CALLES CON SABOR A HISTORIA

Por Gilberto Escoboza Gámez

 

03 de Junio de 1984

La Capital de Hermosillo tiene algunas calles de muy poca longitud, algunas de menos de cien metros.  Al final de la calle Yánez, entre la Obregón y la Sufragio Efectivo, se  localiza una rúa que hoy forma parte de la citada calle que nos recuerda al defensor de Guaymas el 13 de julio de 1854 (Yañez), que antiguamente se llamó Calle Lerdo y recordamos que en los años treintas se llevaban a cabo bailes públicos en uno de los edificios que allí se ubican semanarios, que por cierto no tenían buena fama, y eran llamados popularmente “los bailes de la calle Lerdo”.  En la esquina sureste de la calle Tampico (hoy Avenida Obregón y Lerdo), estuvo hasta 1929 la imprenta y las oficinas del periódico La Raza de don Gabriel Monteverde.

 

Entre los palacios del Estado y el Municipal esta la Calle Velasco, con una longitud de ciento treinta metros extendiéndose de la Comonfort a la Insurgente Pedro Moreno. La vieja calle Arista que conserva su nombre original pese a la inclinación de los munícipes de todos los tiempos a cambiar los nombres de las vías urbanas, tiene un largo de ciento seis metros y se localiza entre las calles Jesús García y Manuel González, rematando frente a la acera del Parque  I.  Madero muy cerca del lugar donde nació el héroe de Nacozari.

 

Frente a la calle Arista en la acera poniente de la Manuel González,  estuvo durante mas de cincuenta años el Mesón del Refugio, cuyo edificio conoció el que esto escribe en los años cuarenta, clausurado y en muy malas condiciones.  Y en ese barrio constituido por esa minicalle, la Manuel González y la Jesús García cuando ésta se llamaba del Guamuchilar, jugaron durante su primera infancia dos pequeños que al transcurrir el tiempo sus nombres pasarían todas las fronteras de México: Plutarco Elías Calles y Jesús García Corona.

 

Entre las calles No Reelección y Chihuahua existen dos callejones donde apenas cabe un automóvil ordinario, con cuarenta y un metros de longitud cada uno, y también está la calle del Cerro que forma un callejón sin salida después de cruzar las dos calles mencionadas. También podemos considerar como una minicalle a la Abasolo, que se extiende de la Serdán a la No Reelección con una longitud de ciento cuarenta metros.  En ese lugar se ubica la cantina que fue de don Manuel Gándara que es la más vieja de su género  en Hermosillo y enfrente del bar estaba el taller mecánico del “Guilo” Bernal.

 

De oriente a poniente partiendo de la calle Insurgente Pedro Moreno y terminando en la calle Comonfort, en el antiguo callejón del Burro, está una vía que aunque está separada de la Plutarco Elías Calles por el estacionamiento del Hotel San Alberto, actualmente tiene el mismo nombre no obstante que antiguamente se llamaba Torín.  Esta callecita tiene una longitud de ochenta metros y su  tránsito es únicamente de este a oeste.

 

Cerca de la minicalle anteriormente mencionada, entre el bulevard Rosales y el extremo  norte de la Insurgente Pedro Moreno está la vieja calle Pesqueira, con una longitud de cuarenta metros. En la esquina de esa vía con la Rosales, frente a la Plaza Pesqueira (hoy estacionamiento de automóviles del Hotel San Alberto), tuvo su residencia la familia Tapia-Camou, constituida por don Rodolfo Tapia Fourcade, doña Anita Camou y sus hijos.  La señora Camou de Tapia  fue una dama muy linda por su belleza y espíritu caritativo, tocaba el piano con maestría y cantaba con su agradable voz.  Don Rodolfo era un hombre muy inteligente y de una gran personalidad, fue banquero, Tesorero General del Estado y empresario de muchos negocios. Ambos ya pasaron a formar parte de la historia de nuestra ciudad como las personas más importantes que fueron en su tiempo, y la casa que fue su morada también desapareció como muchas otras residencias del viejo Hermosillo.

 

Naturalmente que en el Hermosillo moderno existen otras minicalles que hoy llaman PRIVADAS, pero en estas crónicas solamente mencionamos las pequeñas vías del siglo pasado y de principios del actual que aún perduran como la Oposura, la Bavispe y la Ingeniero Felipe Salido que empiezan al pie del Cerro De La Campana y rematan en la Pino Suárez.  Sin embargo la Felipe  Salido que anteriormente se llamaba Celaya, no era tan corta como lo es hoy, ya que al considerarse el edificio que es propiedad de la IV Zona Militar cuyo frente queda por la Avenida Rosales, se acortó una longitud de sesenta metros pues anteriormente llegaba hasta el Colegio Sonora.  Y recordamos que en el tramo desaparecido a esta rúa, por los años cuarenta existía el restaurante de una señora italiana que era famosa por su deliciosas comidas europeas.

 

Don Felipe Salido fue un militar de carrera nacido en Álamos el 20 de mayo de 1863.  A la edad de quince años ingresó al Colegio Militar en Chapultepec y se incorporó a la I Zona Militar. En 1900 se le nombró director del Colegio Sonora, después desempeñó varios puestos en el mismo ramo de la educación hasta 1911, que se dedicó a construir edificios. En ese cuatrienio 1920 – 24 fue senador por su Estado.  Su deceso ocurrió en octubre de 1939 y hasta hoy se le considera como uno de los más ameritados educadores que ha tenido Sonora.