REVOLTIJO No.5
Por Fernando A. Galaz
24 de Enero de 1957
En 1909 en
un largo tren especial llegó a Hermosillo el Gran Circo Americano Norris; comenzaron a parar las carpas al mismo tiempo que
salía el desfile de artistas, bandas de música y animales, y tan grande era que
la guía iba entrando en la hoy calle Serdán por la Matamoros y la final se
movilizaba en la curva del ferrocarril. En ese mismo año, en carpas instaladas
en El Parián, hoy Mercado Municipal, el Circo Treviño
estrenó la pantomima “La Acuática”,
cuya atracción principal consistía en el gran tanque de agua donde con
trajineras y chalupas daban vida a una fiesta típica de San Angel,
DF. Me acuerdo que por debajo de la lona de la carpa entraron “deoquis” los chamacos Enrique Romandía,
Gustavo- Rana Aguilar y Moisés Canale.
Las aún
juveniles y plácidas facciones de Bernabé Soto, activo agente de negocios, me
sorprendieron; casi tiene la misma expresión beatífica que en 1910 cuando como
alumno del profesor Olguín en el quinto año del Colegio Sonora, lucía y el que
luce gallardamente sus más de cuatro docenas de años es el amo y señor de la Estación del Ferrocarril
Don Fernando E. Romero, quien aún suspira por el atole de péchitas
y guamúchiles pasados hermosillenses.
No he vuelto
a comer librillo asado, espolvoreado con pinole y berros de la presa como los
comía en 1908 en mi barrio “El Cerro”, nos dijo el nogalense
Francisco “Zorrillo” Fuentes.
En algunas
calles de la ciudad se ven como señales de tránsito unas placas con flechas de
dos puntas iguales que señalan distintos rumbos, ¿cuál de los dos será el
bueno?
Don Jesús
María Avila, benefactor hermosillense de grata
memoria mereció en 1900 en la exposición internacional de París, Francia, una
medalla de oro por sus inyecciones Rush contra la
blenorragia (enfermedad venérea también llamada “gonorrea”); en ese mismo año,
en la Exposición
de Chicago, fueron premiados también con medallas de oro los productos de la Galletería “La Sonorense” de Don Víctor
Aguilar, cuya fábrica estaba donde hoy se localiza El Molino Harinero “El
Sonorense”.
Y ya que
hablamos de años, qué le parece a Usted la filosofía del siempre erguido y
jovial Don Enrique “Pluma Blanca” Corbalá,
sintetizado en estas palabras: “los años no son nada si se siente joven, los
años son muchos si se siente viejo”.
Y ya
que pisamos este terreno, aquí tiene un
punto doctrinario del Licenciado Mario de la Cueva, el mejor tratadista obrero en América: “La
producción no puede tener como objeto el enriquecimiento de unos cuantos, sino
que ha de servir a las aspiraciones sociales, en otras palabras, ha de
satisfacer el total de las necesidades del pueblo”. Por mi parte yo lo cierro
con esta de mi cosecha: “No hay que dar a cada quien lo que por derecho le corresponda,
sino lo que necesite”. Si este pensamiento no merece la aprobación menos la
merece que por sus pequeñas infracciones multen a un obrero con 100 pesos.
Al siempre
inquieto líder Aurelio V. García, ExCapitán
revolucionario y brazo derecho del General Yocupicio
en la Renovadora
de 1929, le achacan ser autor de la letra que sirve de acompañamiento a un
toque militar que dice: “Te rompo y te tapo, con sebo y tabaco; te vuelvo a
romper, te vuelvo a tapar, con soda y papel”.
Más de
treinta artículos de la Ley Federal
del Trabajo fueron reformados y adicionados por el Congreso de la Unión el día 31 de Diciembre
de 1956. La tribuna parlamentaria defendió con calor y entusiasmo las reformas;
el Diputado Federal por Sonora, Saturnino Zaldívar,
de verdadera extracción obrera que inició su carrera de líder obrero en 1933 en
Ciudad Obregón, por cierto, cuando litigaba en los Tribunales del Trabajo en
toda promoción oral la iniciaba así: “Yo… Saturnino Zaldívar…”.
Se acabó el fósforo… hasta la otra si Dios quiere…