“EL BOMBARDEO DE
HERMOSILLO DE 1929”
Por Ramón F.
Zamora
Este mes de abril se cumple el día 28 un aniversario más del bombardeo
de 1929 que Hermosillo sufrió por las tropas del Gobierno para reprimir el
último refugio del grupo de los Renovadores. Damos esta fecha con tristeza por
haber sucumbido amigos según la lista que al final del artículo presento, pero
a la vez hubo cosas chuscas ocasionadas por el pánico de la gente. Era
resultado del abandono precipitadamente por parte de los vecinos, unos a la Manga, otros a Villa de
Seris y demás cosas del hogar la noche del 28. Hermosillo estaba completamente
solo, las casas cerradas y a oscuras. Ninguna autoridad civil ni militar hubo
que resguardara el orden excepto el Presidente Nicolás Burgos, el cabo Aguilar,
Joaquín Martínez y el que esto escribe, así como el señor Tapia, Alcalde de la Penitenciaría. En
un ford destartalado desde esa fecha hicimos guardia por tres días y cuidando a la ciudad lo mejor
posible. Debo recordar con simpatía a Don Benjamín Encinas quien cooperó en los
momentos difíciles proporcionando incluso diariamente los sueldos necesarios a
reserva de que el Municipio una vez reorganizados los servicios, reintegrara
esos fondos como así se hizo. Otro dato curioso fue un telegrama que recibimos
unas horas antes del bombardeo firmado por el Gobernador Provisional Don Jesús
G. Lizárraga fechado en Nogales, en cuyo mensaje nos decía que nos hiciéramos
cargo de todos los servicios aquí y que en caso necesario “podríamos contar con
las garantías que su Gobierno nos daría”, y es el caso que horas después del
famoso día 28, se acabó el Gobierno Renovador y Don Jesús pasó la línea y
nosotros nos quedamos sin garantías y con una responsabilidad enorme. Pasado el
bombardeo nos dedicamos a recorrer la ciudad para ver las novedades y estragos
y pudimos tomar nota de los siguientes muertos y heridos: Muertos: Jorge
Rafelovich, extranjero nativo de Yugoeslavia, de 68 años de edad, exportador de
naranja y agricultor, quien fue volado por una granada cerca de la estación y
destrozado su caballo y “bogue”; Miguel Norzagaray, albañil de 42 años de edad
levantado por Antonio Valenzuela en la esquina de las calles Octava y Jalisco;
Niño Juan Diego Beltrán de 8 años que vivía en la calle Ramírez sin número;
Vicente Amador de 50 años de edad de la calle Jalisco 19; Felicita Zazueta,
viuda como de 60 años calle Oaxaca junto al No.61; Lorenzo R. Granillo, como de
26 años, mecánico, recogido en la calle Durango; Joaquín Peña, Carpintero
trabajador de El Hermosillense recogido en la Calle Durango. Una
señora conocida por “Chole”, raza indígena que vendía lonches recogida de la
calle Manuel González frente al número 44. Una señora desconocida recogida de
la calle Sonora al este del Jardín Juárez; un soldado de nombre Tranquilino
Hernández recogido del Cuartel 14; una soldadera desconocida que venía en la Cruz Blanca recogida
de las calles Matamoros y Oaxaca; dos señoras desconocidas levantadas una en la Plaza 16 de Septiembre y
otra del Jardín Morelos. Heridos: Señorita Socorro Granillo de 17 años calle
Sonora frente a la
Comandancia de Policía; María Luisa Granillo de 19 años de la
misma casa; Lidia y Eloisa Cota de más o menos la misma edad heridas en su casa
Calle Sonora frente Comandancia de Policía. Niño Carlos Almada como de 10 años,
Pedro Miranda como de 60 años, Carlos Alvarez como de 30 años, Eulogio Miranda
como de 30 años, Manuel Méndez, anciano como de 65 años; Felipe Díaz como de 40
años de edad; Juan Beltrán de 40 años vivía en el Cuartel Palomar y señora
Faustina A. de Murillo, como de 35 años de edad. Debo por último recordar que
el Presidente Nicolás Burgos, afrontó con entereza y tino la difícil situación,
no obstante que legalmente no le correspondía, pero así fue porque otros
olvidaron en la hora de prueba sus deberes de ciudadanos en quienes el pueblo
había depositado su confianza.