. Garciglia, Vicente “Corazón” Torres, “Indian” Torres, Mauro Contreras, “Bibí” Crespo. RESERVISTAS: Agustín López, Felipe Iturralde, Santiago Ayala, Carlos “Tribilín” Cabrera, Armando Sánchez, Romualdo “Changarro” Urías.

Manager: José Luis “Chile” Gómez.

 

Los Umpires

En el campo de juego también hay otros personajes que participan y de qué manera en la calificación de las jugadas: los umpires. No podíamos dejar de lado este apartado tan especial y a continuación presentamos algunos nombres que ha sido posible recoger en el trayecto de investigación. En posteriores ediciones podríamos abundar en un capítulo especial para estos “hombres sufridos de azul” que en no pocas ocasiones arriesgaron su fisonomía para servir de jurado en el movimiento de la pelota.  Algunos nombres se dan a continuación:

 

Carlos Alberto González, Sr. Lazaga, Rodolfo “Chile” López, Alcibiades Palma, Manuel “Zenona” Castro, Joaquín Cano, Guadalupe Leal, Mike Ganakas, Jim Tobin,  Francisco Alcaraz, Sr. Corona, Juan García, “Chepe” Velarde, Jesús Pineda, Antonio Pineda, “Chori” Ramírez, Tony Ahumada, Alfonso Díaz, Moreno Estrella, Sr. Soto, Mike Runyan.

 

 

Una Reflexión Final

Una segunda fase después de la gran labor de Don Alfonso Araujo Bojórquez con su libro de la Liga de la Costa del Pacífico era necesaria para ampliar los detalles de  este fabuloso circuito. Si el lector ha podido consumir la lectura de estas páginas estará de acuerdo conmigo en que la Liga de la Costa fue la primera Epoca de Oro del Béisbol en el noroeste de México; poco a poco desde 1945 el Rey de los Deportes se contagió por todo el noroeste de México y desde Tijuana hasta Guadalajara se crearon los espacios para el brillo estelar de los grandes peloteros de aquel entonces. Pero algo tan grande no cabía en aquellos tiempos; el peso específico del movimiento financiero y deportivo sobrepasó la capacidad de soporte de la infraestructura económica existente; el colapso era cuestión de tiempo, todos lo sabían, era una “la crónica de una muerte anunciada”, pero mientras se mantuvo vigente nadie puede negar que el exquisito sabor del béisbol se degustó en más de una ocasión, mientras la Liga exhibió una pléyade de ídolos y talentosos jugadores que aún hoy en nuestros días sería imposible conjuntar… las circunstancias son diferentes; es el destino el constructor de circunstancias y aquellas fueron muy especiales para producir esta pelota increíble.

 

Pero todo lo que se diga para tratar de enaltecer las hazañas deportivas de estos excelentes peloteros debe ser igualmente expresado para aquel ejército de personas de saco y camisa blanca, aquellos valientes ciudadanos de cada una de las plazas que sufrieron lo indecible para sostener este espectáculo, plazas que en su gran mayoría el éxito financiero y deportivo pocas veces estuvo presente.

 

Hermosillo se retiró dos años, Mochis jugó media temporada en 1952-1953 y se retiró dos años, Guadalajara estuvo presente solo tres años, Tijuana solo pudo sostenerse un año, Mazatlán se retiró un año, Guaymas se retiró cuatro años y en los últimos dos se unió a los Mayos de Navojoa de coinversionista. Solo Culiacán se mantuvo firme durante los 13 capítulos de esta historia;  los Yaquis también acumularon una racha de 9 años hasta que se retiraron junto con Hermosillo en la última edición anunciando prácticamente el colapso final; las interrupciones dan idea de lo problemático que fue el sostener una novena en esta poderosa Liga de la Costa.

 

Deliberadamente el autor ha dejado para el final la recopilación de los nombres de esos directivos, inversionistas, gente ligada al capital y a la administración que se preocupó por integrar una novena de calidad invirtiendo su tiempo y en no pocas ocasiones con fuertes erogaciones para integrarse junto con el campesino, el obrero, el taxista, el empleado, las amas de casa, los jóvenes, ancianos y niños que soñaban con que su ciudad tuviera al equipo campeón, ilusionándose con el ídolo que podía enviar las carreras al plato o sacar los tres últimos outs de una victoria.

 

Demos paso a estos caballeros que iniciaron guiados por el emprendedor mayor, Don Teodoro Mariscal, que desde antes de 1945 contagió a otros personajes con el sueño de tener un circuito profesional de béisbol en el noroeste de México; para Don Teodoro el más grande de todos los reconocimientos, por supuesto.

 

POR LA ORGANIZACIÓN DE LA LIGA:

Don Teodoro Mariscal, Constantino Haza, Rogelio Rodríguez, Antonio Galaz, Rubén González, Don Alfonso Robinson Bours,

ANOTADORES: Rafael Reyes (Kid Alto), Enrique Félix, Rodolfo Preciado, Manuel Alberto Yépiz, Jorge Nieblas, Pedro Delgadillo, Francisco Rodríguez.

POR LAS NOVENAS PARTICIPANTES:

CULIACÁN: Enrique Peña Bátiz, Alfonso Zaragoza, Manuel Félix,

GUAYMAS: Florencio Zaragoza, Hilario Téllez, Gabriel Milhe, Ramón Santoyo Jr,

HERMOSILLO: Juan Chávez Echegoyen, Fernando M. Ortiz, Ignacio Soto, Gustavo Mazón, A. Ceballos Ruiz de Esparza, José Buelna, Carlos Labrada, Carlos Bianchi, Alberto Labrada, Prof.. Antonio Gámez, Matías Cázares, Eduardo García Jr, Enrique Mazón, Luis Coppel.

OBREGÓN: Don Alfonso Robinson Bours, Gabriel Gallegos, José E. Pérez, Srita. Bertha Camacho, José Rodríguez, Héctor Vega, Francisco Burgos, Ricardo Manríquez,

MAZATLÁN: Jorge Coppel, Victor M. Patrón, Eugenio Eraña G, Teodoro Mariscal

GUADALAJARA: Miguel Cintrón

LOS MOCHIS: Emilio Ibarra Almada, Canuto Ibarra

 

(Esta lista desafortunadamente está incompleta; el estudio continuará mejorándose y ediciones posteriores ampliaremos los reconocimientos en capítulo especial)

 

 

Béisbol para Siempre

Una palabra muy utilizada en la crónica para señalar a un aficionado que no conoce del tema beisbolero, quien suele ser un gritón inoportuno cuando ocasionalmente asiste al estadio quizás porque no tiene otra opción donde pasar sus horas, recibe el nombre de “villamelón”. Los hay en todas partes, en todos los deportes y en el béisbol tampoco faltan, aunque es un cliente más que paga boleto y nadie le cierra la puerta si quiere entrar.

 

Pero hay otro tipo de aficionado; el que sufre el último out en la victoria y la derrota, el que tiene la camiseta puesta del equipo de casa y día a día consulta la sección de deportes de cualquier medio para contestarse la pregunta ¿quién ganó anoche?. Para ese aficionado se hacen las ligas profesionales de cualquier deporte; son quienes mantienen la llama viva del juego; los que apoyan, los que aplauden, los que comprenden cuando se puede ganar y cuando nó; esos aficionados también existieron en la época de la Liga de la Costa y la mantuvieron viva en el tiempo que se pudo.

 

Al escribir la última temporada no pude menos que sentir honda tristeza al leer la nota periodística del último juego del Naranjeros antes de su deserción en aquel trágico diciembre de 1957, que textualmente dice: “… el juego fue soso y lo presenciaron unos 100 fanáticos”. Muy lejos quedó aquel octubre de 1945 cuando Mazatlán inauguraba la Liga de la Costa en Hermosillo con el estadio completamente lleno y la ilusión de ser campeones que se platicaba de boca en boca. Quizás si se hubiera sabido que ese juego sería el último que vería la Liga de la Costa en Hermosillo el Fernando M. Ortiz se hubiera llenado para una buena despedida… pero el hubiera no existe.

 

No se crea que el béisbol murió… que vá. Cambio de estilo únicamente… esa pelota ya nadie la paraba. El aficionado conoció la magia del Rey de los Deportes y no la iba a dejar escapar tan fácilmente. Después del excelente experimento antecesor, el viernes 14 de noviembre de 1958 nació la Liga Invernal de Sonora inaugurando Guaymas en Hermosillo y Ciudad Obregón en Empalme; cuatro sólidos equipos y un mismo entusiasmo.

 

La emoción también continuó en los parques de pelota. Resultó que al término del calendario normal Naranjeros y Ostioneros quedaron empatados con 22 ganados y 14 perdidos; las cosas se arreglaron planeando una serie final en 5 juegos a ganar 3; Hermosillo recibe a Guaymas el día jueves 5 y viernes 6 de febrero de 1959 obteniendo sendas victorias el equipo capitalino. El sábado gana Guaymas ya en el puerto y sorprendentemente el domingo vence en los otros dos con los cuales obtiene el campeonato de forma milagrosa; el parte periodístico dice: La Liga Invernal de Sonora registró ayer un final dramático, casi idéntico a la serie mundial pasada; los Naranjeros de Hermosillo después de conquistar dos juegos de la postserie y establecerse a un triunfo para la obtención del banderín, sorpresivamente perdieron tres juegos al hilo arrebatándole sensacionalmente el cetro los ostioneros locales que ayer domingo se consagraron. Un jitito bombeado por segunda disparado por el emergente Chino Ibarra en la novena entrada impulsó al corredor emergente Carrillo con la carrera del triunfo y con la que daba a Guaymas la ansiada corona. Entonces aquel estadio atestado, ¡más de 4 mil almas dentro!, se convirtió en un loco y explosivo escenario donde los fanáticos gritaban desaforadamente, brincaban, saltaban al campo, lanzaban cojines, se sacudían unos a otros mientras el perfil del fanatismo hermosillense que había presenciado el juego se semejaba a la aguda caricatura de un tango argentino”. (Escribió Eduardo Gómez Torres). Es así como daba inicio la aventura deportiva que hoy en día cumple 50 años, y todo parece indicar que la pelota seguirá rodando para beneplácito de los aficionados al Rey de los Deportes, espero que para siempre.

 

Generaciones nuevas toman asiento en los Estadios, mientras que aquellos pioneros de la Liga de la Costa, aquellos que participaban con donativos y que asistían a bailes para juntar fondos y traer peloteros del más alto nivel, aquellos que también vivían la ilusión de tener un campeonato venciendo al frío y al bolsillo, poco a poco han ido dejando este mundo pagando la factura que a todos cobra el tiempo. Pero su partida no ha sido infructuosa; aquel aficionado ha dejado la semilla del amor al béisbol en los hijos, en los nietos que inquietos se sentaban junto al abuelo o al padre para escuchar la radio; o que esperaban ansiosos que la noche de navidad llegara para abrir aquel envoltorio que escondía un bat, el guante y una pelota, instrumentos con los que el niño sentía en carne propia la magia del out… la magia del jonrón.

 

Los que aún nos acompañan, esos testigos de la época de oro que hemos querido estudiar y relatar, guardan celosos en el desván de los recuerdos esos momentos de gloria únicos; son aficionados antiguos que de tarde en tarde evocan recuerdos con melancolía, esa misteriosa cuerda que conecta el presente con el pasado a la velocidad sorprendente de la luz, que saca del encierro el nombre de un jugador, aquella victoria brillante, aquel dato curioso que provoca la risa; aquel momento especial en la grada cuando inevitablemente el nombre de un compadre ausente brota fuerte en el recuerdo, que cierra la garganta, que moja los ojos en un de repente.

 

Para esos actores que laboraron en el diamante y en el escritorio, para esos aficionados sinceros que tuvieron al béisbol en alta estima y sacrificaron sus dineros para ver la blanca pelota rodar sobre los primeros pastos iluminados de un estadio, he puesto todo mi empeño a fin de lograr una obra que intentara un acercamiento detallado a ese lejano béisbol de los 40’s y 50’s; el de los guantes pequeños y amplias franelas; el de la garra y la pasión en victorias fantásticas de muchos innings; cuando el héroe intentaba todo por un out en el tiempo justo, por el hit en el momento perfecto; cuando el ídolo en bombachos aceptaba ser paseado en hombros por el humilde aficionado que intentaba agradecer de algún modo la felicidad de una victoria de último momento… de una hazaña incomparable.

 

Aquel Juego del Recuerdo

El día viernes 30 de septiembre de 1965 se organizó un encuentro de jugadores de la Liga de la Costa en la ciudad de Hermosillo con el equipo Naranjeros próximo a participar en la Liga Invernal Sonora-Sinaloa. Fue un día de fiesta en la capital de Sonora donde de nuevo el público acudió a ver a sus estrellas por última vez 7 años después de aquel diciembre trágico en que el equipo abandonó la Liga. Ganaron los nuevos Naranjeros 7 por 2 con victoria para Miguel Sotelo y derrota para Manuel Echeverría; pero el resultado fue lo de menos; ocho mil aficionados abarrotaron el Estadio Fernando M. Ortiz para despedir a ese selecto grupo de jugadores que vinieron a cumplir ese adiós que quedó pendiente. El programa incluyó un desfile por las calles principales de la ciudad y una ceremonia muy vistosa con los himnos nacionales de México y Estados Unidos, en atención a los jugadores norteamericanos presentes. El excelente historiador Don Angel Encinas Blanco hizo un recuento de los Naranjeros de la Liga de la Costa en interesantes artículos que aparecieron en días previos al evento, recordando a las Estrellas que de nuevo pisaron el diamante del Fernando M. Ortiz evocando momentos muy especiales; inclusive asistió al Juego del Recuerdo don Alfonso Robinson Bours, el último presidente de la Liga. El viernes 21 de mayo de 1976 se celebró otro juego a propósito de la campaña presidencial del Lic. José López Portillo, partido en el que intervinieron de nueva cuenta algunos ases del ayer de la pelota desaparecida 18 años antes.

 

Tomando Nota aparece Don Angel Encinas Blanco, Autor del Libro: “El Béisbol en Hermosillo”

 

 

 

Un Reconocimiento Final

La historia de la Liga de la Costa ha sido fascinante de principio a fin y cada una de las 13 temporadas tiene momentos de brillantez únicos que incrementan nuestra admiración por este circuito; una organización que tuvo a Don Teodoro Mariscal como el primer emprendedor que supo contagiar su sueño, que supo compartir la ilusión de disfrutar la grandeza del Rey de los Deportes demostrando que era factible construir una Liga Profesional y compartirla entre los Estados del noroeste de México. No podemos dejar de lado en este mismo párrafo, resaltar también la figura de Don Alfonso Robinson Bours, quien durante buena parte de la existencia de la Liga de la Costa caminó de aquí para allá con el fin de que el béisbol continuara, a pesar de los sinsabores que provocan las malas opiniones que en todas partes siempre están presentes. En una intervención a raíz del problema suscitado en Culiacán destacó: “… la cosa es que nos han hecho en creer que esto es posible… nos han hecho ir a las Ligas Mayores… hemos traído aquí los peloteros de allá… quiere decir que ahora vamos a declarar que resulta que todo el mundo aquí se raja… no creo que los de Culiacán sean rajones …. Así es que deben de seguir adelante… Lo que están diciendo es que se acabe esto y no creo yo que deba acabarse…”. Los aplausos a Don Alfonso no se hicieron esperar.

 

Una Deuda de Gratitud

Por esos caprichos del destino, podríamos considerar que ha quedado pendiente saldar una deuda de gratitud con los actores de aquel béisbol que colapsó  en un ambiente de frustración y desánimo medio siglo atrás. Nunca será tarde para aquilatar el trabajo de administrativos, jugadores y público en general que atendieron al “Llamado del Diamante” con dedicación y esfuerzo; después de revisar este documento, nadie negará que esta primera generación de aficionados y obreros del Béisbol tienen suficientes merecimientos para otorgarles un reconocimiento del más alto valor, precisamente en el nivel exacto que permite a los hombres hacerse acreedores al privilegio de ser recordados para siempre.

 

¡Que Viva la Liga de la Costa!

 Desfile en la Ceremonia de Inauguración de la Liga de la Costa en Culiacán, Sinaloa. Al centro aparecen el Sr. Manuel Félix (Izquierda), Sr. Saúl Aguilar (Representante del Gobierno del Estado de Sinaloa) y a la derecha Don Teodoro Mariscal, escoltados por los jugadores de Culiacán y Guaymas aquel sábado 22 de Octubre de 1949.

 

FIN