El Personaje
Jesús
García Corona
“El
Sonorense más Grande”
Por Ing.
Manuel de Jesús Sortillón Valenzuela
Todos los pueblos
del mundo sienten orgullo por aquellos quienes, siendo oriundos de ese suelo,
logran alcanzar la fama y el reconocimiento de su Patria o tal vez incluso de
la admiración del mundo entero. Cuando los sonorenses empezamos a escuchar el
nombre de Jesús García en nuestros primeros días de escuela, su biografía
comienza diciendo que nació en Hermosillo; en nuestras cátedras habremos de
escuchar en pocas palabras el motivo de su fama: “salvó al pueblo de Nacozari
de una segura destrucción total…”. De niño seguramente no se capta la verdadera
dimensión del hecho, y en las aulas profesionales tristemente pasa desapercibido.
Con motivo del
cincuentenario de este increíble acto heroico, las autoridades presentaron un
emotivo homenaje muy especial el cual fue organizado por el Dr. Daniel J. Zapiain y el señor Edmundo Parra M, Presidente Municipal. A
las 11 horas de aquel jueves 07 de Noviembre de 1957 comenzó un desfile
presidido por las autoridades locales y las representaciones de los Poderes
Ejecutivo, Legislativo y Judicial del Estado; todos los sectores de la misma
comunidad de Nacozari y de pueblos vecinos participaron en la marcha destacando
en el recorrido la presencia de los niños del pueblo desfilando con singular
colorido al ritmo de las bandas de Guerra. El pueblo se aglomeró por las
principales calles de Nacozari a fin de aplaudir aquella parada de agradecimiento
al héroe Jesús García; algunos turistas norteamericanos transportados en un
tren especial desde Agua Prieta, estuvieron presentes en todo momento
incorporándose a esta emotiva celebración. Tras el desfile, inició una
ceremonia frente al monumento del héroe magnánimo; la Orquesta de los Hermanos
Rivera de Magdalena interpretaba la
marcha de Jesús García compuesta en el mismo año de
la tragedia por el reconocido músico Don Silvestre Rodríguez, amigo
precisamente de Jesús; Don Silvestre falleció en 1965.
La primera
guardia ante el monumento estuvo a cargo del Presidente Municipal Edmundo Parra
M., el Licenciado César Tapia Quijada en representación del Gobernador
Constitucional Don Álvaro Obregón, del diputado Francisco Medina Hoyos llevando
la representación del Poder Legislativo; se incorporó también en esta guardia
un representante de la Sección No.8 de Empalme perteneciente al Sindicato
Nacional de Trabajadores Ferrocarrileros. Hubo discursos del Licenciado Tapia
Quijada, del Diputado Medina Hoyos, del
Representante de los Trabajadores del Riel, de Luis Ruiz Vázquez en
representación de la Universidad de Sonora, así como del Dr. Zapiain quien atinadamente leyó el parte entregado por el
Superintendente de la Mina explicando el suceso en aquel fatídico día de
Noviembre de 1907. El Profesor Horacio Soria, en aquel tiempo Director General
de Educación Pública en el Estado, entregó premios a un joven de Nogales por el
mejor trabajo sobre el Héroe de Nacozari así como a una niña de Arizpe que se hizo
merecedora al segundo lugar. Desafortunadamente no se incluyeron en el reporte
periodístico que hemos tomado como fuente para esta relatoría. El pasado
Noviembre de 2007 se cumplieron 100 años de esta proeza heroica, y la gratitud
de los sonorenses con el héroe Jesús provocó de nuevo un sentimiento especial.
CARTA DEL SR. LUIS G. MONZÓN
A continuación,
reproducimos una carta enviada por el señor Luis G. Monzón describiendo los
hechos a un periódico de Guaymas, que por su valor histórico procedemos a reproducir:
De Nacozari a
Guaymas, Sonora, Noviembre 8 de 1907.
Director Don
Aurelio Pérez Peña:
Distinguido Amigo
mío:
Ayer se registró
en este lugar un sensacional episodio que revistió al mismo tiempo los
caracteres de trágico y heroico. Como Usted sabe, Nacozari se halla en la
cuenca del Río Moctezuma, en una especie de hondonada que circundan altas y
escarpadas montañas. Con la riquísima mina “Los Pilares”, lo conecta un ramal
ferroviario de 6 kilómetros y en un sentido marcadamente ascendente de éste a aquel
punto. Además, dicho ramal arranca del corazón de Nacozari donde están
instaladas las oficinas públicas y la planta de talleres, así como casas
concentradoras, etcétera. Por requerirlo, la configuración del terreno en este
mismo sitio se encuentran depósitos del gas que pone
en movimiento las diversas maquinarias, así como cavado en roca el enorme
polvorín pletórico constantemente de la peligrosa sustancia explosiva.
Detallado lo
anterior, añadiré que ayer se proveyeron dos carros de pólvora en el fondo de
los cuales se colocaron los respectivos fulminantes con el designio de conducir
tales efectos a Los Pilares. Integrado el convoy, debían ir otros carros con
carga y pasajeros; mas, antes de emprender la marcha y sin estar adheridos los
últimos vehículos de que hablé y sí, los primeros, algunas chispas escapadas de
la locomotora comenzaron a incendiar la pólvora originando el desastre. Como se
sabe, cuando la pólvora ardía en esta forma no ofrecía riesgos inminentes, más
el peligro grave, trascendental, tenía que presentarse como desgraciadamente se
presentó al hacer explosión los fulminantes.
La pólvora de los
carros comenzó a arder en Nacozari, casi en el centro donde se hallaba
almacenada grandes cantidades de la misma sustancia y donde existe entinacado una exorbitante suma de gas (carburo de
hidrógeno); si la explosión se hubiera efectuado en este lugar habría provocado
la del mismo polvorín y la de los tinacos y no solo hubiera desaparecido
Nacozari entero, sino asimismo numerosas congregaciones pues los efectos de la
catástrofe se hubieran extendido en un amplio radio.
La explosión de
los carros era inevitable; lo urgente era alejar rápidamente el peligro de la
población aunque a costa de algunas vidas. Así lo comprendió el maquinista y
con notable prontitud y admirable sangre fría, se puso en ejecución su idea.
Para el efecto, gritó a los presentes que se alejaran violentamente del convoy,
y una vez logrado esto le internó a todo vapor en despoblado. No pudo dejar su
puesto porque la fuerza motriz escaseaba y el tren caminaba cuesta arriba, y,
abandonando el mecanismo, el descenso de los carros sería más que inevitable,
vertiginoso, siendo esto la causa de que el desastre se produjera precisamente
donde más tremendos fueran los estragos.
A la 1:00 PM
estalló la catástrofe; los habitantes de Nacozari (y en varias leguas a la
redonda), escucharon una espantosa detonación. Toda la población trepidó sobre sus cimientos; las casas más
próximas al lugar del siniestro volaron en diminutas astillas; otras cayeron
con estrépito o quedaron quebrantadas; el tren afectado se deshizo en numerosos
fragmentos que, improvisados en proyectiles, segaron las vidas de algunos
infortunados.
Momentos después
se recogieron desfigurados los cadáveres de 11 personas y 13 gravemente
heridas, de las cuales deben haber fallecido 5 más y tres que, aunque
indirectamente, perecieron también a consecuencia de la misma catástrofe. Jesús
García, el heróico maquinista tal que ni siquiera ese
día le tocaba el turno de trabajo, murió en su puesto cumpliendo con su
deber después de haber salvado de una
muerte segura a millares de sus semejantes.
Jesús García se
conquistó la gratitud y el cariño, la admiración de los moradores de esta comarca;
durante muchos siglos mientras su nombre no se extinga, será el afamado héroe
de esta región. Hoy (8 de noviembre de 1907), a la 1PM en presencia de un
público numeroso y profundamente emocionado, se efectuó el sepelio de su
cadáver habiendo tenido el que habla el alto honor de pronunciar la alocución
fúnebre. No abundan los casos como el que narro y mucho menos en esta época de
cobardía y egoísmo. Esta es una de las ocasiones en que la prensa debe soplar
en sus poderosas trompetas para excitar y estimular a los hombres a la práctica
de la virtud y al cumplimiento de su deber. Puede Usted, señor, hacer de esta
mal pergueñada carta el uso que estime conveniente;
de Usted, Afmo. Amigo y SS, Luis G.
Monzón.”------------------
Mr. James S. Douglas, el Superintendente de la Compañía,
inmediatamente procedió también a elaborar una carta al Gobernador del Estado
explicándole los hechos de aquel desafortunado día para Nacozari; el escrito lo
reproducimos a continuación:
CARTA
DEL SR. JAMES S. DOUGLAS
Superintendente
de la Compañía
“Sr. Gobernador
Luis E. Torres,
Hermosillo Sonora
Estimado General:
Esta mañana
telegrafié a usted respecto a un terrible accidente que ocurrió aquí ayer y
copio de mi telegrama lo siguiente: “setenta
cajas de dinamita se incendiaron por chispa desprendida por la locomotora ayer
a las 2:00PM en el momento en que el tren salía del patio de abajo en Nacozari
en el Ferrocarril de vía angosta. Todos los empleados brincaron del tren
excepto el maquinista quien quedó en la máquina para evitar peligro de que
carros descendieran pendiente pesada y estallaran en el patio de abajo.
Explosión ocurrió en el momento en que tren entraba al patio de arriba, en
frente de la casa de Sección; ocho mujeres y niños que vivían en la casa de
Sección, así como cinco hombres inclusive el maquinista fueron muertos. Todos
eran naturales de México excepto un muchacho norteamericano. Maquinista era
originario de Hermosillo y había trabajado en la misma máquina siete años,
murió heroicamente. Agradézcale infinitamente su contestación a mi solicitud de
ayer”.
NOTA: En el patio
de abajo había almacenadas mil cajas de dinamita y de haber ocurrido la
explotada de esas mil cajas todo el
lugar se hubiera arrasado y el número de víctimas hubiera sido espantoso. A fin
de que ustedes puedan tener detalles más amplios, diré: Estaban cargados
vagones en el almacén el día de ayer en la mañana con dinamita para Pilares y
junto con otra carga, estaban siendo movidos por la tripulación del ferrocarril
de la misma del patio de abajo al patio de arriba, preparándolos para hacer su
primer viaje a Porvenir después del mediodía. Ha sido costumbre poner la
pólvora al extremo del tren, pero como el conductor estaba en el hospital por
encontrarse enfermo, no se tomó esta precaución y los dos carros de dinamita se
pusieron cerca de la máquina.
De medio camino
arriba hay una pendiente del túnel que empieza cerca del viejo concentrador y
se dirige hacia el patio superior; el maquinista Jesús García, que ha sido
maquinista en el Ferrocarril de vía angosta por los últimos cinco años, y antes
de eso era fogonero, se dio cuenta de que salía humo de uno de los carros de
pólvora y llamó la atención hacia ellos, de los garroteros y del fogonero.
Ellos entraron en el carro e hicieron lo posible para remover la caja de
pólvora que parecía estar quemándose, pero tan pronto como la removieron el
fuego hizo llamarada, mientras tanto el tren corría a toda velocidad. Jesús
gritó entonces a los garroteros y al fogonero, a otros que iban en el tren, que
saltaran y el fogonero le gritó que también saltara, pero contestó que si lo
hacía el tren se devolvería hacia el Concentrador y permaneció en la máquina,
evidentemente con la intención de ganar el patio superior y correr hacia la
mina, hasta alcanzar alguna distancia de las casas de Sección. Su acción fue la
más heroica, pues si hubiera regresado hacia abajo y si la explosión hubiera
ocurrido al pié de la colina, los daños de la Casa de Máquinas, depósitos de
pólvora y oficinas, así como en el Concentrador hubieran sido terribles. El fogonero y los garroteros también
demostraron gran valor en esforzarse por extraer la caja de pólvora que humeaba
dentro de la carga y contenerse hasta que empezó a llamear. Los nombres de los
garroteros son: Francisco Rendón, Agustín Barceló e Hipólito Soto; el del
fogonero: José Romero; la explosión ocurrió justamente cuando el tren estaba
ganando el patio superior y el resultado fue la demolición de los pequeños
almacenes del patio superior, las casetas de las herramientas de los hombres de
la Sección, en la cual una o dos familias vivían, y la casa de la sección en la
cual vivían 8 familias. Seis mujeres, muchachas y niños murieron, la mayoría de
ellos a consecuencia de las partes de los carros y de la locomotora que alcanzaron
al edificio, consecuentemente lo demolieron completamente y cinco hombres que
andaban por el patio superior esperando el tren para ir a Porvenir también
fueron muertos. Uno de ellos era hijo de
nuestro carpintero en Jefe, William Chisholm, quien
estaba en el patio esperando la salida del tren para Porvenir. Todos aquellos
muertos eran mexicanos nativos excepto el hijo de Chisholm,
un muchacho de 14 años.
El maquinista
fue, por supuesto, muerto instantáneamente siendo encontrado su cuerpo a 20
pies de distancia de la máquina. Con la asistencia del Doctor de Pilares y el
Doctor y la enfermera del Southern Pacific, se les prestó inmediata atención quirúrgica a los
heridos y se hizo lo posible por aliviarlos en sus sufrimientos. Hay ahora en
el hospital 7 heridos tres de ellos muy graves, dos de los que no tenemos
esperanza de alivio.
Estaba en la
oficina del Dr. Rikett en Cananea ayer a las 4PM
cuando me notificaron, y llegué aquí a las 1 horas y 25 minutos después. Es
difícil imaginarse cómo puede haber ocurrido todo esto y es de lamentar esta
terrible calamidad, pero la valentía demostrada por toda la tripulación del
tren reconcilia a uno, en cierto modo, por este suceso. El joven Jesús García,
en particular, puede considerarse como un verdadero héroe pues si hubiera
abandonado su máquina conteniendo la dinamita, hubieran descendido la pendiente
hacia el patio de abajo y los perjuicios hubieran sido mucho mayores.
Inmediatamente después de la explosión el señor Terán, quien estaba en el
terreno, entiendo le telegrafió al Prefecto y al Juez en Moctezuma.
Usted por
supuesto tendrá mayores reportes de todo lo ocurrido y por si yo puedo darle
cualquier información posterior, favor de solicitarla. Con la mayor
consideración quedo de Usted Atento y Seguro Servidor, JSDK, Superintendente.
NOTA: Este documento fue reproducido por “El Imparcial”
el día 08 de Noviembre de 1957, mismo que a su vez fue tomado de otro rotativo
llamado también “El Imparcial” producido en Guaymas con fecha 16 de Noviembre de
1907.
DATOS BIOGRÁFICOS DE JESÚS GARCÍA
Jesús García, una curiosa foto sin bigote
Jesús García Corona nació el día 13 de
Diciembre de 1883 en Hermosillo Sonora, precisamente en el sitio donde se
levanta su monumento por la calle Revolución en la acera poniente del Parque
Francisco I. Madero, este mismo ubicado al Este de la ciudad capital bajo el
Cerro de la Campana. Sus padres fueron: Francisco García Pino y Rosa Corona
habiendo procreado este matrimonio 8 hijos: Trinidad, Angela,
Artemisa y Rosa; los varones fueron Francisco, Manuel, Miguel y Jesús, el más
pequeño. Pero la familia entera cambió de domicilio, asentándose ahora en Batuc
por allá en 1894; de cualquier forma, el jovencito hizo sus primeros estudios
en la Escuela del Barrio de “La Moneda”.
Rosa
García y Doña Rosa Corona
Resulta oportuno mencionar que fue en
Hermosillo donde el pequeño, al igual que sus hermanos, tuvo la oportunidad de
“gozar” del ferrocarril e ilusionarse con los rieles. Con la ventaja de tener
cerca la antigua Estación, seguramente el inquieto Jesús admiraría el “caballo
de hierro” en los habituales paseos que las familias acostumbraban acercándose
para recibir y despedir a los viajeros. El ferrocarril fue inaugurado en Hermosillo
en diciembre de 1881. Pocas cosas se saben de esta familia en la capital; era
un hogar como tantos otros en tantos años y su historia en la ciudad quedó
vacía de datos. Se sabe que Don Francisco, buscó seguramente mejores
oportunidades en un sitio de más movimiento económico y toma la decisión de
emigrar ahora hacia Nacozari; era un herrero y cerrajero muy cotizado y bien
podría tener mejores expectativas en este lugar en pleno desarrollo.
Pero la desventura llega cuando el señor
García se enferma en el trayecto Batuc-Nacozari de
forma tan grave que no alcanza con vida su destino. Muchachas y muchachos de
pronto quedan en el infortunio sin su guía y protector, por lo que Doña Rosa
asume la responsabilidad en compañía de sus hijos que poco a poco culminan el
plan de tomar empleo en este complejo minero propiedad de la Moctezuma Cooper Company. La lucha por el diario sustento impulsa también a
Doña Rosa a instalar un pequeño café-lonchería donde ofrecería sus preparados a
los comensales del lugar; era cocinera, al decir de muchos, de buen sazón.
JESÚS
INGRESA A LA MINA
En el Café, el joven Jesús se ocupaba de las
labores domésticas en el aseo y auxiliaba a su madre en el quehacer; eran los
años entre 1898 y 1900. Pero al comenzar el siglo XX el inquieto aprendiz de
mecánico logra emplearse en la Mina como aguador al cumplir sus 17 años; fue el
pretexto inicial pues ya en el escenario de la Mina aprende el oficio de los
rieles convirtiéndose en auxiliar del mantenimiento de Vías, Controlador de
Frenos y Bombero. Tres años más tarde, en 1903, se convirtió en Ingeniero de
Máquinas; el éxito empezó a llegar y con un mejor sueldo Jesús coopera con su
familia para adquirir una vivienda con todos los servicios y cercana a los
trabajos de la Mina.
En 1904, recién cumplidos sus 20 años, la MCC
premia al joven García por su buen desempeño laboral con un viaje a San Luis
Missouri; le acompañaron otros galardonados en la travesía: los mecánicos
Rafael Rocco y Cipriano Montaño; José Vejar encargado del Concentrador;
Zacarías Ruiz y Heraclio Ramos del Departamento de Almacenes; el electricista
Ignacio Montaño y los agentes de ventas Francisco Ancira
y Manuel Vázquez.
Vías del
Ferrocarril en Sonora
Como todos los muchachos de la época, el menor de los García gozaba de
la vida… de la música y la ilusión de las novias. Meses antes del fatídico
accidente, se había comprometido con la señorita María de Jesús Soqui. A propósito de la música, se destaca su amistad
también con Silvestre Rodríguez el gran compositor de “La Pilareña”,
que por aquellos años tenía su residencia en Nacozari y cuya orquesta
ambientaba las fiestas por todos los rincones de la comarca.
De izquierda a
derecha: Alfredo Martínez, Francisco Andrade, Jesús García, Manuel Carrillo,
Sr. Blanco, Sr. García.
Esta fotografía fue
facilitada por el Ing. Víctor Manuel Martínez Montaño cuyo padre es el primero
de la fila.
Obsérvese la fecha
del 5 de mayo de 1907, 6 meses antes de la tragedia.
LA
TRAGEDIA
La vida iba excelente para García hasta que
llegó el fatídico 07 de Noviembre de 1907; a temprana hora de aquel día
martes, Agustín Barceló e Hipólito Soto
encargados de los frenos del tren que se usaba para el transporte de materiales
y personal hacia el lugar de los trabajos, se percatan que Don Alberto Biel no se presenta a sus obligaciones y no había
conductor; el experimentado maquinista se encontraba inhabilitado por
enfermedad y bajo cuidados en el hospital de la Compañía, así es que el joven
Jesús es llamado entonces para suplirlo en el trabajo de guiar este ferrocarril
de los llamados de “vía angosta”, dejando de lado el que sería su día de
descanso.
Así las cosas, durante la mañana el joven
conductor hace un primer recorrido hacia EL SEIS, sitio localizado en la parte
alta de la sierra a unas 6 millas (10 kilómetros) de Nacozari, recogiendo y
llevando obreros como de costumbre. En aquel entonces las máquinas eran motores
a vapor cuyos residuos de la combustión salían por una chimenea típica de las
locomotoras; en este viaje, Jesús observa un problema: algunas chispas salían
por el contenedor que poseía unas mallas para sofocarlas, pero no estaban
funcionando correctamente y ciertas brasas vivas estaban escapando
peligrosamente; recomienda entonces al fogonero José Romero en ese primer
viaje: “… acuérdame por la noche decirle
al Departamento de Mecánica que repare el contenedor”.
En esa mañana el tren hace dos recorridos a
EL SEIS, que por día comúnmente se hacían cuatro. La zona de operaciones
ferroviarias en Nacozari tenía un nivel bajo, uno intermedio y el nivel alto;
al llegar a EL SEIS (el nivel alto) por segunda ocasión con sus 50 góndolas en
el tren, un mensajero se le acerca y le encomienda regresar. La instrucción fue
que llegaría hasta el nivel bajo a recoger materiales para transportarlos a EL
SEIS nuevamente;
Jesús debía entrevistarse con el señor
Elizondo para recibir instrucciones y rápidamente desciende con la locomotora;
el cargamento consistiría en 4 toneladas de dinamita a trasladarse en dos
furgones, explosivos que debían ser depositados hasta el nivel alto para
almacenarse y ser utilizados posteriormente según lo programado dentro de las
estrategias de ampliación de la Mina. Este tipo de explosivo muy poderoso era
la novedad de la época para demoliciones masivas y habían sido transportadas
especialmente desde Oakland California días antes.
Al llegar a la zona de embarque en el nivel
bajo, Jesús aprovecha el momento para ir a casa pues eran aproximadamente las
13:30 horas de la tarde; pasaba del mediodía y se antojaba un exquisito
platillo de Doña Rosa después de varias horas de arduo trabajo. Al regresar,
Jesús observa que la locomotora había perdido presión de vapor y sugirió que
incrementaran el fuego para poner a punto la máquina de nuevo; se estaba
perdiendo tiempo en eso y rápidamente se dedicó a resolver el problema ayudando
inclusive en las labores de carga de carbón para mejorar la incineración; él
también había sido fogonero en el pasado. Sin embargo, el joven García no se
daba cuenta a tiempo de un error mucho más grave: la dinamita quedó en los dos
primeros carros enseguida de la zona de combustión y le preocupaba que la máquina no estaba a
punto para levantar la cuesta; estaba retrasado… no había lugar para más
demoras.
El cargamento de dinamita y fulminantes iban
aislados con pacas de alfalfa sobre los carros. El viento de la tarde empezó a
soplar fuerte; la locomotora con las llamas muy vivas en la zona de combustión
estaba más que lista para emprender la marcha, pero el problema del contenedor
otra vez se hizo presente. Las chispas escapaban de la chimenea al mismo tiempo
que Jesús empezaba a tomar el riel lentamente
rumbo al piso intermedio; sucedió entonces que algunas
brasas expulsadas cayeron en las pacas separadoras, provocando una
fogata menor ¡sobre el explosivo!...
Las personas en tierra, cuadrillas de
trabajadores y simples transeúntes, iban avisando al conductor García del fuego
en uno de los vagones; se aclara que en los primeros instantes la tripulación
no sabía de la incipiente conflagración. Un obrero anónimo con voz fuerte logró
por fin llamar la atención del problema al maquinista que no escuchaba por el
ruido ensordecedor de la locomotora: “oye Jesús… humo en el polvo”, se
escuchó con voz potente.
Con el problema en sus espaldas, el joven
maquinista no podía evaluar exactamente la situación; el fuego iba en aumento
cada vez más toda vez que el aire que rompía la máquina del mismo tren en movimiento cooperaba para avivar la
flama; todos sabemos que el oxígeno es un excelente combustible. El convoy
podía haberse detenido para intentar sofocar el fuego, pero Jesús sabía que no
había agua en el trayecto y no tenía la seguridad de éxito en esta tarea…
quizás no habría tiempo para arrancar al tren nuevamente y la explosión menos
podría ser evitada en las cercanías del pueblo, de su familia… de su novia.
Las cosas estaban sucediendo a sus espaldas y
demasiado rápido. Francisco Rendón logró arrojar algunas cajas de dinamita al
suelo pero el incendio ya no podía contenerse; con sus propias ropas hizo algún
intento para minimizarlo pero fue en vano; si el fuego llegaba a los
fulminantes la explosión de todo el conjunto será inevitable. El instinto de
Jesús lo hizo pensar en lo peor… la idea de una posible detonación sobre el
pueblo empezó a crear alarma en todos.
Es entonces cuando el joven de 24 años asume
los costos y convence a la cuadrilla de que lo dejaran solo y toma la decisión
de “correr
su suerte”, como textualmente lo expresó. Los valientes ayudantes
saltan del vehículo pues el intrépido maquinista sabía que el tren ardiendo se
regresaría por inercia hacia el nivel bajo provocando una conflagración aún más
grande; estaba convencido de que definitivamente no podía abandonar la
conducción en ese momento… era una bomba a punto de explotar. En el nivel bajo
había más dinamita almacenada y otros tanques con cantidades exorbitantes de
Carburo de Hidrógeno, combustible altamente inflamable; al final, el proyecto
será el de aprovechar el tiempo que queda para avanzar hasta el “puerto”,
vencer el nivel alto, rodar la máquina ahora cuesta bajo para lanzarse a tierra
y todavía ocultarse seguramente antes de la hecatombe… los rezos de Jesús iban
abonando a la suerte pero dolorosamente los minutos de viaje fueron
insuficientes.
El reloj marcaba las 14:20Hs cuando se
escuchó un poderoso estruendo; la máquina explotó en completa destrucción cuyos
pedazos fueron lanzados a velocidades increíbles por doquier. El joven
hermosillense iniciaba el viaje a la eternidad y aunque su proyecto de salvarse
quedó pendiente, con su vida fue posible proteger muchas más en un accidente
que pudo ser de fatales consecuencias para miles. El tren con su carga mortal
alcanzó a llegar al nivel alto, lo suficientemente alejado del pueblo; Jesús
fue lanzado por la cabina y el cuerpo se encontró destrozado por las ruedas
traseras de la locomotora; solo su mano completa quedó asida de la palanca
dando evidencia del instante en que el valiente Jesús realizaba el último
esfuerzo para evitar la que hubiera sido la mayor desgracia de Sonora en
tiempos de paz.
Paulatinamente los curiosos se acercaron a
los hechos; los testimonios construyeron poco a poco la historia que hizo grande
al Héroe Jesús García Corona; al día siguiente se llevaron a cabo los funerales
de las personas fallecidas y la tristeza invadió al pueblo por muchos años. La
familia de Jesús dejó Nacozari y cumplieron su destino en otras localidades,
incluso fuera del país. A casi un siglo de ocurridos los hechos, los testigos
han muerto todos; solo el nombre de Jesús García Corona sigue brillando con luz
propia como premio que la vida otorga a los seres extraordinarios; sin embargo,
mal haríamos si dejáramos de reconocer la labor del fogonero José Romero,
valiente compañero que se mantuvo con Jesús casi todo el camino alimentando al
caballo de acero que consumía
desesperadamente los últimos minutos de su viaje fatal.
Minutos después de la explosión
El acto heroico de Jesús ha sido motivo de
innumerables homenajes que año con año se repiten en muchas partes del país y
del extranjero; calles, colonias, Asociaciones
y un sin fin de instituciones llevan el nombre de Jesús García Corona, en un
esfuerzo por mantener viva en la mente de los mexicanos este acto de notable
valor y sacrificio. La 44va. Legislatura del Congreso del Estado de Sonora lo
declaró HIJO PRECLARO DE LA CIUDAD DE HERMOSILLO el día 26 de abril de 1966,
dedicando como monumento permanente a su memoria el siempre conocido
promontorio denominado Cerro de la Campana, algo que no se ha respetado por
cierto. En esa fecha se proyecta construir un monumento que finalmente se
concluye hasta mayo de 1977. Anteriormente, en el remate de la calle Serdán
sobre el Parque Francisco I. Madero, fue levantado un monumento cúbico con
figuras artísticas alusivas al eterno descanso del Héroe Ferrocarrilero; la
fecha de la tragedia fue escogida
también para conmemorar el día de los trabajadores del riel por parte del
Sindicato.
Aquel humilde maquinista, como aquel capitán
del barco Titanic en colapso, se mantuvo celosamente
en su cargo hasta que el último minuto se consumió en un viaje sin retorno; ¿hubo un error de Jesús?, ¿hay algo
que reprocharle?; es preferible no hablar de eso, porque la luz cegadora de tan
inmensa gesta heroica perdona los yerros de un jovencito que apenas pisaba los
24 años.
ANEXOS:
LEY QUE
DECLARA AL HÉROE FERROCARRILERO JESÚS GARCÍA,
"HIJO
PRECLARO DE LA CIUDAD DE HERMOSILLO" Y DEDICA
COMO
MONUMENTO PERMANENTE A SU MEMORIA EL LUGAR
CONOCIDO
COMO "CERRO DE LA CAMPANA"
Monumento a Jesús
García; al fondo el Cerro de la Campana
Fotografía de JC
Valenzuela
http://www.flickr.com/photos/jcvalenzuela/1395157306/
ARTICULO 1o.- Se declara "HIJO PRECLARO
DE LA CIUDAD DE HERMOSILLO", al trabajador ferrocarrilero Jesús García,
que en un acto de desprendimiento humano de perfiles altamente heroicos,
sacrificó su vida el 7 de noviembre de 1907, para salvar de una catástrofe a la
población de Nacozari.
ARTICULO 2o.- Se declara Monumento Cívico del
Estado de Sonora, dedicado permanentemente a honrar la memoria de Jesús García,
al promontorio conocido con el nombre de "Cerro de la Campana",
ubicado al sureste de la ciudad de Hermosillo, a cuyo efecto se erigirá una
obra escultórica en honor del Héroe de Nacozari, que será colocada en una de
las salientes más notables de dicho cerro, de tal manera que domine la mayor
parte de la ciudad.
ARTICULO 3o.- Para llevar a cabo la erección
de la escultura simbólica que se propone, deberá formarse de inmediato un
Comité,1 cuyos integrantes serán nombrados por el
Gobierno Estatal a propuesta de los Ayuntamientos, los Clubes de Servicio, las
organizaciones obreras y en forma especial el gremio ferrocarrilero, las
organizaciones de profesionistas y estudiantes y los demás organismos que desearen
participar, cuyas funciones principalmente serán:
a) Derogado.
b) Derogado.
ARTICULO 4o.-Se declara de interés público la
conservación del "Cerro de la Campana" con el destino exclusivo que
se le señala en esta Ley, por lo cual queda estrictamente prohibido colocar en
él cualquier otra clase de estatuas o monumentos, así como fijar anuncios
comerciales, propaganda
política o publicidad de la
índole que fuere en los muros y farallones del mismo, debiendo vigilar las
autoridades el cumplimiento de esta disposición.
T R A N S I T O R I O
ÚNICO.-Esta Ley entrará en vigor, el día de
su publicación en el Boletín Oficial del Estado.
FECHA DE APROBACIÓN: 1966/04/26
FECHA DE PROMULGACIÓN: 1966/04/26
FECHA DE PUBLICACIÓN: 1966/04/30
PUBLICACIÓN OFICIAL: 35, BOLETÍN OFICIAL
INICIO DE VIGENCIA: 1966/04/30
EXPIDIÓ: 44 LEGISLATURA
REFORMADA EN: 1967/02/11.
El artículo 2 de la Ley 86 publicada en el
Boletín Oficial número 12 de 11 defebrero de 1967,
establece lo siguiente: "se autoriza al Patronato o Comité nombrado para
encauzar los trabajos de planeación y construcción, así como para organizar y
llevar a cabo la recaudación de fondos mediante suscripción pública, con el fin
de erigir la escultura en honor del Héroe de Nacozari, a que contrate esta obra
con el escultor que considere adecuado hacerlo, dejando a su criterio las
características de la misma, sin necesidad de que se sujete a nuevo Concurso la
selección del proyecto correspondiente."
CORRIDOS
A JESÚS GARCÍA:
MÁQUINA
501
Máquina
quinientos uno,
la que corrió por Sonora,
por eso los garroteros
el que no suspira, llora.
Era un domingo, señores,
como a las tres de la tarde,
estaba Jesús García
acariciando a su madre.
Dentro de pocos momentos:
"madre tengo que partir,
del tren se escucha el silbato,
se acerca mi porvenir."
Cuando llegó a la estación
un tren ya estaba silbando
y un carro de dinamita
ya se estaba quemando.
El fogonero le dice:
"Jesús, vámonos apeando,
mira que el carro de atrás
ya se nos viene quemando."
Jesús García le contesta:
"Yo pienso muy diferente,
yo no quiero ser la causa
de que muera tanta gente."
Le dio vuelta a su vapor,
porque era de cuesta arriba,
y antes de llegar al seis
allí terminó su vida.
Desde ese día inolvidable
tú te has ganado la cruz,
tú te has ganado las palmas,
eres un héroe Jesús.
PARTE
No.1
Lupe Posada y Molina, c. 1930
Señores, pido permiso
para empezar a cantar,
los versos que de improviso
mi lira pueda entonar.
Manuel le dice a Jesús:
--Jesús, vámonos apeando,
mira que el último carro
ya se nos viene incendiando.--
Jesús le dice a Manuel:
--Yo pienso muy diferente,
yo no quiero ser la causa
que perezca tanta gente.
Jesús le dice a Manuel:
--Apéate en este trecho,
déjame a mi las palancas
que me vienen por derecho.
Le dio a su máquina vuelo
por toda la cuesta arriba,
y antes de llegar a El Seis
ahí terminaba su vida.
Fue tan fuerte la explosión
que causando muchos males,
departió la biblioteca
y casas particulares.
Toda la gente corría
por las laderas llorando,
todos a una voz decían:
--El mundo se está quemando.—
PARTE
No.2
Toda la gente
corría
por toda la cuesta arriba,
sólo porque querían ver
a Jesusito García.
Pasan de doce los muertos,
pasan de diez los heridos,
unos con grandes cortadas
y otros con grandes quejidos.
Entre los muertos que hallaron
hallan uno hecho pedazos,
ése era el héroe García
con la palanca en los brazos.
Dice don Pepe Gutiérrez:
--Soy seguro servidor,
telefonearé a Pilares,
que venga pronto el doctor.--
Telefonearon a Douglas,
a Douglas sin vacilar,
y como estaba en El Paso
se vino en tren especial.
Douglas le dice al cadáver:
--Eres un héroe Jesús,
tu muerte fue de un apóstol,
llevas al hombro la cruz.--
Y la madre lo lloraba,
lo lloraba sin consuelo:
--No llores madre querida,
allá te espero en el cielo.--
Vuela, vuela palomita,
vuela por toda la vía,
anda, dale los honores
al héroe Jesús García.
Orquesta Popular
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ENTREVISTA CON JUAN ROMERO, HIJO DE JOSÉ ROMERO (Fogonero)