Columna: HECHOS Y PALABRAS EL IMPARCIAL, Miércoles 16 de Septiembre de 1970 EL AYUNTAMIENTO DE JORGE VALDEZ MUÑOZ (Por Abelardo Casanova L.) Al finalizar el régimen municipal que presidió Jorge Valdez
Muñoz, es evidente que no se puede hacer un juico sobre el caso con los
elementos que se usan para estos casos. Se trata, en rigor, del primer
Ayuntamiento de la oposición que opera en Hermosillo. Ha habido Ayuntamientos
que arribaron luchando independientes en las elecciones, pero todos ellos se
han aglutinado a la maquinaria del poder con mayor o menor facilidad,
diluyendo su carácter oposicionista. El de Valdez es un Ayuntamiento que
luchó desde la oposición; arribó con la oposición, gobernó siendo de la
oposición y terminó su período en el mismo carácter. Y esto, con todas las
consecuencias, algunas naturales, otras increíbles, de este hecho
consistente. ¿No es contradictorio esto de que sea de la oposición siendo el
Gobierno?. Entre nosotros no. El Partido en el
Poder es prácticamente Todo en la República. Asimila no solo la influencia
política, sino las corrientes económicas y aún religiosas que se acogen por
uno u otro motivo a su sombra, de suerte que todo núcleo contrario a esa
influencia resulta una pequeña isla en un mar homogéneo e incontrastable. Esta situación fue el hecho determinante en la gestión de
Valdez, y es el punto de partida para poder apreciar su régimen. Fue una isla
solitaria en un océano de adversidad, y por ese hecho generó situaciones,
actitudes y circunstancias que fueron desde lo más dramático hasta lo más
ridículo que puede ocurrir en una comunidad. Valdez se enfrentó desde el
principio con el hecho crudo, inevitable, lógico y terriblemente predecible
de que, siendo por costumbre el Ayuntamiento de Hermosillo un apéndice de la
organización administrativa del Gobierno del Estado, no podía esperar
trabajar en las condiciones de tutelaje consabidas. Más aún, desde las
postrimerías del régimen anterior, por razones de Partido se emitieron
disposiciones legales –como la de Parques y Jardines que le representó al
Municipio más de un millón de pesos anuales- destinadas a restarle recursos y
a eliminar cualquier tipo de colaboración abierta de parte del Ejecutivo
Estatal. Por su parte, el Gobierno del Estado no estaba en situación muy
fácil frente al Ayuntamiento panista. Los compromisos de Partido son muy
fuertes, y en varios sectores de ambos se dan actitudes sectarias
verdaderamente cerriles. Muy explicables por otra parte, porque no hay entre
nosotros la costumbre de esto que ocurrió aquí, de un Poder compartido por
núcleos políticos que no tienen un trasfondo de Poder común para ambos, como
ocurre en Estados Unidos. Aquí la Política es de carro completo, y no hemos
llegado al punto en que los conductores puedan cambiar de uniforme para
abordarlo alternativamente. Gentes ajenas al Estado, cuando nos visitaban con
la curiosidad de ver a un Municipio de Oposición dentro de un Estado
gobernado por el PRI, elogiaban abiertamente lo mismo al Presidente Municipal
que al Gobernador del Estado, señalándolos como Políticos de alta
calificación. La mayoría de ellos, le atribuían más méritos al Alcalde por su
condición oposicionista. Pero no es de desdeñar la situación del Gobernador
Faustino Félix aunque parezca extraño; Valdez, llevado al Poder por un
Partido débil, ajeno a los mecanismos sociales más efectivos para la presión
a la que podía mandar al diablo en ocasiones, era en cierto modo más libre. Jorge Valdez Muñoz (izq),
entregando el Ayuntamiento de Hermosillo a Eugenio Hernández Bernal El Gobernador, originario políticamente de un Partido
todopoderoso, plagado de intereses, preñado de corrientes, tenía mucha menos
independencia, muchos más “asegunes” que contemplar para esta clase de
coexistencia. Y en efecto, si el PAN hubiera podido en un momento dado
provocar una huelga de policía; desmovilizar las Centrales que manejan los
transportes; presionar a los sectores que se desviven por no malquistarse con
el Poder, como ocurre como el PRI, si hubiera dispuesto de este tipo de
resortes, con lo mucho que contrarió al panismo hermosillense la
intransigente decisión de Valdez de “coexistir” para conservar la calma en la
Ciudad por encima de todo, la caída del Ayuntamiento hubiera venido del PAN y
no del PRI (claro esto objetivamente hablando, pues cada Partido tiene sus
prácticas y sus razones éticas que sería injusto considerar iguales en ambos). Y este fue el eje del asunto; de ahí vinieron detalles que
significaron todo para la vida del Ayuntamiento Valdezista. La huelga de la Policía (lo más
vergonzoso que una ciudad haya permitido y cohonestado con su actitud
indiferente) de octubre de 1967; la merma de recursos como la cancelación del
subsidio para los puestos populares de carne; la agitación constante en los
contingentes sindicales al servicio del Municipio y otras presiones más, casi
todas lógicas dentro de las características de nuestra política. Y otras más,
que marcan el viraje de un pueblo que dio su voto en 1967 por despecho, y que
a la postre, por temor o por conveniencia cambió el objetivo de ese despecho
para volver éste indirectamente contra el mismo que había utilizado para
desahogarlo.; “notables” que se tapaban las narices al pasar por el
Ayuntamiento; Propietarios que aprovecharon la debilidad del régimen para no
pagar el pavimento; profesionistas que pusieron el grito en el cielo por un
intento de actualización de impuestos; y ciudadanos que no asistían ni a
eventos de diversión promovidos por el Ayuntamiento para no “quemarse” (fue
así como hubo un carnaval panista, una organización benéfica panista e
inauguraciones panistas de eventos deportivos). Jorge Valdez Muñoz, el gran ausente en el “Grito” del 15 de
septiembre de 1970 El resultado tenía que ser: un Ayuntamiento sin fuerza y sin
recursos suficientes en lo material; hasta los desfalcadores de fondos
aprovecharon la situación y hubo procesos contra algunos de ellos,
¡increíble!, amenazaron en un momento dado con que el que iría a la cárcel
fuera el Alcalde. Esto claro, reflejó en la obra material que es la que más
objetivamente se le exige a un Ayuntamiento; yo ignoro con precisión lo que
haya podido realizar Valdez a este respecto. Serán los informes de Ley los
que las digan, y éstos tienen poco poder de difusión. Dirán más que ellos los
transportistas, los locatarios de los mercados periféricos, los
paracaidistas, los usuarios organizados. Y en general, por lo mismo que queda
apuntado arriba, será muy difícil que alguien se ocupe de sacar a la luz lo
que este insólito Cabildo haya
podido realizar. Se hablará, y se ha hablado, más de las deficiencias de
alumbrado, de baches en las calles, la lenidad policiaca y de destrucción de
semáforos, que han existido en otras administraciones, pasadas y actuales del
Estado, pero que no había sido útil capitalizar. Todo lo anterior, en cuanto al régimen y en cuanto a la
sociedad. Respecto al Partido que lo llevó al Poder, Valdez tuvo quizá
dificultades aún mayores. Influyentes corrientes panistas no le perdonaron en
los 3 años que no rompiera lanzas contra el Gobierno Estatal, en ocasiones
con razón para ello desde el punto de vista de la rivalidad política. Y se
produjeron divisiones y presiones morales probablemente más ásperas por venir
de los propios correligionarios. Más aún, puede decirse con seguridad que en
el PAN se produjeron crisis con motivo de su triunfo en Hermosillo. Una cosa
es cierta: con presiones políticas contrarias; con sectores de hostilidad
entre los suyos; con el desconcierto o la indiferencia del Pueblo, Jorge
Valdez cumplió los tres años de su gestión constitucional. Absorbió,
convertidos en problemas y en deficiencias, los conflictos que pudieron
traducirse en graves tensiones y aún estallidos para la población. Su decisión de paz, como dicen
algunos de sus correligionarios, podrá haber perjudicado a su Partido, pero
es innegable que lo identificó más espiritualmente con la población a la que
trató de evitar trastornos graves. Y esto, viniendo de un hombre de Partido, tal vez sea a
la postre
benéfico para el mismo Partido. Todo esto y algunas cosas más habrá que tomar en cuenta para
juzgar la actuación del Presidente Valdez. El día de las elecciones en 1967
yo publiqué aquí que, entre todos los Candidatos, era el que consideraba con mayor y más
trascendente idea política, entendiendo política en el más alto sentido de la
palabra. Y tres años después, por las mismas dificultades que arrostró; por
las mismas deficiencias de colaboradores de las que tuvo que responder; por
las mismas angustias de que fue testigo la ciudad, y él, un protagonista
imperturbable, sigo considerando lo mismo. Eugenio Hernández Bernal y Jorge Valdez Muñoz, al fondo la
Señora Ofelia Tapia de Valdez |