SONORA HISTORICO
Por:
Federico
García y Alva
ACLARACIÓN:
Este artículo aparece en un libro editado por el Gobierno de Sonora escrito
por Federico García y Alva bajo la encomienda de Don Ramón Corral en la
primera década del siglo pasado (1900-1909). Aunque lógicamente constituye la
versión oficial de los hechos con un sesgo partidario en muchos de sus
párrafos, se ha respetado tal cual como se publicó por tratarse de un
documento que describe los
acontecimientos en los tiempos muy recientes a la edición, de ahí su valor histórico
que resulta atractiva su lectura. Los
Capítulos y Subtemas han sido introducidos por el Editor para una mejor
comprensión de los acontecimientos, pues el documento original carece de
ellos. Ing.
Manuel de Jesús Sortillón V. Editor |
EL SONORA ANTIGUO
El nombre de
Sonora se vino aplicando a todo el Estado desde el último cuarto del Siglo
XVII, pues con anterioridad esa palabra solo designaba a los pueblos situados sobre
las márgenes del Río de Sonora y las de su confluente el de San Miguel. Estas dos corrientes cruzan el Valle de Ures
que, se cree, llevó el nombre de Valle de Sonora desde la expedición del
célebre conquistador Vázquez de Coronado.
El nombre de Sonora con el tiempo fue extendiéndose a toda la provincia
al Norte del Río Fuerte y encerrada entre
El célebre
Don Álvaro Dorantes, Alonso del Castillo
Maldonado y un negro llamado Esteban, formaron parte de la arriesgada expedición marítima que bajo las
inmediatas órdenes de Pánfilo de Narváez, el memorable derrotado de Veracruz,
fue a naufragar a
Pánfilo de Narváez (1470-1528)
Sonora es un
país antiquísimo con historia moderna. Que
antiguamente fue habitado por una raza semi-civilizada está demostrado con las
ruinas encontradas en muchos de sus pueblos, así en todos los valles y márgenes
de sus ríos.¿De donde vinieron esos pueblos?. ¿Cómo
desaparecieron?.
Estas preguntas se hacen los
sabios americanistas, pero quedan sin respuesta ante las ruinas mudas.
El origen de las razas que los españoles encontraron en estas tierras, también
se pierde entre los arcanos enexcrutables del tiempo. Sin embargo, se cree que
lo tuvieron de los toltecas y chichimecas que de Norte América vinieron a las
regiones meridionales, ó de los Aztecas,
que salieron de su país Aztlán en peregrinación para
Esta
hipótesis se robustece en vista de que existen analogías lógicas y gramaticales
entre el nahuale o mexicano y los dialectos sonorenses. La historia antigua de
Sonora está sepultada entre las ruinas de sus pueblos primitivos y su historia
moderna comienza con la llegada de los españoles. Sellada la conquista de la
tierra de Tenoch, con el sacrificio de sus últimos gladiadores como Cuauhtémoc,
los conquistadores enviaron diversas expediciones a explorar la tierra y causa
verdadera admiración el heroísmo abnegadísimo demostrado por las razas
conquistadas en defensa de la integridad
territorial. Don Pedro Almendez Chirinos, uno de los mas valerosos capitanes de
Don Nuño de Guzmán, logró internarse hasta las comarcas del Yaqui en 1531, pero
apenas fue notada la presencia de los extranjeros, esa tribu indómita se
aprestó al ataque y el capitán español prudentemente abandonó la expedición y
se volvió con sus fuerzas a Culiacán.
Nuño Beltrán de Guzmán (1490-1544)
No
volvió a enviarse a Sonora otra expedición
hasta el año de 1539 que fue organizada por el Gobernador de Nueva Galicia (hoy
Jalisco) Don Francisco Vásquez Coronado y dirigida por el infatigable
explorador Fray Marcos de Niza. Fue explorada una gran parte del territorio
Sonorense y regresó la expedición a Compostela el mismo año. Fray Marcos de
Niza rindió a
En 1554 se
mandó otra expedición al mandó del Capitán Don Diego Martínez de Hurdaide. Los mayos hicieron alianza con los
conquistadores, pero los yaquis resistieron el empuje de las armas españolas y
salieron victoriosos en tres batallas que les liberó el Capitán español. En el último combate Martínez de Hurdaide
fue totalmente derrotado por los yaquis
y aprovechó las sombras de la noche para huir con los restos de sus fuerzas a
refugiarse al Río Mayo. En todos los sucesos humanos y en las grandes victorias
o en los grandes desastres hay un sino fatal o feliz que las resuelve: lo
inesperado. Al traspasar los linderos del Mayo, Hurdaide dio descanso a sus
tropas y como Cortés en Popotla que lloró bajo el histórico ahuehuete a la
noche triste, el Capitán español sobre pelada roca lamentábase de lo desastroso
de su derrota cuando tres emisarios yaquis llegaron a ofrecerle la paz. Este
hecho extraordinario acaeció el 15 de Abril de 1610, y ese mismo día firmaron
los tratados por los cuales la tribu yaqui quedaba sometida a
El año de
1686 fue enviado de México Fray Eusebio Francisco Kino, con poderes omnímodos
de
En 1772
fueron reglamentados los presidios
estableciendo su situación, su número, su sistema económico y grado de facultades con que estaban
investidos sus jefes. Mucho antes de ser reglamentados los presidios, el año de
1740, se sublevaron los siete pueblos primitivos del yaqui y formaron un
ejército formidable para la época y las circunstancias. Don Agustín Vildósola, que a la sazón era
Gobernador de
Apaches
El
histórico Grito de Dolores fue escuchado
en Sonora, y cuando en el templo sacratísimo de la patria sonó la campana de
Llegó
Hermosillo a la ciudad del Rosario el 18 de Diciembre de 1810 y estableció el
sitio como si hubiese sido un General
veterano, pues su estrategia demostró todos los datos de un militar de
primer orden. La plaza estaba fortificada y defendida por el Coronel español Villaescusa,
y después de continuados combates, Hermosillo resolvió tomar la plaza por
asalto. Entonces Villaescusa capituló, disolvió sus fuerzas y se comprometió a
no tomar las armas para combatir la causa de la independencia, pero faltando a
la palabra empeñada, organizó nuevas fuerzas y en combinación con Don Alejo
García Conde, entonces Intendente de Sonora, atacó a Hermosillo cerca del Río
de Chametla el 8 de Febrero de 1811 y lo derrotó completamente, y Hermosillo,
con los restos de su fuerza destrozada se dirigió para el interior de
Serios
disturbios conmovieron al País después de consumada la independencia: se
estableció la regencia, se creó y se derrumbó
un imperio, surgió
Primer Alzamiento Yaqui
Instigados
por el cura párroco de Cócorit y capitaneados por el cabecilla Bandera, se
alzaron los yaquis en 1825. El último alzamiento fue de los mas
serios pues amenazaba a las poblaciones de importancia. En Hermosillo se reunió
una partida de voluntarios y otra en Mátape, Mazatán y Tecoripa, formando un
grueso de fuerzas de mas de 400 hombres. Estas tropas
fueron puestas a las órdenes del oficial
retirado Don Leonardo Escalante, quien marchó sobre San Antonio de
Después de
la convulsiones seguidas al fusilamiento de Iturbide en Padilla, se siguió la
reorganización del Gobierno y, de acuerdo con la constitución promulgada por el
Congreso Nacional el 4 de Octubre de 1824,
Las
Legislaturas fueron suprimidas y para los Gobernadores se establecieron Juntas
Departamentales. Este cambio de régimen político trajo como consecuencia precisa la decadencia del País y muy
especialmente la de los Estados fronterizos. El general Don José Urrea, oriundo
de
El General
Urrea salió a campamento a unirse con las fuerzas de Sinaloa, dejando al frente
del Poder Ejecutivo a Don Leonardo Escalante y de las armas al Coronel Don José
María Elías González. Gándara en
consecuencia quedaba fuera de todo poder en el Estado. Empero, con el pretexto
de organizar una campaña contra el bárbaro apache que hostilizaba hasta las
poblaciones de importancia, llevando el luto, la desolación y la muerte a las personas
de la frontera, talando los campos agrícolas y adueñándose de los bienes de
campo, reclutó fuerzas muy competentes con
las cuales hizo una contra-revolución que dio por resultado esa larga
lucha que tiñó con sangre este suelo y que se conoce con el nombre de “Guerra
de Gándara y Urrea”, pelea fraticida, cruenta y encarnizada que paralizó
todos los negocios todavía en embrión y ocasionó la ruina del Estado.
Gándara
había depuesto al Gobernador interino Don Leonardo Escalante y se había
adueñado de todo el Estado cuando regresó el General Urrea del Interior de
Pesqueira y
Allá, bajo
el purísimo cielo azul de la frontera el año de 1851, en gloriosa jornada
apareció la figura simpática de Don
Ignacio Pesqueira con el triple prestigio de
Abrazados
por la sed después de tan cruentas
fatigas, hubieran perecido si las gentes
caritativas de Cumpas no van oportunamente en su auxilio. Llegan por fin a Arizpe y el Comandante
General del Estado los recibe prodigando a tan simpáticos héroes elogios y honores debidos a una acción tan
distinguida. Con este hecho de armas se
conquistó Pesqueira la confianza y el efecto de sus coterráneos. El año de 1852
llegó a Sonora una expedición francés
mandada por el Conde Raousset de Boulbon, con una concesión del Dictador
Santa Ana para que exploraran y explotaran los terrenos auríferos y
argentíferos de la frontera del Norte . Explotaron las regiones de
Gastón Raousset de Boulbon
Esa acción
asumió todos los tamaños de una verdadera batalla y, en ella rindieron la vida,
o quedaron mutilados numerosos hermosillenses. El Conde, derrotado aunque no destrozado, penetró a la ciudad batiéndose
en retirada hasta llegar a una casa que sus paisanos le tenían preparada y en
la cual se acuarteló. El General Blanco
se acuarteló en las Consistoriales, organizando un servicio de retenes para
vigilar los movimientos del Conde. Por la noche el Conde salió de la ciudad con
su gente, tiroteándose con los retenes y marchó rumbo a San José de Guaymas
seguido muy de cerca por el General Blanco. En San José de Guaymas después de
una débil resistencia capituló el Conde, entregando al General Blanco todo su
armamento, municiones, cabalgaduras y monturas, después de lo cual se le
permitió embarcarse con su gente para San Francisco.
No obstante
este hecho, dos años después el Dictador Santa Ana celebró un contrato con uno
de los agentes del Conde, para reclutar gente en San Francisco, California,
para organizar la defensa de la frontera de Sonora contra la irrupciones de los
bárbaros. En esa época, 1854, gobernaba el Estado el General Don José María
Yañez, con el doble carácter del Gobernador y Comandante Militar. En Mayo del
mismo año de 1854 desembarcaron en Guaymas los aventureros-en su mayor parte
franceses-enganchados en San Francisco con el carácter de servidores de
En esos
mismos días arribó a Guaymas, procedente
de San Francisco, una barquilla conduciendo al Conde Raousset, algunas
docenas de hombres y bastante armamento y municiones. Desembarcaron en Punta
Lastre y se dirigieron al cuartel de los
franceses. La noticia extendida en California del enganche de franceses para
Sonora, la esperanza y en algunos la
certeza de que tendría lugar un trastorno, fueron la ocasión que decidió a muchos a venir a Sonora por su propia cuenta, y Guaymas pudo
ver que por mar y tierra le llegaba acopio de aventureros, recluta armada
predispuesta para toda revuelta.
Así es que
la presencia del Conde en Guaymas determinó una especie de efervescencia entre
las reses aglomeradas por la maldad, y se observaron bullir y removerse
inquietas. Era que esos elementos convulsionarios habían hallado su caudillo y
movidos por éste, se organizaban preparando todos los medios propios para la
lucha. Armados por la nación ya buena parte
de esos aventureros, completaron su armamento con los rifles que trajo su
caudillo y no quedó un solo hombre que no tuviera a su disposición varias armas
a la vez. Pistolas de cilindro, rifles con marrazo, fusiles de percusión,
escopetas, espadas, puñales, etc… todo sobraba y fue repartido superabundantemente.
Una entrevista celebrada por el audaz Conde con el General Yañez no contaba con
mas elementos que una Compañía de chilenos y otra de
irlandeses que permanecieron fieles al Gobierno, los Urbanos o Guardia Nacional
y el patriotismo de los hijos de Guaymas. Por fin, el 13 de Julio, el Conde,
resuelto a ejercer una violencia, marchó a la cabeza de sus secuaces a atacar
el Cuartel Mexicano y a las 2:30 de la tarde comenzó el combate, reñido y
sangriento, encarnizado y terrible, que terminó al obscurecer con la completa
derrota de los filibusteros y la rendición incondicional de los supervivientes.
El General
Yañez generosamente perdonó la vida a los prisioneros y aceptó que el Conde
fuese juzgado por un Consejo de Guerra, que lo sentenció a sufrir la pena
capital y con todas las formalidades de ordenanza fue pasado por las armas en el cementerio de la
ciudad. Esta acción es una brillante página de gloria para Guaymas. El Dictador
Santa Ana desaprobó la conducta generosa del General Yañez por haber perdonado
la vida a los prisioneros franceses y lo
llamó a México para que fuera juzgado
por un Consejo de Guerra por usurpación de facultades, mandando a Sonora como Gobernador
y Comandante Militar al Coronel graduado Don Domingo Ramírez de Arellano.
Sucedió a este en el poder a principios del año de 1855 el Sr. General Don
Pedro Espejo, cuyo gobierno fue efímero pues un grupo de liberales de la ciudad
de Ures, secundando el Plan de Ayutla, lo depusieron del mando precisamente
cuando el Dictador, no pudiendo ya
sostenerse en el poder, salía furtivamente del País.
El Nuevo Levantamiento de Don Manuel María Gándara
Los Jefes de
la revolución triunfante, de acuerdo con el Plan de Ayutla, nombraron
Gobernador Interino a Don Manuel María Gándara.
Don Ignacio Pesqueira que a la
sazón se hallaba en Ures, aunque al principio manifestó disgusto por ese
nombramiento a fin de evitar dificultades y trastornos de mayor trascendencia,
hizo pública su aprobación y en compañía de las personas mas respetables de la
capital se dirigió a
El año de
1856 fue declarado en acontecimientos.
En el mes de Enero de ese año, Gándara mandó al Gobierno General la renuncia del Gobierno y
Comandancia Militar del Estado, nombrando
Gobernador Interino al Lic. Don José
de Aguilar y Comandante Militar al General Don Pedro Espejo. No bien se hubieron expedido estos
nombramientos, cuando los agentes de
Gándara hicieron surgir pronunciamientos contra el Gobernador y el Comandante Militar en varios
pueblos del Estado, fundándoles en que tanto el Lic. Aguilar, como el General
Espejo, habían servido a
Gándara no
obstante su renuncia y nombramientos hechos, apoyado en estos sucesos se negó a entregar los poderes del Estado al Lic. Aguilar y al
General Espejo, y envió a México un correo extraordinario con pliegos donde
daba cuenta de estos sucesos al Gobierno, añadiendo que en obsequio de la paz y
tranquilidad de Sonora era el primero en
sacrificarse, que por tal motivo continuaba asumiendo los poderes político Militar
del Estado mientras que el Gobierno General disponía lo que a bien tuviese,
dándole seguridades de que su resolución suprema sería por el debidamente
acatada. Tan pronto como hubo salido
para México el mensajero extraordinario, conductor de esos pliegos, Gándara
hizo aprehender al general Espejo y lo embarcó con destino a un lejano Estado
de
El Consejo
de Gobierno del Lic. Aguilar fue integrado con el personal siguiente: Presidente, Ignacio
Pesqueira, Primer Vocal, Francisco J. Aguilar, Segundo Vocal, Manuel
Monteverde. El Gobierno General no solamente aprobó la conducta de Gándara, en su determinación
de asumir el mando político y militar del Estado, sino que le mandó su
nombramiento de Gobernador y Comandante Militar, pero ya había hecho entrega de
los dos poderes y no obstante el hecho de que el Coronel Espíndola, temeroso de
caer en una celada, dejó
Entonces Gándara se convirtió en revolucionario, e
hizo que Borunda y González, Capitanes de la fuerza federal que estaba de
guarnición en Hermosillo, se pronunciaran en contra del Gobierno de Aguilar, a
quien se acusó de haber usurpado
Algunos poblados de Sonora, México
El Conflicto Gándara-Pesqueira
En la
madrugada del 6 al 7 de Mayo, es decir, pasadas las 12 de la noche, sin participarlo al Gobierno del Estado salió
Gándara de Ures acompañado de dos de sus sirvientes, y una hora después de su
salida llegaron a
Don Manuel
Dávila, uno de los mas ciegos partidarios de Gándara, obedeciendo sus órdenes
se pronunció en Ures la madrugada del 15 de Junio, proclamando a su caudillo el
armamento y municiones que se dejaron en El Pocito que sirvieron para llevar a
cabo este movimiento
convulsionario. El Gobernador Aguilar, su Secretario Don Cirilo Ramírez y
otras personas adictas al Gobierno fueron apresadas por los revoltosos. Dávila
mandó cincuenta dragones sobre Las
Delicias para que aprehendieran a Pesqueira,
pero aquel, bien impuesto de los sucesos equivocó el golpe y se preparó
al combate. Pesqueira organizó algunas fuerzas en el Distrito de Arizpe, y con
ellas marchó hacia Baviácora donde expidió su célebre proclamo provocando a los
sonorenses a concurrir a defensa del Gobierno Legítimo, decreto por el cual
entró a ejercer el Poder Ejecutivo por el ministerio de la ley, pues el
Gobernador Aguilar se hallaba preso y el
era Presidente de Consejo. Gándara salió personalmente con algunas fuerzas para
los pueblos de Onavas y Tónichi, pero fue derrotado por los liberales al cruzar
el río enfrente de Onavas, habiendo escapado
providencialmente de haber caído allí
prisionero. Después de este incidente
salió del Estado dejando a su hermano Don Jesús y a otros partidarios que le eran realmente
adictos, encargados de mantener la guerra para lo cual debían contar con el apoyo
de las razas indígenas.
Los
rebeldes, que así siguieron llamándose las fuerzas “Gandaristas”, sacaron
secretamente de Ures al Gobernador Aguilar y a las personas que con el estaban
presas y fueron a ponerlas en libertad a inmediaciones de Hermosillo. Pesqueira
entre tanto organizó respetable número de fuerzas de caballería e infantería
perfectamente armadas y equipadas. Derrotó a los rebeldes en cada batalla que
le presentaron y de victoria en victoria fue marchando sobre la capital, hasta
que en los primeros días del mes de Agosto acampó en Buenavista, punto
inmediato a Ures, a cuya ciudad puso sitio formal el 18 de Agosto logrando
penetrar hasta el centro la mañana del 19.
Entonces el combate se recrudeció, se peleó en las calles con denuedo
por ambas partes, en las azoteas y en las plazas, a campo raso. Las fuerzas
reaccionarias se replegaron a su último baluarte que era
Pocos días
después, Pesqueira dejó encargado de la
plaza al Coronel Don Francisco Manzanera, y salió en persecución de Borunda,
que con los restos de las fuerzas Gandaristas se acercaba a la capital. El Jefe insurrecto le presenta acción en el
Llano de Dolores y Pesqueira lo bate, le destroza sus fuerzas, lo toma
prisionero y vuelve triunfante a Ures en
medio de las aclamaciones jubilosas del pueblo que miraba en ese hecho de armas
el término de la revolución que tanto lo
había sangrado y empobrecido.
Empieza
apenas a reorganizar el Gobierno cuando el filibustero Crabb invade el Estado
con 300 norteamericanos. Pesqueira destacó sobre él algunas fuerzas al mando
del Coronel Girón y del Comandante Don Hilario Gavilondo. Entre tanto los
nacionales de Altar, en número de
Crabb
concibe la idea de hacer volar el ex convento con un barril de pólvora, y al
efecto, personalmente a la cabeza de ocho de los suyos, sale a poner su plan en
ejecución protegidos por un vivísimo fuego que de las troneras descargaban sus
soldados sobre los nuestros. Los nacionales del ex convento adivinaron el
pensamiento del filibustero y le hicieron un fuego nutridísimo logrando matar
al que conducía la barrica de pólvora con la mecha ya encendida, y a dos mas, y herir a Crabb por
la espalda cuando corría con los suyos a refugiarse en su improvisada
fortaleza. Por su parte nuestras tropas tuvieron que lamentar cinco muertos y varios heridos en esa tentativa. Durante el día se mantuvieron
vivos los fuegos, habiendo tenido los defensores de
En la mañana
del día 6 mandó Crabb un parlamentario a quien el Comandante Gavilondo mandó
fusilar incontinente. Un indio Pápago, después de muchas tentativas, logró
incendiar con una jarra provista de una mecha encendida colocada a
Iglesia Histórica Antigua en Caborca
El día
siguiente, 7 de Abril, el Coronel Girón en virtud de órdenes superiores, hizo
pasar por las armas a Crabb y a sus ilusos compañeros. Así termina esa aventura
descabellada, ideada y fomentada por algunos malos mexicanos.
Ignacio Pesqueira Gobernador
Parecía que
con el año de 1857 iba a entrar Sonora en una era de tranquilidad y el pueblo
al saludar la aurora de su libertad, concebía las mas
lisonjeras esperanzas para el porvenir. En efecto, vencida la reacción,
exterminados los filibusteros y arrojados los bárbaros hasta afuera del territorio sonorense, en cuyas
fronteras se colocó un cordón de fuerzas, natural era esperar que la tranquilidad del Estado se
cimentara definitivamente. Así es que los sonorenses en el período mas
tranquilo de su vida política, entraron jubilosos al goce de la libertad
emanada de nuestra Carta Magna, promulgada en
Empero, iban
a desvanecerse las ilusiones del pueblo, que creía de buena fe asegurada para
siempre la pública tranquilidad. De acuerdo con el nuevo Código Fundamental, la
renovación de los poderes públicos del
Estado iban a efectuarse por elección popular y el Gobierno dio libertades
amplísimas al pueblo para que ejerciera el derecho de nombrar a sus
mandatarios. El partido reaccionario se aprestó a la lucha pacífica de los
comicios proclamando a su caudillo, con la misma fe que antes lo sostuvo en el terreno de los combates,
pero Gándara no se hallaba en el Estado y su desprestigio era grande, debido a
sus defecciones y a sus frecuentes derrotas.
En consecuencia, nada podían pesar en la balanza popular las promesas de
su hermano Don Jesús, pues la mayoría del pueblo apoyaba abiertamente al joven
Jefe del partido liberal, que se confundía entre las masas haciendo la propaganda
de las nuevas ideas y encareciendo los beneficios de la libertad. Las
elecciones se verificaron en medio del
mayor orden y con inusitado entusiasmo. Don Ignacio Pesqueira, sostenido
decididamente por el partido liberal, fue electo Gobernador Constitucional del
Estado por una inmensa mayoría.
Los
reaccionarios, disgustados por su derrota, se lanzaron de nuevo a la revuelta y
fraccionados en diversas gavillas de facciosos, fueron a buscar seguro abrigo
entre las sinuosidades de las montañas. Allí fue donde las gavillas se
convirtieron en tropas organizadas para desprenderse sobre las demás
poblaciones del Estado, proclamando a su viejo caudillo en el primer cuarto del
año de 1858. Con mas de dos mil hombres, entre ópatas
y pimas, pero yaquis y mayos en su mayor número, intentaron sin éxito varios
ataques sobre la ciudad de Ures, entonces capital del Estado. Pesqueira, con un
puñado de nacionales salió al encuentro del español Don Celestino Álvarez, Jefe
de las fuerzas reaccionarias, presentándole acción en El Bajadero, punto
inmediato a Ures. El choque fue formidable y asumió los tamaños de una
verdadera batalla, quedando los reaccionarios totalmente destrozados. Poco tiempo
después en El Saucito, unidas todas las fuerzas reaccionarias, fueron
derrotadas definitivamente quedando muerto en esa acción Don Jesús Gándara,
infatigable defensor de su hermano Don Manuel María. Sin desatender a los
asuntos locales, el nuevo Gobernante de Sonora no perdía vista
los acontecimientos que se desarrollaban en el centro
de
“
Presa de los
reaccionarios era entonces el Estado de Sinaloa, y Pesqueira, luchando con
infinitos obstáculos organizó fuerzas competentes y poniéndose al frente de ellas marchó sobre
aquel Estado. Las tropas de Sonora se pasearon victoriosas en el territorio
sinaloense conquistando un laurel en cada acción y distinguiéndose por su
bravura y disciplina. Por fin, el 3 de abril de 1859 se dio el asalto sobre la
plaza de Mazatlán donde había una competente guarnición al mando del General
Pérez Gómez y de otros Jefes de alta graduación, entre los que se encontraba
Don Manuel María Gándara. Allí quedó
vencida la reacción. Pesqueira concurrió a esa gloriosa jornada con el triple
carácter de Gobernador Constitucional de Sonora, Gobernador Provisional de
Sinaloa y General en Jefe de las fuerzas de los dos Estados y del Territorio de
Levantamiento del Indio Juan Tánori y los Apaches en 1859
Entretanto
los reaccionarios, alentados con la ausencia del Jefe del Estado volvieron de
nuevo a la carga; Juan Tánori, valiente indio prestigiado entre los de su raza ópata
y acreditado también entre los Mayos, organizó en los pueblos de Tónichi y Tepupa una fuerza de mas de trescientas
cincuenta plazas y tomó el pueblo de Batuc llevándose las armas y municiones
que allí había y marchó sobre Onavas. Poco tiempo después regresó Tánori a
Tónichi en cuyas inmediaciones derrotó al Coronel Don Cayetano Silva. Pesqueira
recibió en Sinaloa la noticia de que había estallado una nueva revolución en
Sonora y regresó violentamente dejando el mando de la columna expedicionaria
sobre el interior de
Casa donde
nació Don Esteban Coronado, Distrito de Sahuaripa, Valle de Tacupeto en 1822; falleció el 2 de Noviembre de 1859 en |
También
numerosas hordas del salvaje apache habían invadido al Estado. Enemigo irreconciliable de la humanidad
civilizada llevó su guerra de exterminio simultáneamente a varios pueblos motivo por el cual los
habitantes de las comarcas invadidas comenzaron a emigrar, abandonándoles sus
terrenos y bienes de campo pues solo deseaban ponerse a salvo de un enemigo tan
cruel como traicionero. Las mejores fuerzas de Sonora habían quedado en
Sinaloa, de manera que la situación del Gobierno era difícil. Sin embargo, Pesqueira organizó fuerzas
activamente después de haber derrotado a los facciosos en varios combates. Poco
tiempo después los rebeldes se rehicieron volviendo a la carga y en Las
Guásimas pusieron una emboscada a las fuerzas del Gobierno, en la cual estuvo a
punto de caer prisionero el general Pesqueira que lado a lado del viejo General
Don Ángel Trías peleó como bueno, pero sin evitar la derrota que costó muchas
vidas de jóvenes hermosillenses que en defensa de las autoridades
legítimas abandonaron las comodidades
del hogar para afrontar las peripecias de la campaña.
El Levantamiento de Don Remigio Rivera y
Frente a
frente de esa situación angustiosa estalló en Magdalena un nuevo pronunciamiento
en el que se proclamaba a Don Remigio Rivera Gobernador Provisional de
Sonora, adhiriéndose a ese movimiento
los rebeldes yaquis y los mayos. Pesqueira, con su acostumbrada actividad
organizó fuerzas de voluntarios que puso a las órdenes de jefes aguerridos y
expertos. Así es que cuando la masa de hombres armados que acaudillaba Don
Remigio Rivera se acercó a Hermosillo, el inmaculado Don Jesús García Morales
le presentó acción cerca del Pueblo de Seris el 22 de Octubre de 1860, derrotándolo totalmente.
Hubo entonces un corto período de paz que aprovechó el Gobierno para
reorganizar la administración y dar impulso a la instrucción pública,
generalizándola tanto cuanto era posible
en esa época y en esas circunstancias excepcionales.
El Levantamiento de Esteves y
Empero
la sociedad sonorense no pudo disfrutar
por mucho tiempo de los beneficios de la paz, pues a poco volvió a escucharse el grito de guerra
lanzado desde Sinaloa. En El Fuerte,
población de aquel Estado, estalló un
nuevo pronunciamiento encabezado por Estévez. Ese cabecilla del Plan de Tacubaya penetró a
Sonora en son de guerra y en cruento combate venció a los Alameños. En
Entretanto
Pesqueira organizó la defensa de
Hermosillo con un puñado de soldados fronterizos y la guardia nacional.
Estévez puso sitio a la mencionada ciudad y la atacó el 13 de Abril de 1861.
Los sitiados resistieron heroicamente el empuje de legiones disciplinas a las
órdenes de intrépidos oficiales que disponían de catorce valientes artilleros.
Los fuegos se mantuvieron vivos y nutridos por ambas partes hasta que
Estévez dio el asalto, con el resultado
de que los asaltantes vencidos en buena lid quedaron reducidos a muertos, heridos
y prisioneros.
En esta
batalla se registró un episodio digno de mencionarse. Un campesino, el Sr. Don Francisco Cota que
vive todavía ignorado en la congregación
de El Llano, montado en brioso corcel y armado de una reata vaquera, en
lo mas reñido del combate penetró solo a todo galope hasta una de las
posiciones enemigas situadas donde hoy esta el Colegio de Niñas y lazando una
de las piezas de artillería la condujo arrastrando a cabeza de silla hasta el
fortín que defendía Pesqueira personalmente, y donde fue recibido con vivas
entusiastas y atronadores. Restablecida la tranquilidad, el Gobierno comenzó de
nuevo a reorganizarse y se ocupó de todos aquellos asuntos que más afectaban a
la sociedad.
Por ese
tiempo desconoció Pesqueira el contrato de Comonfort que ponía en manos de
Jecker todos los terrenos baldíos de
Sonora. La comisión americana de
deslindes que pretendió desconocer en el Gobierno local jurisdicción sobre
ella, fue expulsada. Esto motivó que el
Comandante de la fragata de guerra St. Mary, de la marina de los Estados Unidos,
pretendiera desembarcar tropas en Guaymas pretextando dar protección a
ciudadanos americanos. Pesqueira, que a la sazón se hallaba en aquel puerto,
sin vacilaciones ordenó repeler la fuerza con la fuerza, y poniéndose personalmente a la cabeza de un puñado de
patriotas guaymenses comenzaba a prepararse al combate cuando los extranjeros levaron anclas se dieron a la
mar abandonando vergonzosa y ridículamente su empresa. Poco tiempo después, en
el mismo puerto el Comandante del buque de guerra inglés Muttine intentó
también mezclarse en otros asuntos, pero con el de la fragata
americana solo consiguió ponerse en ridículo mientras que el Gobierno del
Estado dejó muy bien puesto el buen nombre
de Sonora y la dignidad nacional.
Llegamos ya
a esa época en que
Don Federico
Raustandtl, Prefecto de Álamos, abrió
una campaña a los mayos que, derrotados en varios combates, se rindieron
quedando esa revolución sofocada antes de que
el incendio se hubiera comunicado a la tribu yaqui, siempre dispuesta a
lanzarse a la revuelta. Pesqueira entretanto batió al feroz apache en los
Distritos fronterizos, lo arrojó del territorio sonorense y regresó al centro
del Estado. Un decreto del Presidente Juárez declaró a Sonora en Estado de
sitio, al propio tiempo que nombró a Pesqueira Gobernador y Comandante Militar
del Estado y General de Brigada del Ejército Mexicano.
El Desastre de
A medida que
la invasión francesa se extendía, Juárez se alejaba de los grandes centros de
población y sus necesidades eran a cada día más apremiantes. El Gobierno de Sonora le mandaba una gran
parte de sus rentas para el sostenimiento del Poder Supremo. Por fin le llegó a Sonora su hora negra, en esa
tragedia en que sombriamente se perfila la figura de Napoleón III. En el mes de
Marzo de 1865 fondearon en Guaymas cuatro buques de guerra franceses
conduciendo las fuerzas que mandaba el General Castagny. La guarnición de la
plaza, exigua en número, tuvo que evacuarla a la vista de los invasores y fue
a acamparse a inmediaciones del puerto y
enseguida marchó a acamparse en un punto denominado
En la mañana
del 22 de Mayo de 1865, las tropas republicanas se ponían en movimiento para
emprender la retirada cuando de improviso penetró al campo de
En esa época
no faltaron algunos que acusaran a Pesqueira de traición atribuyéndole previos
acuerdos con el enemigo, pero esa acusación carece de toda prueba y los
espíritus imparciales y justicieros deben rechazarla. Los antecedentes de
Pesqueira y sus hechos posteriores lo ponen a cubierta de toda sospecha a ese
odioso respecto, pues no obstante aquel revés tan tremendo y trascendental,
siguió luchando hasta el fin contra el llamado Imperio. Si hubiera estado de
acuerdo con los enemigos de
El Sr. Don
Ramón Corral, actual Vice-Presidente de
Con el
desastre de
Mientras
Pesqueira reorganizaba sus tropas en Hermosillo, García Morales, que con una
pequeña guarnición ocupaba a Ures, era asediado constantemente por los
traidores que varias veces fueron batidos por Alcántara en las calles. De Hermosillo pasó Pesqueira a
Ures, donde continuó organizando fuerzas. Allí fue atacado el 13 de Julio por
las fuerzas unidas de los jefes infidentes Tánori, Terán y Barrios, pero
Pesqueira defendió la plaza con valor y con pericia y no pudieron tomarla, sin
embargo, los atacantes no fueron derrotados y continuaron asediándola hasta que
por fin el jefe republicano se vio obligado a evacuarla el 31 del mismo mes
dejándola en poder de los traidores. Entonces Pesqueira salió del Estado y se
fue a refugiar a Calabazas; Territorio de Arizona, dejando la defensa encomendada a García Morales. Con la salida
del Jefe del Estado a territorio extranjero aumentaron la defecciones y los
imperialistas se adueñaron de la mayor parte de Sonora; se estableció el
Gobierno Imperial fungiendo como Prefecto Político del Departamento Don
Santiago Campillo y los liberales fueron perseguidos con encarnizamiento,
estableciéndose el reinado del terror para ahogar los impulsos del patriotismo
que seguía intentando sacudirse el yugo.
Llegada del General Rosales y
En esas
condiciones el General Don Antonio Rosales vino de Sinaloa a impulsar la guerra
de la defensa nacional; venció a los infidentes en El Salitral y ocupó la
ciudad de Álamos; mas tarde, el 23 de
Septiembre de 1865 fue atacado en esa misma plaza por el Chato Almada con dos
mil indios yaquis y mayos y el héroe de
San Pedro rindió en ese combate a manos de un capitancillo mayo. El cuerpo del
heroico Rosales duerme en Álamos y de su sepulcro publicamos un
fotografía en este capítulo.
Monumento en
Cementerio de Álamos de Antonio Rosales
Las Batallas de Jesús García Morales y Don Joaquín Contreras
Después de
esta desgracia se siguió la derrota de García Morales en el Cerro del Carnero,
del Distrito de Altar, lo que obligó a replegarse al centro del Estado donde
organizó nuevas tropas; marchó sobre Arizpe que estaba defendido por Terán y
Barrios, tomó la ciudad por asalto e hizo prisionero al jefe infidente a quien
perdonó la vida llevándoselo consigo y derrotó a Campillo en Mátape, pero a
poco fue a su vez derrotado por Refugio Tánori
y Francisco Gándara cerca de Nácori el 3 de Enero de 1866. En Hermosillo
estalló un pronunciamiento contra el llamado Imperio la noche del 25 de Octubre
de 1865. Este movimiento encabezado por
el Comandante Don Joaquín Contreras, fue sofocado en su cuna por los
imperialistas por falta de un jefe caracterizado que hubiera podido rodearse de
prestigio y de los elementos que la buena causa tenía en la pública opinión.
El General Angel Martínez y
El General
Ángel Martínez, enviado de Sinaloa por el General Ramón Corona, Jefe del
Ejército de Occidente, llegó a Sonora a impartir auxilio a las armas
republicanas. A las puertas del Estado, en la ciudad de
Álamos, venció al Chato Almada aniquilándolo y mandó enseguida fuerzas sobre el
Mayo y sobre Nuri. En Movas se le opuso el Jefe imperialista Mange, quien quedó
muerto en el combate y sus tropas
destrozadas; dio una ruda batida a los yaquis y mayos y quedó en su poder todo
el Distrito.
Pesqueira
regresó de Arizona, se le incorporó a Martínez y juntos abrieron la
campaña. Pusieron sitio a Hermosillo el
3 de Mayo de 1866 defendido por el Chato Almada con 400 infidentes,
poderosamente auxiliados por la legión extranjera y tomaron la plaza la mañana
del 4 . En el asalto se distinguieron por su arrojo
denodado los Coroneles Eleazar B. Muñoz y Jesús Toledo, tomando las posiciones
enemigas del Cerro de
El General Angel Martínez
Durante
cuatro meses hubo encuentros diarios en diversas partes del Estado aunque de
poca importancia; tiroteos sin grandes consecuencias, verdaderas escaramuzas
hasta que el 4 de Septiembre del mismo año de 1866 se libró la batalla de
Guadalupe a inmediaciones de Ures, en que los liberales obtuvieron un
espléndido triunfo acabando con el
llamado Imperio en Sonora. Mientras se desarrollaban estos acontecimientos, la
ciudad de Álamos, defendida por el Coronel Adolfo Palacios, fue atacada por el
infatigable Chato Almada el 2 de
Septiembre del propio año de 1866. Almada fue derrotado total y definitivamente
en las inmediaciones de la ciudad. En esta acción se distinguieron, mereciendo
especial y honorífica mención, el actual Jefe de esta Primera Zona Militar,
General Don Luis E. Torres, entonces Comandante en Jefe de un cuerpo denominado
Después de
su derrota en Álamos, Almada penetró al Río Yaqui y se embarcó en Los Médanos
con Tánori y algunos cabecillas indios que se habían refugiado en aquel Río
dirigiéndose a
Nuevas Incursiones Apaches, Insurrecciones Yaquis y Mayos y el
Levantamiento de Moreno Bustamante
Apenas
comenzaba Pesqueira a reconstruir el Gobierno cuando una nueva irrupción de
bárbaro apache apareció en la frontera en 1867, causando infinitas desgracias y
el despecho de los esfuerzos hechos por el Gobierno por arrojarlos permanecieron
en el Estado todo el año de 68. Los yaquis y mayos, no obstante las protestas
de adhesión que acababan de hacer, se insurreccionaron en el mes de Junio de
ese año y hubo necesidad de abrírseles nueva campaña. En ese mismo mes apareció
por el rumbo de Sonora Don José María Moreno Bustamante con una partida de
hombres armados amagando trastornar el
orden público. El Jefe imperialista, aunque ya no tenía ninguna bandera que
justificara su actitud procedente de los Estados Unidos llegó en son de guerra. El Prefecto del Distrito de Altar, Don Félix
Rodríguez, le salió al encuentro y lo derrotó en Santo Domingo el día 6, con lo
que se le dio fin a aquella asonada.
Las elecciones de 1867
En Octubre
del 67 se verificaron las elecciones para renovación de los poderes del Estado
y fue electo Gobernador Constitucional del Estado Don Ignacio Pesqueira, reelecto el 69.
El Levantamiento de Don Plácido Vega y
En
Vizcaíno
cumplió fielmente su encargo, pues a la madrugada del 28 de Mayo desembarcó un
tropiezo en
En 1871 se
levantaron los Seris en dos bandos que tuvieron un combate entre si y a poco
atacaron a unos vaqueros en la costa,
Distrito de Hermosillo, matando a uno e hiriendo a dos. Ese levantamiento no
tuvo otras consecuencias, pues los indios fueron pacificados en muy corto tiempo.
Las irrupciones del bárbaro apache continuaban, y los indios pápagos del
Distrito de Altar, estimulados por el premio que entonces daba el Gobierno de
$300,000 por cabellera, emprendieron contra ellos una campaña, los persiguieron
hasta mas allá de la línea americana y en
Elecciones en 1871
En junio de
1871 tuvieron lugar las elecciones para gobernador, y el nuevo Congreso que se
instaló el 15 de Septiembre declaró el 22 reelecto a Pesqueira por 165 votos
contra 51 que se sufragaron por García Morales.
Levantamiento de Jesús Leyva en Apoyo a Porfirio Díaz
El 29 de
Octubre del mismo año de 71 se pronunció en Guaymas proclamando al General
Porfirio Díaz una guarnición del 12° Batallón que allí había, encabezada por
Don Jesús Leyva. El Jefe del destacamento, Comandante Miguel Vega, quiso
sofocar el movimiento y fue muerto a manos de sus soldados junto con dos
oficiales mas. Los pronunciados, en número de 300, se
embarcaron para Agiabampo el dos de Noviembre llevándose $48,000 que sacaron
del comercio,
Pesqueira,
que con fuerzas competentes salió personalmente en persecución de los
pronunciados, les dio alcance el 28 de Noviembre en punto llamado Potrerito
Seco, situado entre Bacanora y Arivechi; los derrotó totalmente haciéndoles 17
muertos y más de 100 prisioneros entre
ellos gran número de oficiales de los cuales fueron fusilados en Soyopa.
Leyva, su segundo Ballesteros, Ezequiel Avilés, Ruíz Sánchez, Bernardi, López y
Madero. Los soldados prisioneros fueron dados de alta en las filas del Gobierno
y se mandaron desterrados al presidio de Fronteras otros veinticuatro
oficiales.
Pesqueira y
Con motivo
de haber estallado en Mazatlán un pronunciamiento a favor del General Díaz,
Contrariado
pero no abatido regresó Pesqueira a Álamos con algunos oficiales cuatro días
después. Allí encontró al Comandante
Antonio Aros con 200 hombres. En esa ciudad se hizo cargo del Poder Ejecutivo,
y eficazmente ayudado por el Prefecto Don Vicente Ortiz comenzó a organizar
nuevas fuerzas. Además de las tropas
reclutadas en Álamos, los Distritos de Moctezuma, Ures, Arizpe y Sahuaripa le enviaron nuevos contingentes
pudiendo en muy breve tiempo disponer de
mil hombres de combate. El primero de Mayo Pesqueira estaba ya en El Fuerte,
allí dejó comisionados que organizaran mas fuerzas y continuó su marcha sobre
Sinaloa, donde se detuvo algunos días en espera de refuerzos. El 21 del mismo
mes emprendió su marcha sobre Culiacán con mil hombres y seis piezas de
artillería, en momentos en que Márquez se dirigía de Elota sobre la misma plaza
con más de 2000 hombres. La noche del 26
llegó Pesqueira a Culiacán y se
posesionó de una parte de la ciudad. Al
amanecer del día siguiente el jefe
revolucionario ocupó otra parte de la población estableciendo su línea de
defensa. Luego se rompieron las
hostilidades por ambas partes y durante cuarenta y un días se mantuvieron vivos
los fuegos de cañón y fusilería sin
interrupción, hasta que por fin el arribo del General Sostenes
Rocha llegó a Mazatlán con 2000 hombres
del Gobierno y puso fin a esa situación
terrible para los habitantes de Culiacán.
En la tarde
del 6 de Mayo, después de un bombardeo
sobre la parte de la ciudad ocupada por Pesqueira, se retiró Márquez con sus
fuerzas por Tamazula para el Estado de Durango. Las fuerzas de Sonora
emprendieron su marcha de regreso,
Pesqueira fue a Mazatlán y dio a Rocha cuenta de sus operaciones; el 28 del
mismo mes desembarcó en Guaymas y el 6 de Junio llegó a Ures.
Los Conflictos entre el Legislativo y Ejecutivo en 1872
El primero
de Noviembre de 1872 aprobó el Congreso del Estado ciertas reformas
constitucionales que produjeron un choque entre los poderes Ejecutivo y
Legislativo para su sanción. Este las
devolvió con una nota de observaciones
fechada el 14 del mismo mes, a la cual, el Presidente de
Reclamado
este trámite por los diputados amigos del Gobernador, se puso a discusión y al
ser votado, uno de ellos,. Sr. Pedro G. Tato, abandonó
el salón de sesiones y para completar el número entró el suplente, Sr. Benigno
V. García y el trámite quedó aprobado. El Gobernador Pesqueira no respetó esa
decisión y se produjo el conflicto. Los
diputados reformistas se reunieron en Diciembre para protestar la nueva
Constitución, pero un diputado pesqueirista abandonó el salón dejándolos sin
quórum. Los seis diputados restantes no
formaban Congreso y por lo tanto no podían protestar las reformas, por lo que
se disolvieron dando antes un manifiesto al público.
El Levantamiento de Conant en 1873
La noche del
19 de Septiembre del propio año de 1873, se pronunció Don Carlos Conant en el
Mineral de Promontorios. Tomó la plaza de Álamos en la madrugada del 20 e
impuso un préstamo de $36,000. Conant proclamaba las reformas constitucionales
de 1872 y desconocía la administración de Pesqueira por no emanar de ellas.
Pesqueira impuso también un préstamo de $35,000 para el sostenimiento de las
fuerzas que destacó sobre Conant. Estas persiguieron al Jefe pronunciado muy de
cerca, tuvieron un encuentro de poca significación en Conicarit el 30 de
Octubre y, finalmente, Conant se retiró a Chihuahua por Chinipas entregando las
armas a las autoridades de esa Villa. El levantamiento de Conant no prosperó
por haber sido enteramente aislado. No
fue obra de la oposición que ya era
potente, sino la de un solo individuo que no se cuidó de organizar y
amalgamar los elementos dispersos para
ponerlos al servicio de una idea que simpatizaba con la opinión pública.
EL CONFLICTO PESQUEIRA-SERNA
Las Elecciones de 1875 y el Descontento Popular contra Pesqueira
El año de
1875 los partidos políticos se aprestaron con todos sus elementos para luchar
en las elecciones de Diputados y Senadores al
Congreso de
El Gobierno
por su parte aprestó también todos los medios de acción de que pudo disponer y
la lucha fue encarnizada y terrible. A despecho de todos los elementos que el
Poder puso en juego, el partido independiente ganó por completo las elecciones
en los Distritos de Álamos, Altar, Magdalena y Arizpe, y si el Gobierno triunfó
en los demás Distritos fue porque para ello
empleó la fuerza bruta aplastando el derecho de los ciudadanos. El
Congreso del Estado, antes de proceder a la computación de votos, anuló las
elecciones de Álamos, Arizpe y Altar, fundándose en causas que en justicia no existieron. De esa manera
Don José J. Pesqueira obtuvo una gran mayoría de votos y fue declarado
Gobernador de
Así mismo
fueron declarados Senadores Don Ignacio Pesqueira y Don Joaquín M. Astiazarán y
suplentes Don Jesús María Ferreira y Don Miguel Blanco de Estrada. Los Diputados al Congreso de
Francisco Serna
Esta revolución
se levantaba con verdadero prestigio, no solamente porque simpatizaba con la
opinión general del Estado, sino también porque a su cabeza figuraban hombres
de reconocida honradez, de buena posición social y de una fama limpia de toda
marcha. La revolución recibió tremendo golpe con la derrota que les hizo el
Jefe Pesqueirista Francisco Altamirano y Altamirano en
Ocho meses
duró aquella tremenda lucha, durante los cuales la revolución recibió golpes
rudísimos, como las derrotas de Altar, Pilares y Batacosa, pero los
revolucionarios, con una fe digna de los
insurgentes de Morelos y de los voluntarios del Padre Jarauta, mantuvieron
siempre vivo el fuego de la buena causa. Vencidos unas veces y vencedores
otras, su entusiasmo crecía, los sacrificios abnegadísimos se multiplicaban y a
despecho de las horrendas persecuciones del poder, aumentaban su amigos y partidarios resueltos. Pesqueira tenía
mayor número de tropas o combate, todos los elementos del poder y la facilidad
de hacerse de recursos por medio de préstamos forzosos, pero el movimiento
Sernista tenía mayores simpatías en la opinión pública. Ciudadanos pacíficos
que no tenían mas delito que simpatizar con la causa
de Serna, fueron perseguidos con verdadero lujo de crueldad y los principales
vecinos de Hermosillo se vieron obligados a emigrar a Guaymas y al extranjero
en busca de garantías. De las personas
emigradas a Guaymas, fueron aprehendidas diez y siete acusadas del delito de
trastornadoras del orden público, y habiendo sido amparadas por el Juez del Distrito,
hubo de ocurrirse a la fuerza armada de
El Coronel
Don José María Rangel, apoyado por el General García Morales, para poner fuera
del alcance del Gobierno a estas y otras numerosas personas principales de
varios lugares del Estado que habían ido a refugiarse a Guaymas, las afiló en
su Batallón como soldados. También en Álamos, al acercarse las tropas de
Pesqueira, muchísimas personas de representación social temerosas de las inmotivadas persecuciones, abandonaron sus
hogares y negocios y fueron a refugiarse al Estado de Sinaloa.
Numerosas
escaramuzas se efectuaron entre pesqueiristas y sernistas, las que, por su poca
significación en prácticos resultados, no mencionamos, pero no queremos dejar
sin honorífica mención el último hecho de armas del General Serna. Este, con un apequeña fuerza de 65 plazas, los oficiales inclusive, se
habían retirado al Distrito de Altar para engrosar sus fuerzas, cuando en un punto denominado
Los Pozos de Serna fue atacado por una fuerza de 260 hombres, caballería e
infantería, al mando del Comandante Francisco Altamirano y Altamirano y con
oficiales aguerridos y quemados con el fuego de los combates, como Don Martínez Manuel, Jesús María y Ventura,
Salvador López y otros. Serna resistió al ataque con bravura, tomó la ofensiva
y la carga que dio al enemigo fue de tal empuje que lo derrotó totalmente
haciéndole más de ochenta muertos. Este era el estado de cosas de Sonora cuando
arribó a Guaymas el General Don Vicente Mariscal, comisionado por el Presidente
Don Sebastián Lerdo de Tejada para restablecer la paz en el Estado.
El primero de
Marzo de 1876 expidió en ese puerto una proclama en que daba cuenta a los
sonorenses del objeto de su venida e instaba a los beligerantes a suspender las
hostilidades para dar a la lucha armada una solución pacífica. Enseguida se
embarcó rumbo a la ciudad de Álamos con una fuerza del 15° Batallón y a su
llegada a la ciudad de los portales fue objeto de las más entusiastas
demostraciones de simpatía. El Gobernador Don Jesús J. Pesqueira conferenció
con Mariscal en Álamos y enseguida evacuó
la plaza, marchando con sus fuerzas para Ures. El día 14 del mismo mes
de Marzo de 1876, Mariscal declaró a
Sonora en estado de sitio y asumió el mando político y militar del Estado. Don
José J. Pesqueira protestó contra esa medida, pero su protesta no tuvo efecto
pues se vio obligado a dar de baja a sus fuerzas y junto con el General
Don Francisco Serna se sometieron al nuevo orden de cosas, que fue
sancionado por el Presidente Lerdo de Tejada que ratificó la demarcación de
estado de sitio por decreto de 21 de Marzo.
En el propio
año se hicieron las elecciones de poderes federales en circunstancias en que
Elecciones de 1877 y el Ultimo Regreso de
Pesqueira
El 20 de
Abril de 1877 el Gobierno del Sr. Mariscal convocó a elecciones de funcionarios
locales, y desde luego se inició la lucha resultando electo el General Mariscal
como Gobernador Constitucional y Vice-Gobernador Don Francisco Serna. Entre
tanto, los Pesqueira, que desde la intentona revolucionaria proclamando a
Iglesias fueron arrojados del Estado, habían permanecido en Janos, población
del Estado de Chihuahua, y al llegar a su noticia el triunfo de la revolución
de Tuxtepec, intentaron de nuevo apoderarse del mando de Sonora, y al efecto, Don Ignacio salió de Janos para
Chihuahua y de allí para el Rancho de San Antonio, del Estado de Durango, donde
con el carácter de comisionado de su primo Don José J. conferenció con el
General Naranjo. En esa conferencia
Don Ignacio alegó los títulos de su
primo Don José como Gobernador de Sonora, y declaró el apoyo del Gobierno del
General Díaz para que lo pusiera en posesión del Poder Ejecutivo de este
Estado.
El General
Naranjo dispuso que los Pesqueira dieran de baja a la fuerza que tenían en
Janos, recomendó a Mariscal que no persiguiera a los pesqueiristas y acordó que
Don Ignacio fuera a México a gestionar allá lo relativo al Gobierno de Sonora.
El General Pesqueira fue a
Estas
versiones circularon con rapidez a despecho de haber sido tan graves en época
el General Huerta no las desmintió. Huerta, Pesqueira y los Generales comenzaron su marcha a Hermosillo donde los
dos, pesqueiristas y mariscalistas, les habían preparado cada cual por su
parte ruidosa recepción. A su llegada a
Hermosillo el antiguo Gobernante de Sonora fue objeto de manifestaciones de
odio, y las turbas llegaron hasta arrojar piedras por las ventanillas de
su carruaje. En Hermosillo se hallaban
Serna y Mariscal, pero no llegaron a conocer las intenciones de Huerta por más
que lo intentaron. El 29 de Julio llegaron a Ures y allí también Pesqueira fue
objeto de manifestaciones hostiles.
Habiendo fracasado esta última intención de llegar al poder, Pesqueira juzgó
juiciosamente que había pasado su época de gobernante de Sonora y se dedicó a sus
negocios privados.
En el año de
1878 surgieron muy serias decisiones
entre el Congreso del Estado y el gobernador Mariscal.
José Guillermo Carbó
El Vice-Gobernador
Don Francisco Serna terminó el período
del Sr. Mariscal y entregó el
Gobierno el 16 de Septiembre de 1878 al
Sr. General Don Luis E. Torres y después
al Lic. Don Carlos Ortiz, electo popularmente; mas el señor no terminó su
período. El Gobernador Ortiz quiso sostener la soberanía del Estado más allá de
lo que marca el Pacto Federal, y el entonces Presidente ,
General Manuel González, con los elementos de
Bernardo Reyes
El Ferrocarril y las Nuevas Reglas Políticas
Hemos dejado
de mencionar un acontecimiento plausible que vino a determinar en Sonora una
nueva era de prosperidad; el día 6 de Mayo de 1880 se dio el primer barretazo
para la construcción del Ferrocarril de Sonora en el barrio denominado Punta
Arena en el Puerto de Guaymas, y el 17 de Noviembre del mismo año se probó la
primera locomotora que llegó al Estado.
El 19 de Enero de 1881 fue inaugurado el primer tramo de
Luis E. Torres
EL CONFLICTO YAQUI
El Levantamiento de Cajeme en 1884 y
El Jefe
Yaqui José María Leyva Cajeme se levantó el año de 1884 con un verdadero
ejército, amenazando a los pueblos ribereños, y el Gobierno Federal y el del
Estado pensaron seriamente en reducirlo al orden. Al efecto, ese mismo año el
General Don José Guillermo Carbó, Jefe de la
1° Zona Militar, abrió la campaña
sobre el Yaqui con fuerzas federales y del Estado, campaña que sostuvo hasta
1885. Por el nunca bien sentido fallecimiento del General Carbó, vino a
substituirlo en el mando de
Ignacio Pesqueira
(Nació el 16
de Diciembre de 1820 y murió el 4 de Enero de 1886)
(A la
derecha el monumento en Panteón de Arizpe)
Entre los numerosos
amigos que fueron fieles hasta su muerte, se cuenta el Comandante Don José
Montijo, padre de nuestro amigo Don J. Esperjencio Montijo, Gerente de
Jesús García Morales (Derecha el monumento en Panteón de
Arizpe)
Hemos
distraído a nuestros lectores para rendir un justo homenaje de respeto a uno de
los soldados de la vieja guardia y, una vez cumplido este deber, continuamos
nuestro relato de los primero sucesos de la actual guerra del Yaqui. Abrió la
campaña el Coronel Don Antonio del Rincón en Febrero de 1886 y el siguiente mes
de Marzo, el General Martínez despachó del pueblo de Navojoa una columna
expedicionaria compuesta de 250 infantes del 12° Batallón, 100 del 25°, 250
infantes de las fuerzas auxiliares del Estado, ochenta dragones del 5°
Regimiento, 115 jinetes auxiliares del pueblo de Navojoa, Tesia y Santa Rosa,
haciendo un grueso de fuerzas de 860 hombres que puso a las órdenes del General
J. Otero. Principia la campaña y algunos jefes tienen éxito, en tanto que otros
no; se registran cambios frecuentes, triunfos, reveses, esperanzas de paz,
combates rudos, represalias, ataques desesperados de los yaquis, todo en medio
de una gran conmoción en el Estado de Sonora. Por esta ruda época estableciese
el Cuarto General de Operaciones en
El Coronel
Rincón penetró con sus fuerzas por todos los bosques hasta Santa Bárbara, recogiendo en esas expediciones mil
doscientas cabezas de ganado bovino, veinte mil cabezas de ganado ovino,
trescientos caballos, ochenta mulas y más de cientos cincuenta asnos, dejando
en consecuencia a los indígenas en las condiciones mas precarias con respecto a
la base de su alimentación y medios de
movilización. Esto ocurría entre los
días 12 y 23 de Marzo de 1886. El propio 23 de Marzo citado, el General Otero levantó el campamento del Naranjo y
emprendió la marcha con sus tropas sobre Navojoa, cuyo pueblo tomó sin resistencia. El General Marcos Carrillo, Jefe
entonces de las Armas en Sonora, se incorporó al General Martínez con un grueso
considerable en las fuerzas de las tres armas en las inmediaciones del Añil y
allí se estableció el Cuartel General de Operaciones.
El 3 de
Abril se emprendieron los trabajos de zapa para circunvalar las posiciones de
los indios, trabajos que estuvieron terminados el día 5. En ese día los indios dieron un brutal ataque
a los zapadores, librándose reñido combate.
Entonces el General Martínez ordenó el ataque sobre las fortificaciones
de los sublevados librándose una batalla.
Los indios abandonaron sus posiciones y se retiraron en ese orden
para Sierra del Boatachive. El día 5
marchó el General Martínez en su columna para Torin, quedando el General
Carrillo con sus fuerzas en el Campamento Añil. A la cabeza de una columna
marchó el día 7 el General Jefe de
El día 11 se
pasó practicando reconocimientos y organizando el asedio. En la mañana del día
12, al despuntar la aurora marcharon las seis columnas que mandaban los
Generales Martínez, José T. Otero, Lorenzo García, y Coroneles Lorenzo Torres,
y Carlos Margain y Tenientes Coroneles Enrique Alcalde y Gonzalo del Valle,
formando paralelos sobre los parapetos enemigos, donde se libró reñido combate tomándose por asalto
las primeras posiciones de los rebeldes. Los indios, en número de ocho mil bajo
las órdenes de su Jefe José María Leyva Cajeme,
resistieron tenazmente el empuje de las armas nacionales haciendo
esfuerzos sobrehumanos para sostener sus fortificaciones. Por fin,
desmoralizados por los vigorosos del ataque abandonaron sus posiciones y huyeron
en desorden por la sierra dejando tendidos en el campo ciento veinte muertos.
En esta acción se distinguió peleando como bueno el bizarro Coronel sonorense
Eleazar B. Muñoz, que se puso a la altura de los Jefes mas
valientes que concurrieron a esa jornada. El día 14 de una comisión de indios
se presentó al campamento solicitando la paz, la cual les fue otorgada por el
general en Jefe.
Empero, esa
paz fue tan duradera como el sol en Londres, pues el 24 de Junio siguiente el
cabecilla Cajeme con un grupo de indios que había organizado asaltó en el
pueblo de Vícam a las vivanderas de las fuerzas. En la mañana del 5 de Julio el
General Leyva con fuerzas competentes desalojó a los indios de sus posiciones
del Añil, de las cuales se habían apoderado nuevamente. En el lugar llamado Guachimoa
se libró un serio combate el 22 de Julio.
Una masa de más de 2000 indios atacó en ese lugar al Coronel Don Lorenzo
Torres que mandaba una fuerza de 400 hombres.
El ataque fue vigoroso y heroica la
resistencia. Parecía que la victoria iba a decidirse por los sublevados,
cuando el Coronel Torres mandó armar para cargar a la bayoneta. Los indios, que conocen los estragos de esa
arma, dieron media vuelta y huyeron despavoridos. Entonces el
Coronel Torres hizo que la
caballería les diera una carga a sable, asegurando de esa manera la más
completa victoria. Nos hemos detenido en dar los pormenores de estas acciones
porque fueron las más culminantes que se han registrado en la guerra del yaqui
en la época en que bien o mal esa espantosa tribu se constituyó en ejército.
Lorenzo Torres
El 22 de
Septiembre de 1886 se recibió de las armas el general Don Bonifacio Topete;
El 27 de
Mayo se reunieron en el Pueblo de Torin todos los gobernadores indios
acompañados de su sequito de temastianes,
(I) alcaldes y fiscales y una inmensa multitud del pueblo indígena y,
ante el Sr. Gobernador del Estado, General Don Luis E. Torres, después de un
discurso pronunciado por el General D. Crispín S. de Palomares, tomó la palabra
el Gobernador de Vícam, Francisco Siquimea, y haciendo la señal de la cruz,
protestó someterse también todos los vecinos de su pueblo. Esta protesta fue secundada por los demás
gobernadores que eran, de Huirivis, Lorenzo Tamiscomea, de Pótam, Antonio
Cupis, de Bácum, Juan José Yosimea, de Cócorit, Hilario Tás, de Tónichi, José
Molina, y de Roun, José María López. Faltó el Gobernador de Belén, pero se
presentó cuatro días después. No obstante esa paz solemnemente jurada, Cajeme
por medio de enviados consiguió que los indios sometidos abandonaran sus
pueblos en el mes de Junio siguiente y se le fueron a reunir en los bosques
para engrosar sus filas.
El General
Martínez tuvo noticia de que en las
Islas del Siari y de Lobos, muy cerca de la costa del Golfo de Cortés, se
habían refugiado muchos indios con
algunos de sus cabecillas y entre ellos Cajeme, y dispuso hacer una expedición
a aquellos lugares. El 25 de Diciembre se embarcó en Guaymas el Coronel Lorenzo
Torres en el cañonero nacional Demócrata y el 28 lo siguió el General Martínez
en el Korrigan, vaporcito de la compañía
del “Boleo” de
Entretanto
Cajeme se les había escapado con una pequeña escolta para
Don Ramón Corral
El Levantamiento de Tetabiate y
En el Yaqui surgió una nueva revolución encabezada
por el Tetabiate, cabecilla no menos indómito ni menos temible que Cajeme. El
Sr. General Luis E. Torres emprendió contra él vigorosa campaña que terminó con
la paz de Ortiz celebrada el 15 de Mayo de 1897, y de la que nos vamos a ocupar
con el detenimiento que merece. Esa paz se debió principalmente a los esfuerzos
y abnegación de los señores Gobernador Corral, Generales Luis E. Torres,
Lorenzo Torres y Francisco Peinado, de recientes y sentidísimos fallecimientos,
y si ella no fue definitiva, débase no a
falta de tino y consideraciones del Gobierno y los suyos, sino a que una vez
mas, como siempre, ha demostrado el yaqui que pide la paz no por otra cosa que
por impotencia y que esa bandera blanca con que se ha presentado y que le ha
valido ayuda y perdones, felón y artero la desgarra en cuanto siente que las
tranquilidades y beneficios de la paz han ahuyentado de su maldito ser la
fatiga y la miseria. Pero hablemos ordenadamente de esa paz, de la que tantos
bienes se esperan fundadamente y que nueva vez pisoteó traidor el sombrío
yaqui.
Francisco Peinado
A un
valiente subordinado del Sr. General Torres, a un noble caudillo toco iniciar y
terminar las negociaciones, al entonces Coronel Peinado, justamente conceptuado
como leal entre los leales, modelo de modestos, valiente como los que saben
serlo, y por eso popular y generalmente querido, sin armas y exponiendo su
pecho a las balas indígenas, se presentó en el campo de los rebeldes a plantar entre ellos el estandarte
blanco como símbolo de la magna obra en que tan interesadamente colaboraba con
el pacificador Sr. General Luis E.
Torres. El día 25 de Enero del año que hemos señalado fue celebrada la primera
entrevista con el Jefe de la tribu rebelde Juan Maldonado, Tetabiate, quien a
nombre de sus huestes ofrecía al Gobierno su sumisión a cambio del indulto y
otras entrevistas fueron celebradas en las fechas que mas adelante citaremos,
con el intermediario señor Coronel
Peinado y con el Jefe de
Juan Maldonado “Tetabiate”
La víspera
del acto llegó el Sr. General Torres en tren especial a las 4 de la tarde a
Aparte de la
numerosa concurrencia que había desde la víspera, en el tren ordinario del día
15 que salió a Ortiz, minutos antes de las doce llegaron en unión de los
Poderes del Estado mas de 200 personas entre ellas
muchos extranjeros y algunas señoras. Se
notaba a todos con entusiasmo e interés justificados por las circunstancias. Minutos antes de las tres
de la tarde se hizo una gran polvareda por el camino que conduce a
Julián Espinosa
Seguía la
columna compuesta de 394 yaquis,
vestidos de algodón azul y sombrero de petate, de los cuales 213 venían
armados de rifles Remingthon de infantería, carabinas antiguas de caballería de
un tiro, de flechas y dos o tres
carabinas viejas de cámara de metal amarillo, cada uno portaba dos cananas de
cien tiros, cuchillo a la cintura, hules, porrones y caramañolas para el agua,
y en las manos desarmada llevaban una varilla de jara. Entraron con el arma terciada, formados en
columna y marchando al son de un
tamboril que redoblaba un indio y al de
los marciales sones de la música y banda del 5° Regimiento que batían
marcha. A la cabeza de la columna yaqui,
un joven portaba una bandera de seda
blanca con dos guías de la misma tela y fleco de oro, en cuyo centro se veía
esta divisa: ¡Viva
la paz del yaqui! 25 de Enero, 25 de Febrero, 26 de Marzo, 26 de Abril y 8 de Mayo de 1897, fechas todas que señalan las diversas etapas de la
pacificación. La formación y marcha de los indios era correcta
y disciplinada. En esa época la tribu
yaqui, a su modo formaba un ejército, no como ahora, que constituye una
abominable serie de cuadrillas de ladrones.
Por último,
cerrando la columna iban hasta 20 individuos a caballo que eran autoridades de
los pueblos del yaqui, guías y capitancillos de los indios. Al llegar a la
altura del grupo formado por el Sr. General Don Luis E. Torres y demás Jefes,
Gobernador, Vice_Gobernador del Estado y otras personas que lo acompañaban,
saludó el Sr. Coronel Peinado y a indicación suya Tetabiate quitándose su
sombrero. Llegados a los ramadones, hicieron alto permaneciendo a caballo el
Jefe rebelde y los capitancillos. Se dividió
la columna en dos cuadros y mandaron formar pabellones sentándose los indios a
descansar y estableciendo sus centinelas. El sol ardía calentando los tostados
y ennegrecidos rostros de los rebeldes, un polco sutil levantado por el viento caliente que soplaba
los envolvía como en un velo; el cielo enteramente limpio y lOs acordes bélicos
de la banda del 5° Regimiento impresionaron vivamente a la multitud, que
presenciaba el desfile de los
rebeldes. El Sr. General Torres
igualmente impresionado, se arrojó con viva efusión en los brazos del aguerrido
e incansable General Don Lorenzo Torres.
El cerebro que piensa, el brazo que ejecuta y los dos corazones embargados por la misma
emoción se fundían en uno solo. Vivas y aclamos por los Generales Torres y
Coronel….sonaron en el espacio y la multitud se deseminó por todas partes yendo
los mas a ver de cerca de los indios.
Al llegar la
columna al Rancho del Echo, un fayuquero disparó unos
balazos entusiasmado sin duda. Los indios, recelosos y desconfiados, volvieron
la cara temiendo una traición y entonces el Sr. Coronel Peinado mandó hacer
alto, aprehender al alborotador y fusilarlo.
Tetabiate interpuso su influencia y el fayuquero fue perdonado. Había orden estricta de no disparar ni aún
cohetes. Daremos algunos detalles importantes:
El caudillo
rebelde Tetabiate fue el último miembro varón de una familia de guerreros
indios. Su padre se llamó Luis
Maldonado, quien tuvo tres hijos, Luciano, Juan y Manuel, los dos primeros
fallecieron en la guerra; Luciano denunciado por un ranchero fue colgado. Entonces se levantó en armas Manuel adquiriendo desde luego gran
prestigio entre su tribu por su abolengo de harnero rico, por su valor
temerario por su astucia diabólica y por su energía feroz y salvaje. Juan
Buitimea fue un indio que el Coronel Peinado curó de sus heridas y lo tomó a su
servicio tratándolo con tanta bondad que al curarse no quiso separarse ya de su
salvador. La gratitud del indio habilísimamente explotada por el Coronel, fue
el primer paso para llegar a la razón obscura del Jefe rebelde; fue el
primer emisario que llevó a los
campamentos enemigos la semilla de oliva enviada para fructificar andando el
tiempo. Después llegó en Noviembre del año anterior a la pacificación el
misionero Presbítero Don Fernando M. Beltrán,
ampliamente recomendado al señor General Torres por el señor Presidente
de
Al principio
los rebeldes recibieron las exhortaciones del Sr. Cura Beltrán con la natural
desconfianza y recelo de su carácter, llegando
hasta a dirigirse a
Loreto Villa
Al terminar
el Himno Nacional tocado por la banda del 5° Regimiento y en medio del
silencioso recogimiento de los presentes, dio lectura el Sr. Secretario del
Estado Don Celedonio Ortiz a la siguiente acta:
República
Mexicana – 1° Zona Militar.- General en
Jefe.
Acta
levantada en
Juan
Maldonado, Jefe de
El General
Luis E. Torres acepta en nombre del Gobierno la sumisión del Jefe Juan
Maldonado y sus compañeros de armas y les ofrece en nombre del mismo Supremo
Gobierno toda clase de garantías, la seguridad de que no serán violentados en
su persona ni interesadas por motivo de la sublevación pasada, y en nombre del
mismo Supremo Gobierno de
Coronel Peinado estrechando la mano de “Tetabiate”
Estación
Ortiz, Distrito de Guaymas, Sonora, 15 de Mayo de 1897
Terminada la
lectura del anterior documento, el Jefe de
Juan
Maldonado:
Te entrego
este sobre que contiene su indulto y el de tus subordinados, y te doy un abrazo
en nombre del Supremo Gobierno en señal de conciliación y de olvido del pasado.
Sentimos que no se conserve íntegra-
para publicarla la inspirada, elocuente y conmovedora improvisación del Sr.
General Torres que, dicen, estuvo llena de fuego y de grandezas en aquellos
solemnes momentos tan fácil y
traidoramente olvidados por los indios.
Refieren los oyentes que las frases salían de sus labios sencillas y
brillantes: habló de los sufrimientos, de la abnegación rara de sus compañeros
de armas, hizo justicia a las preclaras virtudes del General Lorenzo
Torres a quien llamó su hermano, trajo a
la recordación de los presentes las alarmas sentidas otros tiempos, el
estancamiento del progreso en las comarcas del Yaqui, explicó la importancia
que como factor principal en el trabajo tenían los indios en Sonora: tuvo elogios y frases de agradecimiento para el
Sr. Presidente de
A
continuación el Sr. Corral con su claro talento y su fácil dicción dirigió una
alocución a los presentes análoga a las circunstancias del momento y que
desgraciadamente tampoco se conserva, para igualmente publicarla. Enseguida se
procedió a la distribución entre los indios de un talego de dinero llevado
expresamente con ese objeto, tocándole sesenta pesos a Maldonado y dos a cada
uno de los indios. Fueron subiendo a la
plataforma uno por uno y recibiendo su gratificación de manos del Sr. Dr.
Figueroa. Cuando el reparto terminó, el Sr. Coronel Peinado abordó la tribuna y
con voz entrecortada por la emoción que lo embargaba, pronunció el siguiente
discurso que le fue aplaudido con inusitado entusiasmo:
“En tan solemne acto, en ocasión tan
grandiosa, no es posible que guarde silencio. Hechos que reúnan las condiciones y detalles del que presenciamos
son tan sublimes, tienen una fuerza dominadora tan absoluta, que se imprimen
sobre la conciencia, sobre el corazón y sobre la inteligencia. Por eso mi voz sed levanta, no para
pronunciar frases de correcta estructura, sino para desbordar el sentimiento
que se ha posesionado de mi ser, para colocar el laurel de triunfo que mi
corazón y mi amistad dedican a todos y a
cada uno de los valientes, de los ameritados militares, que unos dirigiendo y
otros ejecutando, han prestado su
contingente poderoso hasta llegar a este supremo momento en que una parte del
listado se emancipa de la prolongada lucha, hasta este supremo momento en que
es un hecho la redención de una raza que
entregará sus brazos al progreso del Estado.
Ahí tenéis
al señor General D. Luis E. Torres, en Jefe de
Párrafo
aparte es necesaria en elogio a las autoridades del Estado, que no han
perdonado medio ni sacrificio para terminar la sangrienta lucha cuyos últimos
detalles se pierden en lejanos horizontes, pero son tan conocidos sus esfuerzos
que el criterio público los ha premiado ya. Y ahí tenéis, señores, a Juan
Maldonado (a) Tetabiate), a sus guerreros, no sin armas porque no son hijos de
un Estado abyecto, sino de un Estado de hombres libres; ahí los tenéis,
vencidos por las leyes del progreso y la civilización, ahí los tenéis, y ved
que en todas las líneas de batalla ondea la enseña de la paz; sus
corazones están abiertos para dar y
recibir amor, y que sus brazos dejarán el arma para empuñar el arado. Ahí los
tenéis después de diez años de lucha; diez años en que no los hicieron cejar ni
la muerte ni el hambre; guerreros heroicos
que en su ignorancia defendían algo que creían un ideal; algo que jugaron un principio; guerreros que
acaban por hacerse grandes ante su nación, grandes ante el mundo por su
tenaz resistencia pero frente a ellos aquí esta quien todo lo ha podido y a
quien esto se debe, el señor General en jefe; aquí está quien les ha ofrecido no solo el indulto sino
elementos: el Gobierno del Estado y a Juan Maldonado, Tetabiate, no se le ha
declarado rebelde sino hermano y ese hermano aquí se presenta, no como ese esclavo con cadenas, ni entre filas; se
presenta voluntariamente con sus yaquis armados y nosotros así los recibimos, como una prueba
de que tendemos los brazos a unos valientes, a
unos leales hijos del Estado que hoy para siempre, serán los defensores
de esta paz que hoy reciban.
Ved esa gran
enseña blanca que tiene una fecha: 25 de Enero; es la fecha en que él se prestó
a los tratados; 25 de Febrero no estaba sometido y ofrecía garantía de vidas y
plena seguridad en los caminos, 26 de Marzo, es la fecha de la primera
entrevista con él en
No hago historia…
ni me corresponde hacerla, pero tengo que decir que Maldonado ha cumplido hasta
hoy religiosamente su palabra y cumple a nosotros ahora corresponder. Tengo la satisfacción, al dar noticia de
estos hechos, de ensalzar la pericia y discreción, la habilidad y talento con
que el señor General en Jefe, su segundo y mis compañeros, han sabido obtener
este resultado, el primero con su acertada dirección y los segundos con su incansable actividad y valor.
Juzgad este
hecho: es grandioso por su significación política y social, es grandioso por
que encierra muchos sacrificios, muchos detalles que le dan colorido; es
grandioso porque aquí han venido los guerreros armados a jurar la paz y esas
armas que antes eran dirigidas contra el Estado, ahora las tiene en su apoyo;
ahí tenéis a los guerreros del Yaqui; ahí tenéis a
¡Viva el
Primer Magistrado de
Atrás: Coronel Francisco Peinado (izq) y General Luis E. Torres (derecha)
De izquierda
a Derecha sentados: Julián Espinosa,
Juan Maldonado “Tetabiate” y Loreto Villa
Ya se ha
visto como esta raza infame ha correspondido a tanta nobleza, a tanta
lealtad y, ¡porqué
no decirlo? A tanto favor como con el
mejor fin encerró el sentido discurso del igualmente sentido Sr. Coronel
Peinado, y a la alta bondad y liberalidad del Gobierno. A esa raza se le da dinero acuñado y devuelve
plomo en balas; se le da pan para que lo lleve a sus hijos y da muerte a la mano que se lo da; se le
agasaja llamándolo nuevo soldado del progreso y contesta con un alarido que repercute en las montañas a que
ya ansía volver para robar y asesinar; se le llama bondadosamente heroico
guerrero y se convierte en el mas miserable, cobarde y cruel de los bondadosos.
En la tarde
se hicieron bailes para obsequiar a los indios, y la banda del 5° Regimiento
dio serenata en la plaza hasta las once de la noche. El Sr. Coronel Peinado envío al campamento
indígena una música de cuerda a Maldonado y estuvo tocando hasta horas muy
avanzadas de la noche. Las familias
fueron a saludar al Jefe Indio, y a satisfacer su natural curiosidad haciéndole
preguntas que Tetabiate contestaba. El Tetabiate no durmió en toda la noche.
Sentado la pasó en una silla o paseando por su campamento en actitud vigilante o desconfiada. Al día
siguiente, cerca de las nueve de la mañana salieron de Ortiz el 5° Regimiento
con su Jefe a la cabeza y la columna yaqui con dirección a
Además del
caballo, montura y vestido que el comercio de Guaymas regaló a Maldonado, el
Sr. Coronel Peinado le obsequió un hermoso caballo, el Sr. D: Cosme Echeverría
una bonita calzonera de cuero y el Sr. General Torres un magnífico zarape de
Saltillo. El Gobierno del Estado y señor General en Jefe, por cuenta del
Supremo Gobierno, hicieron distribuir lo siguiente entre los indígenas y sus
familias: 40 cargas de harina, 8 de
panocha, 20 reses, 8 cargas de garbanzo, 100 kilos de café, 2 botes del
mismo grano, 10 rollos de petates, 14 docenas de vestidos para mujeres, una
gruesa de enaguas interiores, 25 sombreros de pelo galoneados, 500 sombreros de
palma, 500 vestidos mezclilla azul, 20
vestidos de casimir del País, 30 camisolas finas, 20 pares de zapatos, 100
rebozos corrientes, 100 rebozos finos y 6 zarapes.
Nuevo Levantamiento de Tetabiate en 1898
En Junio de
1898 volvió el Tetabiate a levantarse en armas contra el Gobierno encontrándose
en esa época las siguientes fuerzas en el Río; 4° , 11° y 12°, 19° y 20°
Regimiento de Infantería, 5° de Caballería y Cuarenta Nacionales, formadas en
varios pueblos y que han sido de gran utilidad
dados los conocimientos que tienen de los bosques. El Sr. General Jefe de
En 1899 fue
electo Gobernador del Estado el Sr. Gral. Luis E. Torres, pero habiendo pedido
una licencia a
Rafael Izábal
Reanudaremos
la cuestión de los Yaquis:
Los Primeros
nuevos encuentros que hubo fueron en la
margen izquierda del Río Yaqui, en los bosques
y en las marismas, registrándose hechos de armas de importancia como el de
En Palo
Parado hirieron al Sr. General Lorenzo Torres y en otros encuentros a otros
jefes y oficiales que sería largo enumerar, lo mismo
que a individuos de tropa. En cambio, en
esos combates se logró hacer varias importantísimas aprehensiones de rebeldes y
desde entonces se vino en conocimiento pleno de la complicación de los indios
llamados mansos que trabajaban en las
rancherías del Valle de Guaymas y en el Distrito de Hermosillo, trascendental
asunto del que hablaremos después.
El Combate de Mazocoba
Otro hecho
importante es el de
Página en
esta meritísima para el Sr. Gral. Don Luis E. Torres. Siguió a estos la
labor mas interesante de la campaña que
fue la de buscar a los rebeldes en sus refugios, pues de una manera inocente
estaban ayudándolos casi todos los habitantes del Estado, juzgando pacíficos a
los yaquis trabajadores de la ciudad y de las haciendas, pero los muchos datos
que tuvieron los que este importante asunto han dirigido, vinieron a demostrar
que los indios, después de cansarse de pelear en la sierra, se iban a trabajar
a las haciendas del Estado así como a los minerales y pueblos y , como en esas
condiciones no hacían daño, los aceptaban todos los que necesitaban brazos sin
preocuparles de donde venía ni con quien
trabajaban antes, pues nunca se ha usado aquí pedir recomendaciones de sus
antiguos patrones en vista de la necesidad de brazos.
El
Gobernador del Estado Sr. Rafael Izábal, con el mayor empeño y con la actividad
conocida que tiene para sus actos, fue personalmente a las rancherías de casi
todo el Estado y descubrió a los yaquis rebeldes y complicados, logrando
aprehender a casi todos los cabecillas conocidos y a todos aquellos que tomaban
parte en la guerra y ayudaban a los rebeldes con armas, dinero, parque,
provisiones o de alguna otra manera, siendo ejecutados aquellos perfectamente
reconocidos como criminales y los demás deportados al Estado de Yucatán.
Con estas
medidas los indios sintieron un cambio para ellos terrible, pues veían que sus
reservas se les estaban mermando y resolvieron reunirse todos los de la raza
para hacer el último impulso y lo verificaron en un punto conocido con el
nombre de “
Como era
natural, el Gobierno no aceptó ninguna de tales insensatas cláusulas y
desgraciadamente, por mas razonamientos que se les hicieron a los indios, fue
completamente imposible convencerlos; se terminaron esas conferencias con la
sencilla, presuntuosa y criminal frase de los rebeldes al Sr. Gobernador y al
Sr. General: “Nos veremos en los cerros
con tus fuerzas”. Lo que sucedió
efectivamente, pues dos días después de la última entrevista, el Gobernador del Estado, a quien acompañaban
los Sres.. diputados Dr.
Alberto G. Noriega, Juan Bojórquez, Gustavo Torres, Juan P. M. Camou, Alejandro
Lacy y algunas otras personas de
La víspera
de la batalla, las fuerzas al mando del Sr. Gobernador estaban acampadas en
Luis Medina Barrón
Desde luego
se rompieron los fuegos por ambas partes, siendo vigoroso y fuerte el primer
empuje de los indios pues hicieron desde las primeras descargas tres bajas de
individuos de tropa y mataron a otro. En
esos momentos el Comandante Barrón mandó al Capitán Belma que tomara una
pequeña altura que quedaba a la izquierda, lo que no se logró sino hasta el
segundo asalto porque, comprendiendo los indios la importancia estratégica de
esa altura, la defendieron resueltamente en el primero, y si sucumbieron, fue
solo al empuje de los asaltantes federales.
Entre tanto, el resto de la fuerza atacaba el centro del enemigo y ya
veían los indios por una altura de la derecha
con el objeto manifiesto de envolver a la fuerza, cuando apareció la que
mandaba directamente el Sr. Gobernador, quien rápidamente se dio cuenta de la situación y para contener
el avance envolvente de los indios destacó al teniente Coronel Rivera con la
caballería, no solo a detener a los indios, sino a atacarlos, lo que logró
valerosamente hasta llegar con sus dragones a la cumbre de la altura, en tanto
que el enemigo descendía rápidamente. A
este grado el combate ya se había hecho
general, pues en los instantes en que Rivera
atacaba la altura, Barrón había ido a auxiliar a Belma y unidas las
fuerzas divididas al principio, atacaron con gran brío hasta llevar a su último
reducto a los indios. El Sr. Gobernador había entrado personalmente con su
fuerza y atacó con tal denuedo, que el enemigo, al pretender envolver, se vio
hostilizado terriblemente por izquierda, derecha y centro, no tardando, como
era natural, en presentarse para los indios la mas completa derrota con todo su
espantoso cortejo de pánico, de abandono de muertos y heridos, de ayes de dolor, de gritos, de pavor y de vertiginosa huída.
Cerca de dos
horas había durado aquel combate en que los indios pusieron en juego una de sus
últimas terribles cartas para golpear en plena faz el rostro de la civilización
que tanto han maculado con sus crímenes, que alcanzan los horrendos tintes de lo sombrío y que
hacen dibujarse su tostada silueta sobre un fondo de sangre y horror. Para
mengua de ellos y de sus traidoras armas y para prestigio del grupo que ahí se
batió y del Sr. Gobernador y Jefes que lo acompañaron, entre los que hacemos
especial mención de los justamente conceptuados como incansables y valientes
soldados Comandante Barrón y Teniente Coronel Rivera, aquel sol de Abril de
1904 en que su obsesión y cretinismo los hizo creer que alumbraría un rudo golpe de sus armas criminales contra el
baluarte de la civilización, solo alumbró ante sus desmesuradamente espantados
ojos la sangre de sus broncíneas carnes y los jirones de sus fatídicos cuerpos,
que rasgados ahí como harapos de humanidad maldita, recordaron fúnebremente una
vez más a los supervivientes, como por sobre las ruinas del yaqui asesino tiene
que levantarse la mano de la civilización lesionada.
¿Cuando un
elogio puede vestirse con el ropaje de la sinceridad y de la verdad?. En varias circunstancias, pero muy particularmente cuando
el que lo rinde pone de por medio el diáfano argumento de su ausencia. Y al
terminar este libro yo me ausentaré de Sonora, y por eso es que sin que se
tenga derecho a tildárseme de adulador, concluyó el relato de esta memorable y
trascendental jornada, consagrando un voto de admiración y de respeto al Sr.
Gobernador Izábal, no tanto porque siendo civil haya dado en el gavilán pruebas
de talento de hombre de armas, sino porque, pudiendo amurallarse en los
edificios de una ciudad y envolverse con los tibios calores del hogar,
representante admirable del deber cumplido, va ejemplarmente a pasar las
privaciones de las caminatas del soldado y a correr los peligros del combate.
¡A través de las distancias mi respeto
siempre lo admira y a través de la ausencia mi mano siempre entusiasta
estrechará su mano!.
Enterrados
los muertos, recogidos los heridos y levantando el botín de esta batalla, el
Sr. Gobernador Izábal se dirigió a Hermosillo con su fuerza y ahí conferenció
con el Sr. Gral. Torres, quien ya había destacado a parte de la suya en
persecución de los restos de la destrozada
partida indígena del Gavilán, acordándose que el Sr. Teniente Coronel Gordillo Escudero
y el Sr. Comandante Barrón con cien hombres siguieron las mismas huellas, lo
que hicieron con el mejor éxito pues unos cuantos días después avistaron
nuevamente al yaqui en el punto llamado
FIN…
Agradecemos a
su
contribución a la digitalización de este documento
Hermosillo
Sonora, Marzo de 2008