REVOLTIJO No.2

Por Fernando A. Galaz

 

 

El Imparcial, 30 de Noviembre de 1956

Don Ignacio Buelna, siendo Presidente Municipal de Hermosillo en 1875, estuvo gestionando con el Ejecutivo del Estado la repatriación de  centenares de sonorenses que huyeron de Sonora por falta de garantías debido a la  cruenta guerra de los apaches…

 

En 1890, en la cuadra que ocupa Oficinas Federales, se encontraba la Casa de la Moneda en la que en 1910 fue derrumbada y se construyó en presunto estilo romano el Palacio  Federal bajo la dirección del Ing. Felipe Salido, Palacio que fue inaugurado en septiembre de 1912 y posteriormente se le quitó la fachada para darle la que hoy ostenta.

 

El movido chamaco de la prensa Porfirio Avelar, fue en 1939 todo un señor líder en asuntos obreros  en la región norte del Estado.

 

José Alberto Maldonado, “El Cabito”, en 1912 era manejador de la “Tanuncia”,  tren de vía angosta alimentado con leña que corría de Torres a la “Colorada”.

 

He visto en el cuadro a muchos pitcheres pero ninguno tan elegante como el extinto “Cochi” Preciado que en 1920 hacia furor entre los miles de aficionados al base ball; y a propósito, la afición a este bello deporte es tanta, tan apasionada, tan intensa, que ayer la tirana de la casa a las cinco de la tarde me dijo: “Me voy al juego no tengo tiempo de hacer cena, pero te dejo en el home dos “straics” para que los frías, y al siguiente día para levantarme, me tiro un grito: “play ball”.

 

En 1915 el estimable y serio chofer Dionisio Dávila era monaguillo en la Catedral de San Agustín; en ese mismo año el público asistente al Teatro Juárez, hoy “Auto Servicio”, volcaba su entusiasmo con el dueto  Higares Noveltys” cuando “la Saraza” entonaba picarescamente:

 

“Saraza no me entretengas,

Saraza que voy de prisa,

Saraza no me mantengas,

No quiero pan, sino camisa”.

 

Los verdaderos revolucionarios de 1920 no podían  tolerar que don Venustiano Carranza  impusiera a la fuerza en la Presidencia de la República al Ing. Ignacio Bonilla, tanto porque el pueblo entero estaba con la candidatura del General Álvaro Obregón, como porque de llevarse a cabo la imposición sería una burla sangrienta a los postulados de la propia Revolución; este fue uno de los factores para la formación del “Plan de Agua Prieta” que derrocaría a Don Venustiano. Pero otro de los factores fue que el Gobierno de nuestra Entidad, al frente del cual estaba don Adolfo de la Huerta, protestara enérgicamente  por la federalización de las aguas del Río de Sonora en junio de 1919. Por cierto que el Gobernador pidió el respaldo de los Municipios del Estado y el primero que respondió fue el de Villa de Seris, representado por su Presidente señor Rafael Flores y su Secretario, Hilario  Olea Jr.  Este último es el mismo que  maneja esas cosas de la Cámara de Comercio Local.

 

En 1858 los imperialistas y tropas criollas, a quienes les decían “los macheteros”, tomaron Hermosillo y como siempre se sucedieron asaltos, robos, asesinatos y venganzas; pero Don Pablo Rubio, padre de Don Horacio Rubio actual sub-Tesorero del Estado, temiendo por  su vida tanto por ser Republicano como por su riqueza, con largos calzones de manta, toscos huaraches, enorme sobrero de palma y holgada camisa también de manta,  arreando cuatro parientes… digo… burros,  cargados de barras de plata muy bien disfrazados, se burló de la vigilancia cruzando serenamente la líneas avanzadas e internándose libre de peligro en el monte.

 

En Enero de 1920 el Gobernador del Estado don Adolfo de la Huerta, con la intervención del General Juan José Ríos y el Coronel Eduardo G. García, inició las pláticas para la pacificación de la Tribu Yaqui, anhelada paz que se consolidó el 14 de febrero del mismo año cuando pacíficamente entró a Hermosillo con 200 yaquis armados el General Ignacio Mori, “acuartelándose” en el corralón de la Lavandería Económica hoy ocupado por Transportes Norte de Sonora.

 

Gabriel Ochoa y Florencio Arreola, que por hoy atienden un puestecito de apetitosas golosinas en el interior del Mercado Municipal, en 1908 el primero era cochero de sitio y el segundo uno de los mejores sastres locales. Este mismo camarada Arreola es hijo de Don Antonio Arreola, uno de los mejores músicos de Sonora en el siglo pasado y sobrino de Espíritu Arreola, profesor de Inglés en el Colegio de Sonora de aquella época.

 

Al contemplar el cielo gris que va envolviendo la tarde, la nostalgia se apodera de mi; añorar la casona donde nací, los árboles, el río, vecinos, el cerro, cosas y objetos de mi viejo barrio que tal vez no vuelva a ver, y como una oración brotan de mis labios aquellos viejos versos de un poeta inglés enmarcados en la romántica y suave melodía que el profesor José María Mendoza, en 1911 nos enseñó:

“Ahí las horas corren

Más breves y gozosas;

Ahí todas las cosas

Nos dicen sin cesar;

Mi hogar, dulce hogar.

 

Pero se acabó el fósforo… hasta la otra si Dios quiere.