CAPÍTULO I:

“El Pitiquín de Pimas Cocomacaques”

 

El Alférez Juan Bautista de Escalante llegaba a Cucurpe un día de Mayo de 1700, sitio por el que transitaba ocupado en vigilar a las comunidades evangelizadas de la región alta de la cuenca de Río San Miguel. Su destacamento tenía residencia en el poblado de Santa Rosa de Corodéguachi (Fronteras), y su grupo militar, la “Compañía Volante de Sonora”, había sido organizada para el objetivo sustancial de preservar la seguridad de los pueblos enfrentando a las avanzadas de indígenas inconformes con la presencia española en estas tierras americanas.

 

Esta etapa de Conquista de Sonora habría comenzado desde el arribo de los primeros contingentes expedicionarios por el año de 1532, cuarenta años después de que Colón descubrió América, y aunque la historia reconoce que la presencia de los militares españoles en estas tierras no perseguía  ejecutar una cacería infrahumana como se observaba en otras partes del mundo, podemos decir que sucedió algo como lo expresa el profesor Jesús Martínez Alarcón (1993): “...si bien la conquista de Sonora no fue un encuentro idílico, tampoco fue una devastación infrahumana, sino un contacto complejo en el que los naturales, no acostumbrados a la sumisión ni al tributo, trataron de imponer las reglas del juego”.

 

La encomienda de Bautista de Escalante tenía como principal objetivo el control de la tribu Seri, cuyo dominio territorial abarcaba la zona centro-poniente de nuestro Estado, habiéndose distinguido tales aborígenes por su rotunda negativa de incorporarse a la cultura española declarando abiertamente la guerra al hombre blanco. Ese día de mayo, Juan Bautista de Escalante recibe una instrucción por parte de Domingo Gironza Petris de Cruzat, Alcalde Mayor de Sonora, para desplazarse a los límites de la Pimería Baja del poniente con el fin de “someter a la obediencia a los indígenas cristianos que habían desertado de los pueblos de Pescadero, San José de Pimas y San Marcial”. Presto a cumplir la misión, el 10 de mayo sale de Cucurpe visitando a su paso los poblados de Santa María Magdalena de los Tepocas (Misión situada al norte de Tuape, a la margen derecha del Río San Miguel), Opodepe, Nacameri (Rayón) y Santa María del Pópulo (comunidad al norte de San Miguel de Horcasitas sobre la margen derecha del Río San Miguel). En este último poblado se encontraba el Padre Gilg (al parecer desde 1692), en trabajo evangelizador de los indios Seris, quien dio la bienvenida al destacamento militar y de buena gana se incorpora al recorrido programado siguiendo el cauce del Río San Miguel.

 

De Escalante reinicia la marcha desde Santa María del Pópulo el 15 de mayo cruzando en primer término por un pequeño asentamiento de indios Seris denominado Nuestra Señora de Guadalupe la Reina de los Ángeles (Fábrica de Los Ángeles), hacia el sur de San Miguel de Horcasitas. Tres días después, el 18 de mayo, día de la Santísima Trinidad, la comitiva se encuentra a su paso una ranchería denominada Pitiquín habitada por pacíficos Indios Pimas Cocomacaques. El Jefe  los recibe portando cruces en sus manos y ofrece tres casas de enramada para los distinguidos visitantes y el destacamento militar; el resto de los indios aguarda de rodillas. De Escalante se muestra agradecido con los indios y les presenta explicaciones de su recorrido por estas tierras: “por el mes de febrero del presente año, pasando por Los Angeles para las costas del Mar del Sur a traer a los “salineros” (Indios Seris) a esa Ranchería, nos sorprendimos de verla despoblada, cosa que se extrañó mucho al haber visto antes tan buenas tierras que estaban sembradas”. El Jefe contestó a través de un intérprete: “nos retiramos debido a los constantes robos y guerras que los seris salineros nos hacían, aunque nos fuimos con ánimos de regresar cuando dichos indios se sosegasen. Nos fuimos con unos pimas parientes que viven cerca de Guaymas. Cuando vimos que los Seris se habían ido, regresamos como se lo prometimos al Padre Gilg, y ahora y siempre viviremos en esa Ranchería haciendo pueblo llamando a otros para vivir juntos y hacer iglesia”.

http://www.geocities.com/mjesus56/fig03f.JPG http://www.geocities.com/mjesus56/fig08f.JPG

Fig. No.2. En contraste con las áridas tierras en  las inmediaciones de Hermosillo, el Río Sonora paseaba sus aguas dando a los aborígenes la oportunidad de abastecerse. En la gráfica de arriba se aprecia una casa Pima típica con sus accesorios domésticos; abajo, una balsa rústica. Así se vivía aquí hace 300 años.

Al parecer, desde ese momento el poblado del Pitiquín de Pimas Cocomacaques empieza a ser reconocido por las autoridades militares y eclesiásticas, pues el Padre Gilg decide visitarlo con frecuencia en calidad de misionero desde El Pópulo, lugar donde tenía su residencia. La comunidad recibe el nombre de Santísima Trinidad del Pitiquín, al haber sido descubierto el día de la Santísima Trinidad. El mismo Padre Francisco Eusebio Kino escribe en el año de 1704: “con el buen avío y buenas gracias que con su mucha caridad para este camino me dieron el Padre rector Adán Gilg en Santa María del Pópulo y el Padre Juan de San Martín en San Francisco y Santísima Trinidad del Pitic, vine con brevedad de 8 días estas cien leguas de camino desde Nuestra Señora de los Dolores hasta San José de Guaymas”. Otra referencia confirmada de la existencia de la Santísima Trinidad del Pitic data también de 1704, cuando el Padre Juan de San Martín inicia sus visitas desde otra comunidad que tenía por nombre San Francisco del Pitiquín, una antigua Misión situada en la confluencia de los Ríos Sonora y San Francisco entre Hermosillo y Ures, sobre la margen izquierda del primero y a la margen derecha del segundo.

 

Sin embargo los indios Seris seguían diezmando a la población Pima y la comunidad no tardó en quedar vacía. En 1706 el general vitalicio de la Compañía Presidial de Janos Antonio Becerra Nieto, al visitar las zonas habitadas por Pimas y Seris nuevamente repobló la Santísima Trinidad del Pitic pero con poco éxito. Doce años después lo intentaría por segunda ocasión. En verdad el trabajo de apaciguar a los Seris no daba muestras de terminar; lamentablemente se desconocen los detalles acerca de sus incursiones sobre el Pitic, pero queda claro que el ambiente de terror que ellos producían en la región nunca permitió la consolidación de este asentamiento al menos durante los primeras cuatro décadas del siglo XVIII.

 

planodomseri

Zona de Dominio de Indios Seris

 

En su libro “Historia del Hermosillo Antiguo”, el P. Flavio Molina localiza el “Pitiquín de Pimas Cocomacaques” a medio kilómetro al sur-este del vertedor de la Presa Abelardo L. Rodríguez, basado en un plano que transcribió cuyo original corresponde al misionero jesuita Adán Gilg firmado el año de 1692. En otra parte de su valiosa obra describe el punto así (pág.23): “la distancia que media entre Villa de Seris y lo que se llamó Pueblo Viejo, actualmente bajo las aguas de la Presa Abelardo L. Rodríguez (a partir del Cerro de la Cruz), da una longitud aproximada de tres kilómetros y medio”. Se asume que el llamado “Pueblo Viejo” corresponde al Pitic.

 

Sin embargo, si hemos de revisar objetivamente los planos antiguos y las cartas topográficas actuales del área, debemos anotar ciertos aspectos geográficos de interés:

 

A) El vocablo “Pitiquín”, derivado del nombre genuino “pitiahaquím” que en lengua yaqui significa “lugar rodeado por arroyos”, deja entrever que esta antigua comunidad tendría la particularidad de estar localizada en un sitio con cauces a su alrededor,

 

B) El poblado “Pitiquín de Pimas Cocomacaques” según el plano del P. Gilg  estaría localizado en la margen izquierda del Río Sonora, y ciertamente alejado del punto de conexión entre el Río Sonora y el San Miguel (“Río de Santa María”),

C) En el plano “Sonora Jesuítica” reproducido por el P. Flavio Molina, se identifica al poblado Pitiquím rodeado por un par de corrientes acatando la concepción expresa del vocablo yaqui “Pitiahaquím”. Dichas corrientes serían el Río Sonora y un afluente importante de éste que viaja desde el oriente denominado Arroyo “El Llano Blanco”.

D) En los dos planos anteriores se comprueba la circunstancia de que el poblado en cuestión se ubica a la margen izquierda del Río Sonora, sea cual fuere la conexión con el Río San Miguel. Realizando una investigación histórica de cartografías antiguas, nos encontramos con un plano fechado en 1769 y elaborado por José de Urrutia en el cual se identifica al “Pitic” una vez más a la margen izquierda del Río Sonora y en clasificación de ranchería.

 

http://www.geocities.com/mjesus56/fig04f.JPG

Plano elaborado por Don José de Urrutia en el año de 1769 donde se presenta al Pitic con la clasificación de Ranchería, siendo ubicada a la margen izquierda del Río Sonora (tomado de la Librería del Congreso de USA)

Por lo anterior, es posible afirmar que el punto geográfico que sitúa a la villa de indios pimas  “Pitiquín de Pimas Cocomacaques” puede ser localizado en un sitio cercano al actual poblado de “La Mesa del Seri”, pues este lugar cumple perfectamente con la condición de estar ubicado cerca de la confluencia de un arroyo hacia el sur y del gran Río Sonora por el norte, a la margen izquierda de este último. En tal caso, el punto denominado “La Iglesia Vieja” deberá ser descartado, pues además del argumento geográfico antes mencionado, debe anotarse que difícilmente aquellos antiguos pobladores tomarían asentamientos muy cercanos a la peligrosa conexión hidráulica que se daba entre los Ríos Sonora y San Miguel; dicha unión debió haber provocado planicies de inundación altamente riesgosas, de una extensión tan considerable que fácilmente anegaría las parcelas de cultivo.

mesadelseri

Plano que ilustra los poblados ubicados en las inmediaciones de Hermosillo a la margen izquierda del Río Sonora; en algún punto de aquí debió haber estado el antiguo Pitiquín de Pimas Cocomacaques. La Mesa del Seri podría ser un sitio bastante probable de tal asentamiento pues cumple con la ubicación precisa manejada por los Jesuitas en 1730. Hay que reconocer que los misioneros de esta orden eran muy disciplinados y bien preparados en todas las áreas del conocimiento;  vivieron bastante tiempo en Sonora y debieron haberse percatado con exactitud donde colocar al Pitic en una cartografía regional.

alr01alr02

En algún lugar detrás del vaso de la Presa Abelardo L. Rodríguez estuvo el “Pitiquín de Pimas Cocomacaques” (Fotografía tomada por el autor la madrugada del 27 de Noviembre de 2001).

 

Difícilmente sabremos con seguridad la ubicación precisa del Pitiquín de Pimas Cocomacaques.  La construcción de la presa Abelardo L. Rodríguez ha borrado todo vestigio  que pudiera darnos algo más de información, y esta antigua e inestable comunidad bien puede ser localizada a una decena de kilómetros al este de la capital de Sonora. Dicha aseveración nos llevaría a concluir que el espacio urbano que hoy distingue a Hermosillo no tuvo un precedente exactamente indígena, como lo sugiere el nombre de “Pitic”, sino que su fundación obedeció más que nada a intereses militares de la colonización española que serán explicados en el capítulo siguiente.