CAPÍTULO IV
“Hermosillo Empieza a
Crecer”
Por decreto de Anastacio Bustamante, la ciudad de Hermosillo (todavía
nombrada como ciudad del Pitic) es declarada recinto
de los poderes del Estado de Sonora el 14 de octubre de 1830, y el 13 de marzo
de 1831 el Primer Congreso del Estado Libre y Soberano de Sonora expide el
decreto que aprueba el cargo de Gobernador Provisional al ciudadano Leonardo
Escalante, mientras se elabora y promulga la Constitución del mismo. Aunque
oficialmente se le da a la ciudad de Hermosillo el nombramiento de capital el
14 de mayo de 1831, el 25 de mayo del año siguiente la capital regresa
nuevamente a la ciudad de Arizpe. Décadas más tarde, el 26 de abril de 1879 se
cambia la capital de Ures a Hermosillo por un decreto
del entonces ViceGobernador Francisco Serna, siendo
nombrada en forma definitiva el 15 de septiembre de 1917.
Al estabilizarse
más o menos el país con el éxito obtenido en la guerra de independencia, la
reconstrucción afectó políticamente a Hermosillo; recién nombrada ciudad
7 años antes, aquel villorio crecía rápidamente, y
aunque fue capital por un año nada más, su poderío agrícola iba en aumento. En
el año de 1838 se le calcularon 10 mil habitantes.
La nación Seri
había dejado de dar problemas serios y seguían repartidos en el Pitic y en la Isla del Tiburón. En el Pitic
aprendieron finalmente a cultivar la tierra y lograban buenas cosechas. Las
artes son desconocidas en su Pueblo de Seris y solo
saben lo muy necesario como calzar hachas, azadones y cuando más hacer frenos
toscos, espuelas, etcétera. En 1811 existían apenas unas cuantas familias Seris pero cuatro años después comenzaron a agregarse desde
la ciudad (de la otra margen del río), hasta que en 1825 con motivo de la
primera revolución de los Yaquis, se tuvieron inmigraciones de Comuripa, Suaqui, Buenavista y
otros pueblos de la sierra. Su población en 1844 ascendía a 3,000 habitantes.
Las nuevas
autoridades de la recién nombrada Ciudad de Hermosillo iniciaron con la
especificación de los límites del nuevo centro urbano; fue nombrado por el
Ayuntamiento el Juez Agrimensor Don José Antonio Noriega y en conjunto con
otros miembros de la Comisión emitieron un dictamen estableciendo el fundo
legal aquel 29 de agosto de 1835, mismo que se presentó como sigue: “El Juez
Agrimensor en presencia de la Comisión y de los oficiales y hallándose
concluida la medida de los ejidos de la ciudad de Hermosillo, que colindan al
poniente con los ranchos de Don Pedro Robles, Don Ciriaco Aguirre y Don Ignacio
Valencia; por el norte con el “Cerro Gordo” que está inmediato al Cerro
Colorado y con los demás cerros en donde se halla “El Espinazo Prieto” y con la
Hacienda de “El Alamito”; por el oriente con la
Hacienda del “Chino Gordo”, rancho de “Las Animas”, la de Don Matías Bernal y
Don Ignacio Díaz, concluyendo enfrente del Puerto de “La Derrumbada”; y por el
sur, con los ejidos del Pueblo de Seris que los
divide el río y con un llano entre “La Flojera” y el mineral antiguo “del
aguaje”.
Dentro del territorio asignado a la ciudad, había un gran mosaico de
terrenos agrícolas regados por una importante red de canales; en septiembre de
1845, el C. Leonardo Santoyo construye un plano mostrando con detalle la
distribución de las tierras y canales (acequias) partiendo de las tomas en el
Río Sonora ubicadas al Este, en las inmediaciones de lo que hoy es la cortina
de la Presa Abelardo L. Rodríguez. La red de distribución a la margen derecha
estaba conformada por tres canales principales:
“San Benito” (para el riego zona norte),
“Carrera-San Antonio”, también llamada “Del Común” (riego zona centro) y
“El Torreón” (riego zona sur y oeste); además, una serie de canales en la
región Este eran utilizados para el riego de la superficie localizada entre el
Cerro de la Campana, los Cerros de El Mariachi y el límite hidráulico del Río
Sonora, el principal de ellos denominado “Del Ranero”. Entre los propietarios
de la región Este podemos mencionar a: Rafael Díaz, Agustín Pesqueira,
Pablo Bernal, Francisco López, Señoras Palacios, Agustín Muñoz, Guillermo
Téllez, Francisco Noriega López, Matías Bernal, Gustavo F. Muñoz, Toribio
Menéndez, Manuel Montijo, Francisco Bernal, Joaquín Loustaunau,
Javier Ramírez, Melchor Sánchez, Pascual Iñigo, Pedro Montaño, Salvador
Noriega, José María Sánchez.
Los principales
propietarios de la región norte son descritos así: Francisco Monteverde, Francisco G. Noriega, María Amparo, Felipe
Noriega, Benigno García, José Ferreira,
Víctor Araiza, Dolores M. de Mange, Pedro Robles,
Francisco Botello, Manuel Fontes, Mariano Paredes,
Benigno García, José María López, Jesús
Gamboa, Fermín Méndez, Encarnación Estrella, Juan J. Vidal, Antonio Sánchez,
Manuel Vidal, Cayetano Navarro y Francisco Yslas. La región centro y sur tenía por propietarios
a: Guillermo Gaul, Francisco Monteverde, Ignacio
León, Pedro Araiza, Señoras Bernal, Bernando
Gabilondo, Rosa Baldenegro, Teresa Félix, Dolores Fontes, Francisco Morales, los Curieles, Francisco
Trujillo, Luz Gutiérrez, Manuel Rodríguez, Ambrosio Noriega, Juan J. Buelna, Ramona Morales, Sacramento Martínez, Rafaela
Contreras, Antonio Vidal, Luis Noriega, Agustín Muñoz, Francisco Robles, Pedro
Robles, Ignacio Córdova, Manuel Ochoa, Micaela Vidal, Pedro Moreno, Pedro Durazo, Pedro Espinosa, Ignacio Valencia, Francisco
Bojórquez, Juan J. Encinas, José Gallegos y Antonio Durazo.
Entre estas personas se repartían prácticamente todo el eje central de la
superficie urbana actual de la ciudad de Hermosillo, y los apellidos
corresponden, sin lugar a dudas, a una de las primeras familias asentadas en el
antiguo Pitic durante el colonialismo sucedido entre
1800 y 1830.