ANIVERSARIO XVIII DEL HALLAZGO DE LOS RESTOS DEL PADRE KINO

Por Eliseo Ramírez Alvarez

 

27 de Mayo de 1984

A 255 años de su muerte, fueron encontrados los restos mortales del Padre Eusebio Francisco Kino. Su ejemplaridad de hombre evangélico hizo de él un personal destacado cuyo recuerdo no podía borrarse.  Se entregó a sus hermanos indígenas con entrega total e indispensable que así sucediera.  Con todo el poder de sus fuerzas físicas, con todas las luces de su inteligencia, con toda la vehemencia de su corazón por toda la vida. Ha habido y hay hombres en el mundo cuya memoria y veneración dura lo que sus propulsores y la dosis mayor o menor de sus impulsos e intereses personales o sectarios.  Ha habido también hombres que vivirán para siempre en el recuerdo y la veneración de los humanos, en virtud de la espiritualidad y su doctrina y su conducta desinteresada en lo material.

 

Eusebio Francisco Kino, nacido en Segno Italia en 1645, misionero jesuita en la Baja California y en el Noroeste de la Nueva España, murió en Magdalena Sonora el 15 de marzo de 1711 a la edad de 66 años, después de 24 de intensa labor entre Sonora y Arizona, que incluyó la evangelización, introducción de la ganadería y la agricultura europea  de su tiempo, artes y oficios, tras la  fundación y organización en lo social, lo religioso y lo político, no más de una veintena de pueblos que abarcaron de Dolores en el Río San Miguel, hasta Caborca en el Río Asunción, Magdalena, San Ignacio, Imuris y Cocóspera en el Río Magdalena, Guevavi, Tumacácori y San Javier de Bac por el norte en territorio actual de los Estados Unidos.

 

Por el poniente las exploraciones del Padre Kino fueron hasta el Golfo de California, por el Noroeste hasta Yuma y la junta de los Ríos Gila y Colorado por el norte hasta el propio Río Gila y la Casa Grande. De intenso trabajo y austeridad, la protección y defensa del indígena fue la labor del Padre Kino en estas regiones, por eso se le respetaba.  Los colonos españoles de aquella época cantaban  en su honor una coplilla que decía.

“Descubrir tierras

Convertir indios,

Son los negocios

Del Padre Kino.

 

Todo el día reza,

Vive sin vicio

Ni humo, ni polvo,

ni cama, ni vino”.

 

Según el capitán Mateo Mange, esta copla se cantaba en toda la Pimería lo cual demuestra que era admirado y respetado. La edición en inglés de una monografía del Padre Kino en 1919, creó el interés por todo lo relacionado con el misionero, a quien se llamó el Apóstol  de la Pimería Alta.”  En 1966, el profesor Serapio Dávila de Magdalena se dio a la tarea de recoger información de los viejos del poblado con relación a la Capilla de San Francisco Javier, en la cual según los documentos históricos se sabía que el Padre Kino había sido sepultado en el templo por el misionero de Magdalena Padre Agustín de Campos.

 

“Otras exploraciones de alcance muy limitado fueron ejecutadas por el Profesor Eduardo W. Villa, el señor Rubén Parodi y el Profesor Fernando Pesqueira”, dice el profesor Wigberto Jiménez Moreno. El profesor Dávila en los años treinta llegó a descubrir parte de los cimientos de la antigua casa cural, pero, al llegar a los cimientos del antiguo templo misional, construido por el Padre Campos a partir de 1706, creyó que eran los de la capilla de San Francisco Javier y como era natural no encontró lo que buscaba.

 

De estas cosas supo en Magdalena el profesor Wigberto Jiménez Moreno, las que consignó en un informe y quedaron  escritas “acerca de cómo llegamos al descubrimiento  de los restos del regio misionero jesuita y civilizador de Pimería Alta, Eusebio Francisco Kino”, en fecha 21 de mayo de 1966 en la ciudad de Magdalena de Kino.  Se había desatado en Magdalena una fiebre exploratoria que, en los años cincuentas, encabezaron algunos miembros del Club de Leones cuyas gestiones a nivel estatal nacional e internacional, posteriormente movieron al entonces presidente de México Gustavo Díaz Ordaz, especialmente a la Secretaría de Educación Pública, a cargo del licenciado Agustín Yánez, a la búsqueda de los restos del Padre Kino.

 

 

MAGDALENA Y MAS QUE ANTES MAGDALENA DE KINO

 

Domingo 03 de Junio de 1984

En la cronología del descubrimiento de los restos del padre Kino, el encargo oficial de su búsqueda del presidente de la República Gustavo Díaz Ordaz al secretario de Educación Pública, licenciado Agustín Yánez, se siguió la designación, por este, del profesor Wigberto Jiménez Moreno Director del Departamento de Investigaciones Históricas del Instituto Nacional de Antropología e Historia como jefe de la Comisión  que se encargaría de tan magna y delicada empresa. Ocurrió la designación el 30 de junio de 1965.

 

Pasaron a formar parte de este grupo posteriormente el doctor Jorge Olvera especialista en arte colonial, y el profesor Arturo Romano, Antropólogo Físico, ambos también del Instituto Nacional de Antropología e Historia. Previa evaluación del trabajo que les había encomendado, los investigadores solicitaron la cooperación de otras personas: el padre Cruz Acuña con la representación de la arquidiócesis de Hermosillo, el padre Kieran McCarty, historiador franciscano de San Xavier del Bac en Arizona, familiarizado con los archivos de su orden; el doctor William Wasley del Museo del Estado de Arizona, arqueólogo de amplios conocimientos, y el químico biólogo  Gabriel Sánchez de la Vega, residente entonces de la ciudad de Magdalena.  Este fue el equipo completo; era un equipo que daba miedo y confieso sinceramente que yo me sentía un simple soñador aficionado, comentaba el padre Cruz Acuña poco después de culminados exitosamente los trabajos que, en estrecha colaboración realizó exitosa y brillantemente el  anhelado y trascendental hallazgo.

 

La magna y emocionante empresa comenzó por la búsqueda de información fidedigna y fehaciente en archivos, búsqueda acuciosa y exhaustiva tras de la cual se dio comienzo a metódicas excavaciones que abarcaron una buena extensión, al frente y al costado izquierdo del templo parroquial, en torno al espacio que ocupó el modesto monumento erigido al padre Kino en 1945, en el tercer centenario de su natalicio en el interior del Palacio Municipal, que acabó por ser demolido dando lugar a la Plaza Monumental en honor al padre Kino en el interior del mismo edificio, dándose con la cimentación del antiguo templo misional del Padre Campos y con la Capilla de San Francisco Xavier, bendecida por el propio padre Kino el día mismo de su muerte 15  de marzo de 1711.  El templo misional de esta época se construyó a partir de 1705.

 

Los trabajos de investigación, excavación, etc, se realizaron en dos etapas.  En septiembre de 1965 habrían de suspenderse para dar lugar a los festejos del 4 de octubre de ese año, teniendo que taparse las zanjas abiertas que fueron muchas.  “Se hicieron zanjas en la calle, en la plaza, en la iglesia actual y hasta en la cárcel municipal --- recuerda el padre Acuña – donde los ahí domiciliados trabajaron con asombrosa rapidez”.  “Y hasta se le dio gusto a un señor que andaba con unas agujas de buscar entierros”, también dejó escrito el entusiasta y simpático autor de “El Romance del Padre Kino”, cuya lectura es harto recomendable.

 

Las excavaciones se reanudaron en abril de 1966 con tan buena y próxima ventura, que el 19 de mayo siguiente el doctor Wasley y el profesor Olvera con un grito emocionado, entre entusiasta y contenido llamaron al profesor Arturo Romano: en la parte norte de los cimientos de la Capilla de San Francisco Xavier y en el fondo de la zanja estaba un “hermoso cráneo” incrustado. “Es un cráneo extraordinario”, comentó el doctor Romano… como que era el cráneo del padre Kino.  Fue el 19 de mayo de 1966, por la tarde.

 

Acontecimientos grandes y trascendentes como este se tomaron con calma, cuidando no equivocarse.  Nadie se dejó llevar de ningún fingido entusiasmo, todo mundo pensaba, reflexionaba y analizaba. Habían ocurrido y coincidido tantos hechos y circunstancias, tantos documentos y bien fundadas suposiciones, que se descartaba el error. Dos días después, tras de una reunión general de análisis y conclusiones de los investigadores, todos fallaron afirmativa y solemnemente. Se dejó todavía más tiempo para hacer el anuncio al pueblo de Magdalena y al mundo sobre el jubiloso y esperado hallazgo.  Fue otro gran pregón.  “Urbi el Orbi”.  Para constancia, estamparon orgullosos y satisfechos sus firmas.  J. Cruz Acuña, Wigberto Jiménez Moreno, Kieran McCarly, O.F.M. Jorge Olvera, Arturo Romano, Gabriel Sánchez de la Vega y William Wasley.

 

Atrás quedaron suposiciones y leyendas tendenciosas e infundadas. Magdalena se engrandecía y brillaba más al ser proclamada y declarada” Magdalena de Kino.