UNA CARTA POLÉMICA

 

Martes 05 de Junio de 1984.

Sr. José Alberto Healy

Columna Intrascendencias.

Periódico El Imparcial

P r e s e n t e.

 

Motivado por el gran afecto y admiración que siempre tendré para mi amigo el licenciado Alfonso Castellanos Idiáquez, distinguidísimo ex maestro universitario y ex rector de nuestra Universidad de Sonora, te dirijo la presente con el propósito de defender la imagen de quien tan injustamente vituperas como consecuencia de tu enfermiza obsesión por seguir lastimando a quien tuvo el pecado de fortaleza al no doblegarse ante la exigencia de un exgobernador ególatra y caprichudo que pretendió obligarlo a renunciar a su alto cargo universitario por todos los medios posibles, y entre ellos coludido con el periódico de que eres dueño.

 

La opinión pública de Sonora ya tiene plena conciencia de que lo que a ti te ocurre es tan solo el orgullo herido de no haber podido obligar públicamente al licenciado Alfonso Castellanos Idiáquez para que renunciara como Rector de Nuestra Casa de Estudios, y haber sentido tu mismo la humillación de que tu pluma nada pudo en contra de quien tu mismo calificaste en tu columna como “Gibraltar Castellanos”.

 

Pero lo que más me irrita es la circunstancia de que tu odio en contra del licenciado Alfonso Castellanos Idiáquez llegue al grado de la falsedad al sostener que él fue quien entregó en bandeja de plata nuestra Universidad “a los grupos izquierdistas que hoy se sienten dueños y señores de ella”. ¿Qué tan mala memoria tienes que ya no recuerdas que precisamente para tratar de salvar a la Universidad de ese peligro inminente, nos reunimos varias veces un grupo de personas altamente interesadas por la problemática de nuestra Institución, entre ellos el propio licenciado Alfonso Castellanos Idiáquez,  TÚ PERSONALMENTE, el  licenciado Antonio García Ocampo, “el Macacho” López y yo también, tratando de encontrar a la personalidad más adecuada en razón de su prestigio intelectual,  respetabilidad, trayectoria universitaria, etc, para proponerla como candidato a la Rectoría de la Universidad de Sonora; ¿Y que no recuerdas que el licenciado Alfonso Castellanos Idiáquez puso el mejor de sus empeños para ese efecto, habiendo estado totalmente de acuerdo en lo que convenimos las restantes personas agrupadas con ese propósito común?.

 

Si al final de cuentas no se logró que el señor licenciado Juan Antonio Rubial Corella llegara a la Rectoría de la Universidad de Sonora, quien menos tuvo la culpa de ella fue precisamente el licenciado Alfonso Castellanos Idiáquiz, por lo que es falsa y de toda falsedad la imputación que con tanta mala fe le haces. Quizás creiste  que tratándose de un hombre ya prácticamente retirado de los quehaceres mundanales, porque su misión de luchador inquebrantable la cumplió cabalmente, no habría algún amigo o colaborador suyo que se preocupara por desmentirla. Sin embargo, yo soy un hombre que tengo muchos defectos, pero si alguna cualidad  me queda lo es la de demostrar mi amistad en las duras como en las maduras”, y sobre todo y si con ello me es posible defender el prestigio y el honor de un amigo no poderoso, ya que quienes tienen el poder se defienden solos.  Así que ningún interés personal me impulsa a escribirte esta carta, puesto que lo único que me puede dejar es tu animadversión y quedar expuesto a la crítica de un periodista prepotente y pasionalmente obsecado.

 

Sea como fuere, te suplico que en tus futuras catilinarias contra el licenciado Alfonso Castellanos Idiáquiz me hagas el honor de incluirme como participe de las responsabilidades que le imputas, puesto que yo fui su Asesor Jurídico, Consejero y uno de sus mas cercanos colaboradores.  No esta por demás aclararte que las decisiones fundamentales tomadas por el licenciado Alfonso Castellanos Idiáquez como Rector, no derivaron  de su capricho o criterio exclusivamente personal, sino que siempre sometió los más delicados  problemas a la opinión y consenso de todos los que colaboramos con él. Consecuentemente, se nos deberá juzgar como grupo para bien o para mal, más no a él solo.  Y en la lucha que sostuvimos, empeño mi palabra en que si algo combatimos y en algo nos empeñamos, fue en evitar que la Universidad de Sonora cayera en  las garras del comunismo.

Por último, me permito aclararte que te parezca o no te parezca lo que te manifiesto en esta carta, no estoy dispuesto a polemizar contigo porque ese sería el pretexto que quieres para darle cuerda a tu fobia Castellanista, que seguramente te llevarás hasta la tumba.

Muy Atentamente,

Lic. Miguel Ríos Aguilera.