“DON CARLOS MARTÁN”

Por Ramón F. Zamora

 

Tocó a Don Ignacio L. Romero la famosa influenza española que tantos estragos hizo en el mundo no escapando Hermosillo. Don Nacho, con solicitud patriarcal diariamente lo primero que hacía era recorrer los barrios pobres llevando un consuelo y un alivio en medicinas, dinero, alimentos y otras ayudas que el pobre Erario Municipal podía brindar a sus vecinos. No exagero si digo, porque fui testigo presencial, que se visitaron 800 casas  en algunas de las cuales encontramos a todos enfermos y sin que nadie pudiera darles un vaso de agua. Y esta difícil situación resultó un ramo de flores a Don Nacho comparada con el aprieto en que lo metió una vez Don Carlos Martán, siendo Secretario de la Comandancia de Policía y quien formulaba los “partes diarios de novedades”. En uno de esos partes, la policía cogió infraganti a dos inmorales en el Parque Madero y Don Carlos, de por sí pulcro y decente, cambió las frases del Cabo de Servicio y puso en el parte general lo que sigue textualmente: “A las 21 horas fueron aprehendidos en el interior del Parque Fulano y Zutano por pinfos, imberecundos y nerónicos similius, etc.”. Don Nacho leía y releía, se limpiaba los anteojos, dejaba el parte, lo volvía a coger y no podía descifrar la causa de la detención, y menos aplicarla al Bando de Policía, y como se hacía tarde y había que calificar, optó por llamar a Don Carlitos, y ya éste en su presencia, sacando de su bolsillo un “diccionario particular” (porque decía que el de la Academia no servía), inmediatamente le explicó el caso. Cuando Don Carlos se fue Don Nacho me hizo este comentario: “Caramba, ni diez influenzas me dan tanto trabajo como este Don Carlitos”. Luego respiró fuerte y haciéndome una seña hacia la Capilla Ardiente (depósito de licores), nos empujamos uno del bueno, quitado a algún contraventor del Decreto Número Uno. Hermosillo, Noviembre de 1948