CAPITULO I: Los Primeros Días

 


          Era el verano de 1963 y el fuerte sol de Hermosillo caía a plomo sobre la extensa llanura de innumerables arbustos algo secos, dentro de los cuales aparecían zigzageantes las veredas que a fuerza del paso de los transeúntes se hicieron comunes andadores de aquellos primeros universitarios; aún no había rejas que cruzar ni camiones que trabajaran su llegada. Eran las tres de la tarde, y el profesor, apoyado en el barandal silencioso del segundo piso, podía mirar a lo lejos el arribo de aquel primer Ingeniero Civil que se formaba en la Universidad de Sonora, cuya figura lentamente aumentaba de tamaño conforme se acercaba, similar también al crecimiento intelectual que experimentaba conforme avanzaban sus estudios en aquellas jóvenes aulas donde ocupaba para él solo el quinto grado, ganado con gran esfuerzo y dedicación, dejando atrás a los primeros compañeros que no igualaron aquel prestigioso ritmo académico que el disciplinado maestro imponía en su diaria labor docente.

 

- Ha llegado tarde una vez más... le replicó el maestro.

- No puedo llegar más temprano profesor... en mi casa se come algo tarde y apenas tengo tiempo de reposar...contestó el alumno, un poco apenado por la demora.

- Bueno... si es así, pondremos la hora de inicio media hora más tarde... argumentó el profesor, con el ánimo de resolver aquel añejo problema.

- Me parece buena idea... asentó el alumno ya sobre el escritorio.

Al día siguiente... sucedió lo mismo, de nueva cuenta el alumno llegó tarde y el profesor tuvo que conformarse con aceptar la hora de inicio que su único estudiante ponía con su llegada... al fin y al cabo estaba obligado a esperarlo.

 

          Ese día, después de una hora de clase, el alumno dió muestras de cansancio aparente y con un gran bostezo imposible de ocultar hizo detener al profesor, quien manifestó:

- Si Usted está aburrido... para que se desenfade, ¿porqué no pasa al pizarrón y continúa con la clase?

Pensando que probablemente el alumno se negaría, el maestro se sorprendió con la respuesta:

- Esta bién...asentó el alumno, levantándose pensativo mirando al pizarrón.

 

          El alumno, su único y prestigioso alumno, siguió con aquella demostración emulando al más versado de los profesores, detallando lo necesario para concluir con la clase haciendo constar una vez más el talento por el cual la Universidad de Sonora sostenía sus estudios universitarios. Tiempo antes, el profesor también Director de la Escuela, había sostenido una defensa elocuente con el Rector, quién no estaba del todo convencido de la decisión de sostener los estudios a un solo alumno. Pero los argumentos fueron convincentes:

mire Licenciado (refiriéndose al Rector Encinas): si Usted tuviera que ir a la capital necesitando comprar un boleto de avión y la Compañía. le   dijera: ... ‘oiga pues hoy no se llenó el avión de manera que le vamos a devolver el dinero’...,  pues yo estoy seguro que Usted no volvería con en esa Compañía... y me parece  que algo semejante va a pasar aquí. La Universidad está en posibilidades de completar los estudios de mi único alumno, si lo hacemos vamos a crear confianza en el estudiantado y seguiremos teniendo buenas inscripciones como las de hoy en día..”,

 

 

          Pasó el tiempo y el 27 de Junio de 1964, con la sala pletórica de testigos, el alumno se presentó a su examen profesional. Había elaborado una tesis intitulada “Proyecto para Construir una Batería de Silos en Ciudad Obregón, Sonora”, y se había conformado un panel de jurados en el que se encontraban los Ingenieros Otto Fritz de la Orta, Jorge Valencia Guillerat, Víctor M. Martínez Montaño, Raúl Petterson Téllez y su maestro... el profesor que nunca dejó de creer en él.. Ese día era ansiosamente anhelado por muchos, pero sobre todo por aquel mentor pionero de la Ingeniería de Sonora que había iniciado la aventura aquel 8 de septiembre de 1958. El pasante estaba algo nervioso, pues sabía que su titulación constituía el nacimiento del primer Ingeniero Civil formado en la Universidad de Sonora, y no podía defraudar a sus padres, a las autoridades universitarias, y más que nada a su ilusionado  maestro.

 

          Con una preparación inmejorable asombró a los presentes con su intervención, terminando la exposición en forma brillante. Y llegó el momento de deliberar... el profesor, seguro de la aprobación que su muchacho tenía ganada, debatía con los miembros del jurado más bién si merecería la distinción de “Mención Honorífica”, reconocimiento especial que se otorga a quienes elaboran y presentan un trabajo de tesis de gran calidad. En un ánimo de evitar malas interpretaciones, el profesor se negaba a autorizarle tal honor; sin embargo, el resto del jurado convencido estaba de que tenía el alumno los merecimientos suficientes. Al cabo de cierto tiempo, el maestro Otto Fritz de la Orta, a la sazón catedrático del doctorado de la UNAM y director alguna vez de una agrupación nacional de Ingenieros Civiles, fue interpelado en un momento de la discusión por el maestro, quien expresó:

 

- Ingeniero Otto Fritz... quiero hacerle una pregunta y espero que me conteste con sinceridad...

-Adelante... contestó extrañado el experimentado profesor traído expresamente para el examen.

- Si este sustentante (ahora su Alumno) hubiera realizado sus estudios en la UNAM y estuviera presentando allá este examen profesional...¿le hubiera otorgado la mención que se discute?

- Sin ninguna duda, contestó el profesor seguro de su respuesta, pues en innumerables ocasiones había estado presente en exámenes profesionales con la calidad que había observado en aquel brillante expositor.

 

          En ese instante, el profesor respiró satisfecho... había logrado que su primer egresado tuviera los máximos honores que un alumno podría aspirar, dándole ánimos para continuar con su objetivo de consolidar su Escuela de Ingeniería en la Universidad de Sonora.

 

          Al paso del tiempo, ese muchacho llegaría hasta la Universidad de Berkeley obteniendo el grado de Maestría en Ciencias, terminando el Doctorado en Ingeniería en la Universidad Técnica de Dinamarca. Es así como el primer egresado llegó hasta los confines del conocimiento... un hecho sin precedente en la historia intelectual de Sonora.

 

          El profesor que protagoniza este relato  histórico es el Ing. Arturo Delgado Rodríguez, y el alumno... el Dr. Daniel Ramírez Ballesteros. La Escuela... es nuestra querida Escuela de Ingeniería de la Universidad de Sonora.

 

 

El Ing. Arturo Delgado Rodríguez, Maestro Fundador

 

          Aunque el Ing. Francisco Madrigal Solchaga fue el primer Director de la Escuela de Ingeniería de la Universidad de Sonora en los inicios de la década de los cincuentas, en realidad hasta que llegó el Ing. Arturo Delgado Rodríguez el proyecto tomó forma. El Ingeniero Delgado nació en la Ciudad de México el día 11 de Julio de 1921;  tuvo oportunidad de realizar sus estudios en la cuna nacional de la intelectualidad mexicana por aquellos años... la UNAM, a la que ingresó en el año de 1939 a estudiar la Preparatoria y en 1942 se inscribe a la Escuela Nacional de Ingeniería, continuando sus estudios en la Universidad de Cincinnati, Yale, Harvard, Instituto Tecnológico de Massachusetts y finalmente en la Universidad de Princeton hasta 1949. Siempre ha estado involucrado en el proceso educativo, su máxima vocación. Es por ello que no desechó la oportunidad de venirse a Sonora cuando fue visitado por el Lic. Luis Encinas Johnson entonces Rector de la Universidad de Sonora y por el Maestro Rosalío E. Moreno; el Ing. Delgado recuerda:

 

“... Platicamos el Lic. Encinas, el Ing. Mario Yeomans y el que era Secretario del Consejo el Maestro Chalío Moreno -muy querido ya fallecido...él dedicó su vida a la Unison desde que se fundó en 1942-; inicié las primeras clases con Mario Yeomans en la Topografía y siempre fue muy fiel y un excelente colaborador... al segundo año, ya había mas gente de manera que yo tomaba algunas  del segundo y tenía que ceder las del primero a nuevos profesores, y así nos fuímos... cuando vine se había pensado reiniciar la Escuela  invitando a otro Ingeniero para hacerse cargo de la Dirección, pero  después de haber hecho una visita a Hermosillo, pues como que no le interesó;  entonces me fueron a ofrecer la Dirección y teniendo ganas de venirme a provincia  y habiendo tenido antecedentes  de la clase de gentes que hay aquí, me entusiasmó su empuje y decidí  radicar aquí en Hermosillo con toda mi familia... nunca había estado en Hermosillo y en ninguna parte de Sonora, así que era una aventura; me vine con toda mi familia sin ni siquiera saber donde ibamos a llegar a vivir;  mandé por detrás de nosotros el camión de los muebles y llegamos a Hermosillo. No había casas de alquiler en esa época  así que tuvimos que alojarnos en un motel de la ciudad;  había en ese tiempo muy pocos moteles, los muebles me hicieron el favor de guardármelos  en los sótanos del edificio principal de la Universidad  y la oficina estaba en un  lugar muy pequeño, en un corredor en donde ni siquiera había  escritorio; no había Secretaria ni gente que nos apoyara en nada... teníamos al final del corredor ahí donde está la Rectoría y la Tesorería  un salón de clases que por cierto era muy frío en invierno y muy caliente en verano, pero tuvimos  un grupo de excelentes alumnos en la primera generación, la mayoría de ellos con mucho entusiasmo, y así seguimos; al siguiente semestre nos dieron un salón adicional y ya cuando no cupimos ahí nos pasaron al edificio  en el que estamos ahora, que era de Preparatoria en aquel entonces . Para ellos  se había construído un edificio nuevo (donde estaba la Preparatoria Central) ya que no era suficiente. Primero dispusimos del último piso del edificio, y  a medida que fue creciendo la Escuela nos fueron dando mas espacio hasta que llegamos a ocupar todo el inmueble”.

 

          En el Acta del Consejo Universitario de fecha 22 de Septiembre de 1958 se relata la aprobación de la Facultad del siguiente modo:

 

“Punto 8. Dictamen de la aprobación de Grados y Revalidación de Estudios aprobando la creación de la Escuela de Ingeniería con la Carrera de Ingeniero Civil en cinco años, con el Plan de Estudios propuesto y que inicie sus actividades el primer año en Septiembre próximo. Puesto a consideración de la Asamblea fue aprobado por unanimidad.

Punto 9. Dictamen de la Comisión de Hacienda expresando que, tomando en cuenta el Estado de Contabilidad presentado por Tesorería y después de hacer la comparación de los ingresos registrados, se considera que la economía de esta Institución permite con amplitud la iniciación de la Escuela propuesta. Puesto a la consideración de la Asamblea y después de un cambio de impresiones fue aprobado por unanimidad el dictamen. En seguida el Sr. Rector informó que, por no poderse seguir los trámites señalados por la Ley de Enseñanza Universitaria para la designación de personal en la Escuela de Ingeniería, se permitía proponer al Sr. Ing. Arturo Delgado Rodríguez, quién fue ampliamente recomendado por el Director de la Escuela Nacional de Ingeniería de la Universidad Nacional Autónoma de México, y quién organizó la Escuela de Ingeniería del Instituto Tecnológico de Monterrey, con estudios en la Universidad Nacional Autónoma de México y en algunas de las más importantes Universidades de los Estados Unidos. La proposición fue aprobada por unanimidad por lo que se nombró al Sr. Ing. Arturo Delgado R., Director de dicha Escuela, que, tomando en consideración los antecedentes de las otras Escuelas profesionales, llevará en lo sucesivo el nombre de Facultad de Ingeniería”.

 

          Con su experiencia y brillante talento para la Ingeniería, sobre todo para las Matemáticas, el Profesor Delgado conformó un Plan de Estudios para la Carrera de Ingeniero Civil a la altura de cualquier Universidad del Mundo. Empeñado en lograr el éxito que se había trazado como objetivo, avanzó en todos los frentes: contratando maestros, promocionando la Carrera, buscando recursos para los accesorios y equipos diversos, acondicionando aulas y programando las materias, entre otras muchas actividades propias de una Escuela profesional.

 

“nosotros aquí nos sentamos  a  planear el Programa de Estudios no con base en lo que se decía en la Universidad Nacional,  sino pensando en la  Ingeniería del futuro... que es lo que iban a necesitar... cuales eran las tendencias  de la Ingeniería... y con eso en mente, nuestro programa era  muy poco parecido al de la Universidad Nacional; era mucho mas rígido el nuestro. Tuvimos aquí materias que no había en la Universidad Nacional y que posteriormente  pusieron en sus planes...  la necesidad del avance fue lo que impuso esas materias”.

 

          El primer día de clases oficial para la Escuela de Ingeniería fue el lunes 8 de Septiembre de 1958, cuando en sencilla ceremonia se dió principio a las primeras cátedras de la carrera de Ingeniero Civil.

 

          En ese primer ciclo escolar se inscribieron 8 alumnos, al año siguiente fueron 19, 36 al tercero y gradualmente la matrícula fue incrementándose. Hoy en día (1998) la población estudiantil asciende a 1350. En cuanto a los profesores, en ese principio se tuvieron 3 maestros de horas sueltas y el Director. Al año siguiente se incorporó el primer profesor de tiempo completo y gradualmente fue aumentando a razón de uno o dos por año.

 

          Crear una Escuela de Ingeniería es una tarea en verdad difícil porque no es suficiente contar con aulas y profesores, que en realidad ésto también representa algo delicado, sino que el equipo de laboratorio y los edificios especiales para las pruebas son de gran importancia y sumamente caros. Es así que , llegado el momento al avanzar los grados académicos, la Escuela requirió de los laboratorios de ensayes de materiales y de computación. Sin embargo, éstos aún no se tenían por lo que el Ing. Delgado realizó gestiones para conseguir que los alumnos asistieran a la Universidad de Tucson para cumplir con esta etapa de su adiestramiento.

 

...”cuando se establecieron las Materias de Construcción, que todos veíamos iban a ser imprescindibles, y sin tener el equipo a la mano,  conseguimos que nuestros estudiantes pudieran hacer sus prácticas los Sábados y Domingos en la Universidad de Arizona; de ese modo, en los vehículos de la Universidad iban los alumnos con el profesor y trabajaban allá  regresando el domingo por la tarde; de manera que, sin el equipo en ese tiempo y con buenos alumnos y una excelente planta de maestros, conseguimos también que los muchachos aprendieran a programar computadoras, por ejemplo sin haber tenido el equipo aquí...  eso se podía hacer en la Universidad con la visión y el equipo de jóvenes entusiastas que teníamos”.

 

          Al tiempo, las gestiones del maestro Ing. Delgado tuvieron el éxito esperado, y fue posible empezar a construir el tan ansiado laboratorio de materiales...

 

“... cuando instalamos el Laboratorio  de Materiales lo hicimos con visión futurista, desde luego... al Ing. Martínez le tocó construir el local... no se si la gente lo sepa... él diseñó la estructura que era novedosa para esa época y tuvimos la suerte que nos asignaran un presupuesto suficiente, y además, con la visión futurista de que hablo, obtuvimos una máquina Universal que no tenían en ninguna Universidad del País... ni siquiera el Instituto de Ingeniería... y  actualmente todavía nuestra máquina  es capaz de efectuar ensayos experimentales de buena calidad...

 

          El esfuerzo del Ing. Arturo Delgado por engrandecer la Escuela de Ingeniería y a la Universidad de Sonora fue  siempre dando lo máximo de su tiempo y energía. Participó activamente en la vida universitaria en todas las áreas que se le requerían;  durante su estancia en Sonora fue maestro pionero también en la Escuela de Matemáticas de Altos Estudios (hoy Departamento de Matemáticas), del cual comenta:

 

“... ahora que  vine a esta visita corta (noviembre de 1988), me enteré que el Matemático Marco Antonio Valencia es el Rector, yo lo conocí de estudiante en Altos Estudios y me dio una sensación muy especial porque me acuerdo que cuando se inició esa Escuela colaboramos algunos de nosotros en dar clases en Matemáticas... en aquel entonces se preparó a ese muchacho para ir -muchacho le digo... ahora  es el Sr. Rector-,  para que fuera a competir a un certamen en el Politécnico donde iba asistir lo mejor del País, y nos dio una satisfacción tremendamente grande que él hubiera resultado el ganador de ese concurso... ahora,  25 años después vengo y me entero que es el Rector...  como que siente uno muy bonito ¿no?...”

 

Es fácil reconocer como el Ing. Delgado miraba hacia adelante convencido de que la Carrera de Ingeniero Civil era indispensable para Sonora, un Estado que empezaba a asomarse al escenario industrial y cuyo desarrollo sería imposible sin las extensas redes de comunicación, servicios de agua potable y alcantarillado, obras hidráulicas en las extensas zonas de riego, y sobre todo, las nuevas edificaciones de un crecimiento urbano que,  aunque incipiente,  no tardaría en multiplicarse. Once años antes de Inaugurar la Escuela se había levantado al Este de la Ciudad de Hermosillo la Presa Abelardo L. Rodríguez y por todo el Estado se empezaban a planear las grandes obras hidráulicas que hoy sirven en gran forma al desarrollo sonorense y nacional.

 

          El período del Ing. Delgado en la dirección de la Escuela tuvo su fin en 1966, poco más de 8 años después de haber sido creada, cuando ciertas manifestaciones estudiantiles promovieron su salida. El día 26 de Octubre de 1966, en la reseña periodística (p. El Sonorense) relacionada con el informe de actividades del entonces rector de la Universidad de Sonora presentado la noche anterior (Lic. Moisés Canale), se dijo:

 

“Al terminar la ceremonia, el público que asistía se encontró en el exterior de la Biblioteca y Museo, calle de por medio, a un grupo de estudiantes de la Escuela de Ingeniería que enarbolaban mantas en las cuales se pide el arreglo de la cuestión que plantearon al Consejo, y que atañe a la próxima elección de Director. Se condujeron pacíficamente y en orden”.

 

          Esta inconformidad, expresada con mantas ese día, daba evidencias de que había un movimiento en contra de las autoridades de la Universidad para evitar la designación para un nuevo período de Director en la persona del Ing. Arturo Delgado; el motivo se fundamentaba en el hecho de que los estudiantes consideraban exagerada la posición del Director en torno a la rigidez con la que se evaluaban las cátedras, según la filosofía del profesor de una alta calidad en la preparación universitaria;  ésto limitaba el ingreso y permanencia de no pocos estudiantes, inconformidad al fin que originó una de las primeras huelgas en la Universidad de Sonora. Años antes, en 1961, estudiantes de la Escuela de Agricultura y Ganadería habían estallado una en contra de la reelección del Ing. Antonio Medina Hoyos como director del plantel... ya se conocía el procedimiento. La sociedad sonorense estaba atenta a los acontecimientos.Una semana antes, el día 18 de octubre, en una reseña de la columna “Hechos y Palabras” del columnista del periódico “El Imparcial” Sr. Abelardo Casanova, se leía:

 

“Esta columna está en aptitud de asegurar -hasta donde algo se puede asegurar en este mundo- que son falsos los rumores en el sentido de que los estudiantes de Ingeniería de la UNISON preparan hoy un movimiento de protesta. Hasta el momento, esta situación tensa originada en la próxima elección de Director de esa Facutlad, puede resumirse en los siguientes puntos: 1.- Los estudiantes de Ingeniería han decidido por todos los medios que el Ingeniero Arturo Delgado no sea reelecto Director de la Escuela. 2.-La FEUS, a solicitud de los Directivos de la Sociedad de Alumnos, ha brindado su apoyo a esta pretensión pero -también a solicitud de la misma sociedad- ha establecido que el apoyo será puramente de respaldo sin que la FEUS llegue en niguún momento a tomar decisiones por su cuenta en el caso. 3.- Los alumnos de Ingeniería no han definido todavía si esperarán a que la terna de candidatos para la Dirección sea dada a conocer oficialmente, o si tratarán PACIFICAMENTE de hacer ver su decisión a las Autoridades Universitarias antes de ese conocimiento; pero en todo caso, no será sino hasta hoy en la tarde cuando lo decidan (18 de octubre de 1966), 4.- El Rector Canale les dijo ayer a los estudiantes que está en espera de las currículas de los posibles candidatos, para decidir sobre ellas a quienes propondrá para la elección. 5.- Los muchachos de Ingeniería no piden la renuncia del Ingeniero Delgado; simplemente su no reelección pues consideran que en ocho años de labor está probado que -acaso por su alta competencia profesional- su actuación personal se contrapone con los intereses del estudiante medio por el rigor académico que se emplea. Insisten en que no ponen en discusión en ningún momento ni la calidad profesional ni la honestidad del Ing. Delgado. 6.-Entre los muchachos que encabezan la moción, hay muchos por los que se puede meter la mano a la lumbre en el sentido de que son ajenos a toda inclinación a agitar. Los directivos de la Sociedad de alumnos aseguran que en ningún momento se entrevistaron con dos líderes del Frente Democrático Estudiantil que en días pasados estuvieron aquí en plan de observación.

Esta es la situación actual en este problema que ha desatado nerviosismo en los centros estudiantiles y en los informativos. Algo que parece, sin mengua de la Autoridad Universitaria, ni del prestigio de maestro alguno, el asunto podrá resolverse y cualquier peligro conjurarse en el momento mismo de formular la terna de candidatos a la Dirección. Una cosa han dicho los alumnos que les interesa hacer constar: No quieren presionar a la Rectoría para la formulación de la terna y -aquí otro reconocimiento para los méritos del Ingeniero Delgado- están dispuestos a esperar para que se seleccionen candidatos del mismo nivel profesional del actual director.”

 

          Días después, el 23 de Octubre aparece un análisis mas profundo del problema por parte del citado periodista:

 

          “Vuelvo al asunto de las dificultades surgidas en la Escuela de Ingeniería de la Universidad de Sonora, por causa de la próxima elección de nuevo Director de dicha Escuela.

          Desde el origen del problema, he tratado de seguirlo no por ninguún interés morboso ni por afán de sensacionalismo, sino por el temor que todos tenemos de que una dificultad cualquiera venga a formar en nuestra máxima casa de estudios un conficto que absolutamente todos los sonorenses tendríamos que lamentar amargamente.

          He hablado con los estudiantes al respecto. Y he tratado aquí el tema sin más imparcialidad que la que pudiera generar la simpatía que uno siente por la juventud, mientras no se pruebe que obra con dolo o mala . Los muchachos con quienes he tratado el punto -exclusivamente alumnos de la Escuela de Ingeniería- me inspiran confiaza. Por algunos de ellos, que conozco de su generación anterior, puede meterse la mano a la lumbre, como suele decirse. El planteamiento de ellos tal como lo hacen, es estrictamente Académico: consideran perjudicados a los estudiantes, por un régimen que aseguran está más allá de la rigidez normal que debe imperar en la formación de los profesionistas. Y aquellos con quienes he hablado y que son los vocereos del descontento son, debo decirlo, buenos alumnos y han llevado con cuidado su carrera.

 

          Pero me han hablado también otras personas ajenas a este grupo, según comenté ayer. Un ingeniero que hizo su carrera en la UNAM, ha dicho que en verdad, los estudios de ella son un verdadero cernidor que no permite que se cuele absolutamente nada que no esté depurado al máximo por el estudio y el conocimiento. Me ha dicho también que en contacto con los trabajos de la Escuela local, no encontró diferencia entre los problemas que se plantean aquí a los alumnos en su desempeño académico, con los que él mismo tuvo que afrontar cuando era estudiante en la Cd. de México. Un periodista me ha indicado que es de temer una futura situación de desenfreno de exigencia estudiantil, si cada día los universitarios van recibiendo más y más concesiones hasta llegar a una “estudiantocracia” que sería nefasta.

 

          Y hay algo más, ésto con respecto  al hombre que se encuentra en el ojo de la tempestad: El Director de la Escuela de Ingeniería de la Universidad, Ingeniero Arturo delgado: No hay quien no avale su competencia, su honestidad y su dedicación. Incluso los mismos estudiantes inconformes con él han expresado repetida y enfáticamente que la personnalidad profesional del Ingeniero Delgado está completamente a salvo del menor entredicho. Todos concuerdan en que el Ingeniero Delgado es un enamorado de su trabajo en la Universidad. Hombre acomodado, abandonó la dirección de una empresa de nivel nacional para venirse a encerrar en el claustro universitario alrededor del cual hace vida, poniendo en su trabajo todo lo que tiene.

           ¿Entonces?

          ¿Por qué hay un conflicto entre Director y alumnos, si uno y otros son gentes que obran de absoluta buena , son dedicados a sus tareas y garantizan con sus conductas personales la legitimidad de sus miras?

          Yo he visto demasiadas películas  texanas en las que, aunque me he divertido locamente, he hecho también el incómodo aprendizaje de que no es válido poner de un lado de la raya al “muchacho” y en el otro a los “bandidos”. La composición de lugar que fija tajantemente al héroe y al villano no es más que un anhelo de simplificar algo tan complicado como los motivos del humano comportamiento. En tal situación, sería imposible decir sobre el probema de Ingeniería que una de las dos partes en el conflicto tienen cartas ocultas enla manga con el único fin de derrotar a como dé lugar al adversario., y que es la que merece la condenación absoluta.

          Hay una cosa cierta: En el ámbito universitario nacional, la harina no está ciertamente para bollos. Yo no estoy de acuerdo con izquierdistas trasnochados que absuelven en definitiva a  los estudiantes por sus protestas, por sus motines y por sus manifestaciones violentas, aduciendo que ellos expresan el malestar del pueblo por una situación que califican de injusta en el campo social. Lo cierto es que los estudiantes tienen sus problemas que afectan a la mayoría en su desenvolvimiento universitario. Pero en cuanto a la situación social de país cuando se levanta una polvareda estudiantil, generalmente está generada en una situación realmente molesta para los estudiantes, o en “movidas” de gentes interesadas que utilizan a la Universidad para fines políticos, cualquiera que sea la orientación de esta política.

          Los comunistas ciertamente aprovechan cualquier agitación de cualquier tipo para llevar agua a su molino. Los políticos en el pandero utilizan por cierto sin escúpulos las marejadas universitarias, provocándolas en ocasiones para convenicencias de sus grupos o perjucio de sus advserarios. Otros interesados hacen lo mismo por que saben que en la actualidad, poder mover al estudiantado es tener armas con que hacer sentir en la sociedad el peso de sus intereses. Y en este río revuelto por activísimas manos sucias, es natural que se fomente la vagancia, el fosilismo, los embutes en un tinglado que responde ni más ni menos que a una auténtica corrupción de menores.

          Eso todos lo sabemos. De ahí que todos temamos que surjan confictos universitarios, los más difíciles que puedan darse en nuestra conflictiva actualidad. Pero esto mismo puede producir juicios  y acciones que resulten injustas para los jóvenes. No podemos ponernos en el extremo de que todo lo que no sea miel sobre hojuelas en la vida universitaria ha de imputarse a los estudiantes. Ellos tienen inquietudes, impaciencias y con mucha frecuencia intemperancias. Pero por el otro lado, los adultos tienen intereses que con frecuencia están situados más allá de la legitimidad, por el hecho de que  la autoridad es indispensable para la vida social, no hay que ovidar que la autoridad deja de serlo cuando es contaminada por el despotismo.

          Estas consideraciones son generales. Pero posiblemente su trazo pueda aplicarse al problema de la Escuela de Ingeniería. Los estudiantes son sujetos de formación, y por lo tanto, debe acostumbrárseles a  la disciplina y a la observancia de las disposiciones legales y al respeto a la autoridad. Pero no hay que olvidar que la autoridad no tiene su fin en sí misma, sino en el bienestar de aquellos sobre quienes se ejerce. Los jóvenes y los adultos obedecen con gusto -¡y no por eventuales motivos de organización social, sino por imperativos de la naturaleza humana!- cuando ven que detrás de la exigencia de obedecer se encuentran motivamciones de justicia.

          Con estos elementos, el conficto pudiera conjurarse. Porque fuera de los elementos de la legítima autoridad, de la justicia y la auténtica preocupación universitaria, todo lo demás se reduce a consideraciones académicas bién definidas que a fuerza deberán llegar a un fruto aceptable para todos”.

         

          Con todo y la disposición al diálogo que siempre existió entre las autoridades y los estudiantes, se tomó la decisión de suspender las actividades académicas de la Escuela de Ingeniería  el día martes 25 de Octubre al filo del mediodía, en virtud de que el rector Moisés Canale R. declaró que la elección del nuevo Director (que correspondía en el mes de Octubre) se prorrogaba para el mes de Enero, hecho que produjo malestar en los alumnos de Ingeniería que deseaban una solución inmediata a su petición de cambio;  esperar hasta Enero no era conveniente pues, al decir de la Sociedad de Alumnos, en esa fecha  (Enero de 1967) existen exámenes semestrales y no habría atención suficiente, además de que el período del Director Delgado termina en Octubre y posponer la elección dejaría virtualmente acéfala la Dirección del Plantel.

 

          La huelga duró tres días, y al mediodía del  28 de Octubre ya existía la intención por parte de las autoridades de tomar cartas en el asunto y dar una respuesta convincente a los estudiantes inconformes.

 

          Respecto a los detalles acerca del comportamiento académico exhibido por el Ingeniero Delgado, el Ing. José Luis Jardines, egresado de la Escuela de Ingeniería de aquel entonces y discípulo del profesor agrega (entrevista en 1992):

 

“... la Escuela era para brillantes... cuando entré a primer año nuestra generación constaba de 24 alumnos, para diciembre quedábamos 14 y pasamos 4 alumnos a segundo año: Alfonso Mendoza Ochoa, Francisco Noriega A., Leovigildo Reyes y yo... en segundo año encontramos a otros rezagados como Armando Encinas Blanco, Arnoldo Navarro P. y Héctor Ochoa... juntos pasamos a tercero donde nos encontramos a José Valverde para completar la generación con 8 miembros...  nos sentíamos como en un régimen carcelario; había exámenes mensuales para medir el aprovechamiento además de los semestrales, mismos que tenían la particularidad de ser de cuatro tipos: el 1A, que era un examen para aquel alumno que no tenía faltas (menos del 5%) y además iba aprobado según sus calificaciones mensuales; el 1B era para el que iba aprobado pero que tenía más del 5% del faltas; el 2A era para el que iba reprobado pero que tenía constancia de excelente puntualidad, mientras que finalmente el 2B... era la muerte... porque era para el que iba reprobado y además tenía una asistencia fuera del límite. Al llegar el mes de diciembre, ahí se veía la posibilidad de pasar o ... Cuando entrabas al examen con Delgado tenías que saberte todas las fórmulas de memoria; te parabas en la puerta del Aula Magna (hoy Victor M. Martínez M.) la cual llamábamos la “sala de maternidad” y la broma era: ¿vienes preparado?... sí... si vengo bién preparado: traigo 2 lápices con punta, traigo sacapunta, traigo borrador y mi regla de cálculo... eso era ir bién preparado al examen. Delgado se paraba en la puerta y te revisaba... te levantaba el pantalón para ver si no traías en el calcetín el acordeón... llegaba el colmo de que sacaba la regla de cálculo y la veía por los cantos a ver si no traías una fórmula escrita... te daba las hojas blancas que ibas a utilizar en el examen y te acomodaba... en cinco bancas a la redonda no tenías a quién ver. Indudablemente que en aquel entonces había muy buen nivel; recientemente, el Ing. Francisco Salazar, compañero de aquella época, decía: en mis tiempos, el que no podía aquí se iba al Tecnológico de Monterrey.

...Me acuerdo de un muchacho que le decíamos “el Chiquis” que andaba sufriendo con el curso de Física, fue a Guadalajara y le cambiaron el apodo por el de “Timoshenco”, un libro notablemente famoso y bastante complejo, y le pusieron así porque se sabía muchos problemas de este texto la mayoría difíciles de resolver. Es así que, debido a este riguroso esquema didáctico implementado por Delgado con el cual no estábamos de acuerdo, decidimos iniciar el movimiento de destitución...  fuimos a hablar en primera instancia con el Ingeniero acerca de lo que pensábamos... en un momento de la conversación él respondió: ... “eso que me dicen es como si mis hijos me dijeran que no me quieren”... y se nos hizo contrita el alma; sin embargo, se llegó el movimiento al punto de que nos pusimos en huelga exclusivamente con el apoyo de los estudiantes de la Escuela de Ingeniería, nada de ir a alborotar a otras gentes. Días después, el rector Dr. Moisés Canale ofreció solucionar la problemática si levantábamos la huelga y por votación mayoritaria de las 40 gentes que componíamos la Escuela decidimos suspenderla. A Delgado lo hicieron Director de Estudios de Posgrado, sustituyéndolo el Ing. Sergio Maldonado, un tipo más práctico pero definitivamente menos brillante. Recuerdo que durante el movimiento hicimos una marcha en el informe del Rector del25 de octubre de 1966, en el cual llevamos una manta que decía -”Por Sonora y su Universidad para Progresar Pedimos Justicia”-. Así pues, finalmente el movimiento fue exitoso y logramos un cambio en la Escuela; sin embargo, debemos reconocer que el Ing. Delgado le dió un sello característico a la Institución, dejando una huella imborrable.”

 

Del mismo modo, el Ing. Larios Gaxiola, también egresado de la carrera expresa su comentario:

 

“...Había muchos reprobados en aquel entonces, gente con gran capacidad e inteligencia inclusive que tuvo serios problemas para acreditar materias... hubo alguien por ejemplo, que reprobó hasta 4 veces el curso de Estabilidad perdiendo 3 años de su carrera, y todos reconocíamos su gran inteligencia... es por ello que la gente se hartó y se hizo la huelga”.

 

 

El Ing. Delgado, por otra parte, argumenta lo sucedido:

 

“En realidad, en nuestra Escuela había bastante buen ambiente en aquellos años, excepto cuando se presentó el problema político y se vinieron esos problemas en serio... la Escuela de Ingeniería nunca tuvo problema de limitar la inscripción de alumnos; tuvimos pocos porque la Escuela tenía fama de ser muy dura, y pues el que quería entrar se incribía y ya. Pero en todas la demás, sobre todo en la de Leyes, la demanda era muy grande y empezaron a aplicar examen de admisión. Entonces me acuerdo que en ese año, en particular de 10 de calificación solo aceptaron alumnos que tenían calificación mayor de 9.4; imáginense el nivel que buscaban, y si un alumno había obtenido menos, ya no lo admitían. Ese semestre en particular tuvimos incripciones extraordinarias, cosa que nunca se veía; me enteré después que alumnnos que habían fracasado en la Escuela de Leyes se vinieron a inscribir a la de Ingeniería, seguramente para justificar en su casa que habían entrado a la Universidad. Obviamente vinieron los exámenes y me imagino la actitud de un alumno así, que no entiende nada, pues  fue fácil presa de los agitadores; con tal de no tener la pena de que los reprueben, se empezó el movimiento de huelga sin una razón aparente. Recuerdo que vinieron periodistas y preguntaban... bueno y ¿porqué están en huelga?, ¿que pasa?. La mayoría no sabían, algunos decían que porque les exigía demasiado pero pues la verdad de las cosas es que detrás de todo esto hubo agitación política, intenciones de crear conflictos en la Universidad y pues estos estudiantes que habían ingresado aquí  con problemas psicológicos al no poder ingresar a Leyes y entrar forzados a Ingeniería los motivó a realizar una huelga al no acreditar sus primeras materias... hay un grupo de alumnos que  les dicen lo que quieren escuchar y ahí es cuando se hacen los problemas de ese tipo... eso es la demagogia... eso pasó en ese tiempo...

 

El Ingeniero Marco Antonio López Ochoa, egresado de la Escuela de Ingeniería, relata una anécdota en su libro “Yo Quiero un Dinosaurio”, respecto al tema que nos ocupa:

 

El Ingeniero Delgado, aquella madrugada de otoño de 1966 iba caminando sigilosamente por encima de los cuerpos de los estudiantes dormidos en el piso de la Escuela de Ingeniería Civil de la UNISON, cuando un grito lo detuvo:

- ¡Deténgase Ingeniero, no avance más!, era Francisco Arnoldo Navarro, un estudiante brillante de segundo año de la Carrera de Ingeniero Civil.

- Solo voy a sacar unos papeles, dijo con voz tímida el Director.

-¡Pues no, no puede, retírese!, firmemente le reiteró Arnoldo.

El maestro y director abandonó el edificio mientras los demás alumnos se iban despertando por los gritos de Arnoldo. Los estudiantes habían tomado el edificio de la Escuela para obligar a las autoridades a despedir al Director y que nombrara a uno menos exigente; eran apasionados de la excelencia académica pero no tanto.

Días después la Sociedad de Alumnos de Ingeniería obtuvo el apoyo de la FEUS (Federación de Estudiantes de la UNISON) y así enfrentaron al Rector Moisés Canale con una amenaza de huelga general. El Rector no tuvo más remedio que acceder y se produjo el despido de Delgado, un excelente Director egresado de la Universidad de Harvard que quería hacer de la Escuela de Ingeniería una pequeña Harvard.

 

          En una conferencia impartida en el Aula Magna de la Escuela de Ingeniería (hoy Ing. Víctor M. Martínez M.)  el Ing. López Ochoa relata:

 

          “Yo veo que aquí hacen falta Ingenieros que estén preparados para construir casas, bodegas, caminos, pero no las grandes obras del capitalismo estadounidense que no tenemos...

          Sonora en aquellos tiempos era un Estado agropecuario de fuerte impulso capitalista, producto del triunfo de los grandes líderes sonorenses de la Revolución Mexicana, quienes invirtieron (ellos y sus seguidores), inmensas cantidades de capital en infraestructura agropecuaria, caminos y obras urbanas. Pero el tiempo pasó.

          Yo siempre he argumentado que el origen y fuerte impulso inicial que recibieron los movimientos del ‘67 en Sonora y ‘68 en México se localizaron en las Escuelas de Ingeniería Civil de las Universidades respectivas de dichos lugares.

          La razón principal que argumento para demostrar esta aseveración es que los estudiantes de Ingeniería Civil habían logrado un elevado grado de organización política con motivo de la expulsión de un director de la Escuela de la UNISON, debido a que su nivel de excelencia exigido a los alumnos era demasiado alto para la entidad y aún el país, pues solo egresaban un 0.4% de los alumnos de nuevo ingreso. Es decir, el 99.6% se frustraba, se iba a otras carreras o repetía años, y como consecuencia, el costo de cada egresado era altísimo. Esto era prohibitivo en un Estado con una Universidad apenas nacida.

          Sin embargo, debo admitir que el movimiento... el propósito se nos fue de las manos como sucede en todos los movimientos estudiantiles”.

 

          Este hecho inusitado en la Universidad de Sonora tomó por sorpresa a todos y quizá pudo tener su explicación, ya que protestar en aquellos años era la nueva cultura. A nivel internacional, se veía que en el mundo corría una misma voz, la de la juventud intelectual que proclamaba una adaptación a la nueva era que se estaba gestando, y en la que el miedo a una tercera guerra mundial podía ser liberado abogando por la paz por cualquier medio. Los hippies protestando con su modo de vivir, el mercado de las drogas consolidándose, jóvenes en la lucha por una paz que todo lo justificaba, la música rock que apoyaba el  nuevo movimiento, las modas, y sobre todo el natural rechazo al autoritarismo y a los frentes militares que tanto odio había generado desde la culminación de la II guerra mundial, terminó por unir al mundo cultural, y las Universidades ofrecían el lugar ideal para la expresión juvenil de descontento. En ese entonces la guerra de EU con Vietnam estaba en su apogeo y muchos universitarios estadounidenses realizaban innumerables marchas y protestas por esta violencia, llorando la muerte diaria de sus jóvenes compatriotas en batalla. Los medios de comunicación estaban consolidándose también, y ésto contribuía a incrementar el conocimiento de lo que sucedía a muchos kilómetros de distancia, dando la oportunidad de copiar esquemas de protesta y motivos para ello en todas partes del globo. Protestar, hacer marchas y plantones con mantas podría estar de moda en aquellos años, y bastaría algún desajuste local para tomar una bandera de lucha... por insignificante que ésta sea y  lamentablemente muchas de las veces sería magnificada en provecho de extraños intereses.

 

          Con el ánimo de conciliar las partes en pugna, las autoridades universitarias tomaron la decisión de otorgar al Ing. Delgado el cargo de Director de la Facultad de Post Graduados de la Universidad de Sonora, recayendo la responsabilidad de la Escuela de Ingeniería en su secretario, el Ing. Sergio Maldonado. Es así que con el Ing. Delgado termina esta primera etapa, desgraciadamente en condiciones poco satisfactorias para la imagen de un hombre que luchó por mantener siempre el espíritu de alta calidad, con entrañable cariño a su Escuela y a la Universidad de Sonora, y sobre todo, vigilando siempre que la preparación de Ingenieros Civiles fuera de lo mejor. En una entrevista realizada en 1992, el Ing. Larios Gaxiola señala:

 

“... casi todos los egresados de Ingeniería de aquellas épocas que fuimos a realizar estudios de posgrado obtuvimos las mejores calificaciones en las Universidades que nos tocó estudiar... las calificaciones que nunca tuvimos en nuestra Escuela de Ingeniería las logramos obtener en otras partes, en México y en el extranjero, mismas que en la UniSon ni sonábamos tenerlas alguna vez...”

 

 

          Como humanos que somos, estamos claramente expuestos a fijarnos apreciaciones que nos producen errores o visiones fuera de tiempo, inadecuadas para ese momento quizá. Tal es el caso de lo que pudo haberle ocurrido al Ing. Delgado. Su filosofía de trabajo de alta calidad por sobre todas las cosas, generó un ambiente entre los estudiantes de Ingeniería Civil en donde había temores y rencores por lo complejo de sus estudios; pero ese era el modelo que el Ing. Delgado conocía, y esas eran las estrategias que daban resultado en aquel tiempo. Es importante mencionar el hecho de que después de aquel 27 de Junio de 1964, cuando presentó su brillante examen el Dr. Ramírez Ballesteros, le siguió en segundo orden el Ing. José Ma. Gil Aragón el 20 de Enero de 1968, tres años y medio más tarde. Por esas fechas ya no estaría el Ing. Delgado en la Universidad de Sonora, y jamás vería el nacimiento de otro Ingeniero Civil sonorense.

 

          Durante los primeros años de la Carrera de Ingeniero Civil en la Universidad, se fijó el criterio de que el estudiante que reprobaba una materia tenía que acreditarla al año siguiente, motivo por el cual se atrasaba hasta un año; con esta reglamentación tan exigente, se producían casos de estudiantes que  perdían hasta dos, tres o cuatro años, terminando muchos por desertar, o acumular odios. ¿Fue la posición del Ing. Delgado en torno a los criterios de dirección de la Escuela de Ingeniería por lo cual se merece señalarlo como el responsable de esa huelga?, ¿Es la Universidad de Sonora que no tenía claro un reglamento para darle más oportunidad a los reprobados, o bién para controlar una libertad de cátedra todavía en la actualidad caótica?.¿Habría que cambiar el plan anual por el plan semestral y perder al menos un semestre y un año?.¿Porqué no se cuestionó al total de la planta de maestros?; al fin y al cabo el Ing. Delgado no era el único que impartía las materias y  los alumnos sumaban ya  varias decenas. Hay una verdad muy clara en todo ésto; al pasar el tiempo, se pudo comprobar que los mejores egresados de nuestra Escuela fueron los de las primeras generaciones, teniendo fama incluso a nivel internacional, cosa que hoy pocas veces sucede. En la actualidad difícilmente podría culparse al Jefe de Departamento por las bajas calificaciones de los estudiantes y éstas siguen apareciendo. El problema de los reprobados en Ingeniería no se ha resuelto,  y hasta la fecha es aún mayúsculo; 2 de cada 3 estudiantes son irregulares y el 75% de los egresados tiene un promedio inferior a 80, a pesar de que el sistema es semestral y que un alumno puede inscribirse hasta 5 veces en una materia para acreditarla (para el anterior Reglamento Escolar); además, el 45% de los estudiantes que ingresan terminan la carrera y solo el 15% llega a titularse. Definitivamente, los números siguen siendo bajos.

 

          El profesor Delgado realizó una tarea notable, indudablemente, y puso a los estudiantes sonorenses a prueba; ¿acaso no pudimos mantenerle el paso?, ¿pudo existir alguna conciliación?, ¿Debió haberse luchado por una nueva reglamentación donde se especificara el método de evaluación y criterios de apoyo para reprobados antes de remover al maestro ?. Su proyecto de Escuela fue un ejercicio constante de  disciplina y  responsabilidad, y en su afán de lograr el éxito, decidió aplicar un modelo educativo prevalenciente en aquella época y que en otras partes daba resultados, ¿que nos hacía diferentes para que aquí no pudiera funcionar?; él hizo lo que hoy se hace en los entrenamientos de los corredores: practican con pesas en las manos... al momento de la verdadera prueba se las quitan, y con el cuerpo libre de sobrecargas se alcanzarán mejores resultados. La idea del Ing. Delgado se resume en lo que  alguna vez expresó:

 

“... Porque nuestra meta siempre fue hacer una Institución de excelencia aquí,  y que a la hora de terminar y hacer un balance  dijéramos que hemos superado la meta inicial, que no sólo era  formar Ingenieros sino que fueran Ingenieros de una categoría por lo menos a la altura de  otros países del mundo... y creo que con las primeras generaciones logramos eso... y más...”

 

          Lamentablemente, ese otoño de 1966 marcó el inicio apenas de problemas mucho más graves en la Universidad de Sonora que no tardarían en presentarse.

 

 

Ese año Inolvidable de 1967

 

          El 29 de marzo de 1967 los estudiantes de la Universidad de Sonora y gran parte de los profesores  del sistema educativo estatal, con el apoyo de muchos sectores de la sociedad sonorense, iniciaron  un gran movimiento de protesta por medio de un paro generalizado de labores bajo una bién organizada huelga, que sorprendió al país y que dejó un recuerdo imborrable en la historia del Estado.

 

          La Escuela de Ingeniería  no se mantuvo al margen de los acontecimientos, antes al contrario, buena parte de los estudiantes  tuvieron una participación notable de la cual hemos querido incluir en este espacio una breve exposición.

 

En su libro, “Yo Quiero un Dinosaurio”, el Ing. M.A. López Ochoa relata:

 

          Respecto a la elección de gobernador en 1967, el centro (del país, PRI nacional) seleccionó como candidato a Faustino Félix Serna, un precandidato de los agricultores del Sur del Estado y del Gobernador Lic. Luis Encinas J.; los decepcionados hermosillenses y norteños de la entidad, de todas las tendencias, hicieron causa común para boicotearlo por considerarlo arribista. Se produjeron una serie de incidentes violentos, pero los más significativos fueron una golpiza que le propinaron a grupos de estudiantes otro grupo de choque llamado la -Ola Verde- de Félix Serna y que fueron perseguidos dentro del campus de la UniSon. La protesta “por violación a la autonomía univesitaria” se hizo sentir, y el aparato organizativo de la FEUS se movilizó para extenderla por todo el Estado. El resultado fue una paralización casi total de las actividaes económicas y públicas del Estado, dirigidas por la FEUS, excepto en Ciudad Obregón, bastión de Félix Serna, donde solo fue parcial.

 

          Después de 49 días de huelga generalizada, el conflicto terminó con la toma del ejército de la UNISON y algunos centros de resistencia en otros municipios. Faustino Félix, se dijo, fue electo fraudulentamente gobernador concediéndoles al PAN (Partido Acción Nacional) alrededor de 7 municipios, entre ellos Hermosillo.

 

          El asunto empezó cuando los partidarios de Acosta Romo interrumpieron un mitin faustinista (se habla de que lanzaron un carro contra la multitud), frente a la Universidad de Sonora el domingo 26 de Febrero de 1966; quemaron carros, camiones y apalearon gente. Después asaltaron el Comité Faustinista localizado al lado de la Universidad; fue entonces cuando intervino la fuerza policiaca, mucha gente se refugió en la UNISON y hasta ahí penetró la policía que detuvo a varias personas. Los estudiantes, con la bandera de que la autonomía univesitaria había sido violada iniciaron una lucha sociopolítica en demanda de respeto a la autonomía y a las garantías individuales; así, la lucha política trascendió a la lucha social y esto era muy peligroso para las instituciones.

 

          Faustino Félix Serna recibe el apoyo de la CNC a fines de Febrero y Fausto Acosta Romo se obligado a renunciar a su precandidatura cuando observa que la situación estaba perdida, disciplinándose al Partido (PRI). Pero entonces los candidatos pasan a segundo plano pues la gente empieza a protestar contra todo el sistema político imperante en el Estado y el País.

 

          Los estudiantes protestaron ante la violación de la autonomía y de las garantías individuales y no por la imposición priísta. Supuestamente no tenían porqué protestar, pues el asunto correspondía exclusivamente al PRI, pero detrás de ellos estaban otros con intereses.

 

          Pronto las organizaciones de maestros se sumaron a la lucha de los estudiantes, posteriormente los padres de familia organizados por los estudiantes y maestros en cada escuela primaria de las principales ciudades del Estado se fueron a huelga, incluso de algunas de Ciudad Obregón que era el bastión fuerte de Félix Serna. Los estudiantes de la Universidad en huelga recibían pollos, carne, y leche de las empresas del Mezquital del Oro de la familia Gutiérrez, mantas y utencilios de cocina de Mazón Hermanos, donaciones de ferreteros y muchos donativos anónimos de personajes importantes de Hermosillo y del Norte del Estado. Los estudiantes contaban con una tesorería abundante en fondos económicos y se apoyaron en ellos para movilizarse por todo el Estado.

 

          Con relación a la participación de la Escuela de Ingeniería en ese movimiento, el Ing. Jesús Larios  Gaxiola señala:

 

“... la Escuela de Ingeniería tuvo una participación demasiado notoria... me tocó estar de presidente de la Sociedad de Alumnos de la Escuela dentro de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Sonora (la FEUS) en aquel entonces. Primero el Ing. Gilberto Olivero era Secretario General de la FEUS, pero por alguna circunstancia hubo que cambiarlo y entró el que era mi Secretario General en la Escuela , el Secretario de Finanzas (de la misma FEUS) era el Ing. Juan Encinas Blanco, el Secretario de Prensa y Propaganda de todo el movimiento fue el Ing.  José Luis Jardines M.; otro estudiante de Ingeniería, el Secretario del Exterior, fue el Ing. Marco Antonio López Ochoa también compañero de la Escuela... el grupo más compacto era el de Ingeniería, de gran fuerza en las actividades ya que estaba más organizado políticamente puesto que acababa de salir de una huelga...”

 

 

En el libro “Los Aguiluchos”, (de Armando Moreno Soto y Otros), se señala:

“... Durante la Semana Santa de 1967 la Plenaria de la Federación de Estudiantes no tuvo vacaciones. Mientras la mayoría de los alumnos se iba a sus lugares de origen, a los centros de recreo o se dedicaban a descansar, buena parte de los Presidentes de las Sociedades de Alumnos del Comité Ejecutivo de la FEUS, y algunos líderes de aquel tiempo, se acantonaron por primera vez en la Escuela de Ingeniería con el objeto de preparar el movimiento, especialmente para fundamentar y preparar la demanda y la huelga...”

 

En otra de las páginas del mencionado libro se expresa:

 

“... José Luis Jardines M., estudiante de Ingeniería Civil y Jefe de Prensa de la FEUS, afirmaba en el mitin del día 11 de Mayo: Durante 17 días permanecimos pasivos en acatamiento a la petición del Lic. Gustavo Díaz Ordaz (Presidente de la República), mas al ver como manos ocultas que obedecen instrucciones del gobieron Estatal hacen todo lo posible por mantener la agitación con intención de retrasar el fallo de las autoridades federales, quizá por temor a que les sea adverso, hemos abandonado nuestra actitud pasiva para seguir buscando unidos pueblo y estudiantes acelerar la decisión que,... porque confiamos en el Jefe del Ejecutivo de la Nación, será la que todos los sonorenses esperamos”.

 

          Seis días después de esta declaración, el Batallón Olimpia del ejército nacional penetra a la Universidad de Sonora por aire y tierra; los estudiantes son obligados a desalojar pacíficamente las instalaciones bajo la mirada atónita de los militares que vieron como una ilusión  estaba dándose por concluida; entre lágrimas y con el cansancio natural de las tensiones de un conflicto difícil, solo el himno universitario se escuchó como respuesta, enmedio de dolorosas lágrimas y del temor que la situación producía. Así culmina la protesta política que habían iniciado cincuenta días antes, con algunos de los líderes del movimiento saliendo del país o bién se retirándose hacia otras partes del territorio nacional evitando con ello posibles aprehensiones;  mientras tanto, las elecciones del día 2 de Julio favorecían con toda la lógica del mundo al candidato del PRI: Don Faustino Félix Serna.

 

          La Universidad de Sonora se mantuvo aún en suspensión de labores varios meses más en ese período, reiniciándose actividades hasta el día 2 de septiembre de 1967.

 

          M.A. López Ochoa señala, a manera de conclusión resumida del movimiento:

 

“... El movimiento estudiantil de 1967 no buscó (como algunos dicen), la gubernatura, sino que tuvo un espíritu pluralista, democrático, de rechazo y protesta contra el autoritario sistema político, aunque finalmente el único beneficiado fue el PAN (Partido Acción Nacional) y la corriente conservadora...”

 

          Como todas las Escuelas, Ingeniería Civil se incorporaría de lleno de nueva cuenta a las tareas académicas con nuevo Director, nuevas experiencias y con un futuro incierto. Atrás quedaba el período de creación y consolidación de la Carrera de Ingeniero Civil, la disciplina del Ingeniero Delgado y las expectativas frustadas de una Universidad que se tuvo en la búsqueda de un cambio, pero que aparentemente aún estaba adelantada a su época. Un año después del movimiento sonorense, México entero habría de estremecerse con el sangriento desenlace de un mitin universitario en la Cd. de México el día 2 de octubre de 1968, manifestando el gobierno con esa actitud un nuevo mensaje acerca de que aún era poderoso; después de todo, ya había practicado con la Universidad de Sonora obteniendo excelentes resultados.

 

 

Período del Ing. Sergio Maldonado

 

          Habiendo sido designado como sucesor del Ing. Arturo Delgado en el período del Ing. Sergio Maldonado se alcanzó una notoria estabilidad, a la vez que la cantidad de alumnos iba en aumento. Durante sus tres años de gestión, de 1967 a 1970, la población estudiantil rebasó por primera vez la centena de estudiantes, a la vez de que empezaron a producirse titulaciones para los exalumnos del Ing. Delgado. Es así como el día 20 de Enero de 1968 se presentó al examen profesional el segundo pasante en la vida académica de nuestra Escuela en la persona del Ing. José María Gil Aragón, recibiendo mención honorífica por su brillante tesis profesional; seguidamente, el 29 de Marzo del mismo año hizo lo suyo el Ing. Gilberto Celaya Reyna y un día después presentó el examen profesional la primera dama de la Escuela, siendo el honor para la Ing. Josefina Ochoa Ruiz con su tesis profesional: “     ”. Ese año hubo en total 5 Ingenieros Civiles titulados, tres de ellos con mención honorífica. La Carrera de Ingeniero Civil de la Universidad de Sonora empezaba a producir sus primeros profesionistas, y también sus primeros profesores, pues para esas fechas el Dr. Daniel Ramírez Ballesteros, el primer egresado de la Escuela,  ya se había incorporado como maestro después de haber realizado sus estudios de posgrado  en el extranjero.

 

          El Ing. Sergio Maldonado era en aquel tiempo profesor de la Escuela de Ingeniería antes del movimiento de cambio en contra del Ing. Delgado en octubre de 1966, siendo secretario cuando sobrevino el problema y  pasando finalmente a ser Director en una solución planeada de emergencia por las autoridades. En los años de dirección del Ing. Maldonado, presidía la Universidad de Sonora el Lic. Roberto Reynoso Dávila (1967-1968), quién había sido designado en sustitución del Dr. Moisés Canale  al renunciar este último tras haber sufrido un serio atentado el 3 de septiembre de 1967. Tiempo después sería electo el Dr. Federico Sotelo Ortiz para un nuevo período que iniciaría en 1968.

 

          En 1970, al terminarse el período del Ing. Maldonado se inició un proceso de elección de Director de la Escuela de Ingeniería, mismo que se tornó algo delicado, pues la Sociedad de Alumnos, se dice, no estaba muy convencida  con el desempeño del Ing. Maldonado. Por lo tanto, se solicitó al rector Sotelo Ortiz la presencia de un nuevo director con amplio curriculum  y de prestigio en la Ingeniería; es así que se nombra  en forma provisional al profesor Ing. Víctor Manuel Martínez Montaño, maestro de varios años desde los tiempos del Ing. Delgado. El Ingeniero Martínez ejerció el cargo durante unos 4 meses hasta que se contrata al Dr. Porfirio Ballesteros, de amplio curriculum con estudios de posgrado y de alto reconocimiento.

 

          Cabe mencionar que durante la gestión del Ing. Víctor M. Martínez M. en 1970, se incorpora a la vida académica de la Escuela de Ingeniería la Carrera de Ingeniero Minero y de Geólogo.

 

          Pero la llegada del Dr. Ballesteros tampoco cumplió con las expectativas, pues el Ingeniero  exhibió, al decir de muchos, intereses académicos distintos a los esperados por las autoridades de la Universidad de acuerdo al carácter institucional del puesto. Se habla que tuvo serias discrepancias con el rector Dr. Federico Sotelo sobre todo en el aspecto económico. Después del período vacacional de 1971 el Dr. Ballesteros no se presentó más en la Universidad y de nueva cuenta surgiría la pregunta: ¿quién sería el sustituto?. Cinco años después de la partida del Ingeniero Delgado de la Dirección de la Escuela habían transcurrido tres directores y ya se buscaba un cuarto.