Muchos
circos han venido a Hermosillo, pero el Circo Fernández de seguro que es de los
de mejores tanto por sus buenos programas, carpas nuevas y limpias, amplias y
ventiladas, como por su baratura y elenco numeroso y simpático. En una ocasión
como atracción especial traía a un león de nombre “Prince”, animal de mucho
respeto, ágil y gruñón. Su domador señor Fernández, tipo amable y simpático
desde luego, cayó bien en Hermosillo y se hizo de grandes amigos. Se jactaba el
domador de tener bien educado al animal y cual sería la sorpresa que un día
amaneció de malas el leoncito y se echó encima del domador causándole graves y
numerosas heridas. Toda la sociedad acudió en auxilio del domador y pronto pudo
restablecerse. Creo que lo atendió el Dr. Olivares. Entonces se hizo popular
“el Prince” y las pláticas y conversaciones versaban sobre el accidente y
seguramente este hecho influyó en el ánimo de mi amigo y casi hermano Fragoso,
quien en una ocasión tuvo un altercado
con Bernardo Castro a golpe limpio; después de buen rato de lucha, Fragoso se
vio comprometido y con la prontitud del rayo se acordó del león, pegó un rugido
que según cuentan puso pálido a Castro (alias “el Tarumbas”), le alcanzó una
oreja, se la mordió hasta arrancarle un pedazo, se la tragó y cuentan que aún
no la digiere. Corriendo la voz entre los amigos a Fragoso le pusieron el apodo
de “el Prince”. Toma buena nota, lector, y cuídate de que Ramón no te vaya a
rugir.