CAPÍTULO
XIV
LA AVENTURA DE LAS CONCHAS AZULES
Llegaron cuatro indios de San Rafael como guías de la
expedición rumbo al Golfo de California, misma que inicia su camino la tarde del
9 de marzo de1701 con cuarenta cargas de bastimentos y avío repartida en tres
atajos por la falta de agua en el camino. Por la noche los viajeros acamparon
en Arivaipa donde los pobres animales apenas bebieron agua en pequeños
aguajes; partieron a Quitovac al día siguiente. Cada vez que celebraban misa
se utilizaba el estandarte de La marcha llevaba música; Kino escribe: “En varias partes de este camino había tanta amenidad y hermosura
de rosas y flores de diferentes colores, que parecía los había puesto la
naturaleza en recibimiento de Nuestra Señora de Loreto. Y casi todo el día
fuimos rezando y cantando varias oraciones y alabanzas de Nuestra Señora en
diferentes lenguas: en castilla, en latín, en lengua italiana –tanto Kino
como Salvatierra eran italianos- y también en lengua califórnica, pues los
cuatro grandes y dos chicos naturales de allá, estaban en todo instruidos que
cantaban las oraciones según el dicho padre rector, ya que se las había
puesto en lindas coplas de la misma lengua califórnica. Decíamos con el santo
salmista: Cantabiles mibi erant justificaciones tude in loco peregrinacionis
meae (Tus justificaciones eran el tema de mi canto en el lugar de mi
peregrinaje)”. Ese día no pudieron llegar a Quitovac
y acamparon en Texubabia a las 10 de la noche; Manje comenta: “Este
día fue el de mayor trabajo, angustia y aflicción, pues ya se nos cansaban
las bestias por falta de agua; unos nueve o diez animales huyeron locos de
sed esa noche”. Salvatierra logró descubrir con argucias un ojo de agua
la mañana siguiente. Algunos nativos del lugar trajeron un poco de agua para
los hombres pero comentaron que estaba demasiado retirado; Salvatierra
ofreció regalos a un indio si le traía agua y le tomó el tiempo; tardó tres
cuartos de hora, por lo cual dedujo que no estaba lejos. Salvatierra ordenó
que le ensillaran una mula y que el mayordomo lo siguiera con una gran olla;
efectivamente, el aguaje estaba en la ladera de una colina a dos kilómetros
del lugar en un sitio llamado Suaracán. Todos los animales fueron a beber y
Kino celebró una misa de acción de gracias. Al llegar a Quitovac encontraron un oasis con seis
rebosantes ojos de agua aprovechando la ocasión para descansar todos un día
completo. Salvatierra predicó a los soldados en lengua castellana y a los
indios en pima; fue en persona a cortar un palo grande con una hacha para
formar una cruz; según Salvatierra al elevarla ya formada todos procedieron a
hincarse. Para el día 14 de marzo los viajeros ya estaban en Sonoita donde
los recibieron como tradicionalmente se hacía según Salvatierra: “con
arcos, cruces y ramada; que a todo esto los tenía industriados el Padre
Kino”. Desde Sonoita mandaron por guías a la
costa; como intérprete llevaron a un topil “medio atronado” que sabía las dos
lenguas, el Pima y el Quíquima.
Entretanto, surgió la discusión sobre la ruta a seguir para bordear el
cerro de El Pinacate; Kino ya lo había hecho por el sur, Manje prefería
continuar hacia los Yumas por el Camino del Diablo mientras que Salvatierra
opinaba un mejor camino por la montaña del norte a la cual los indígenas se
opusieron. Los guías despejaron la duda: la propuesta de Cartógrafo Kino fue
la mejor. El día 18 de marzo de 1701, la comitiva inicia el camino hacia una
de las más difíciles entradas en la historia de las expediciones del afamado
Eusebio. |
La expedición planeada por los padres Salvatierra y Eusebio
Kino dejó Sonoita, caminando por la ribera del Río del mismo nombre durante El 19 de marzo de 1701 viajaron al suroeste llegando a la
ranchería “Basoitutcan”, donde había algún pasto y agua, por primera vez en
48 horas. El lugar estaba al sur y en las faldas del cerro de Santa Clara.
Sus habitantes eran muy pobres y estaban desnudos; vivían de raíces,
saltamontes, algunos mariscos y lagartos que los viajeros llamaron “iguanas”.
Una vez más el P. Salvatierra investigando en los alrededores encontró junto
con un soldado llamado Tomás García
un estanque con agua para beber muy abundante. Dos ancianos cargando
sal habían pasado por el sendero a Sonoita; el P. Kino ahora les regaló una
piel de cuero de res a cambio de información acerca de ojos de agua;
inmediatamente encontraron otros dos aguajes motivo por el cual denominaron
al sitio San José de Ramos, pues la mañana siguiente sería el Domingo de
Ramos previo a Mientras subían la cuesta al pie del cerro de Santa Clara
vieron, según el P. Salvatierra, “una tierra horrorosa, que más parecía ceniza que tierra, y
toda ella salpicada de unas peñas y pedruscos del todo prietos que todas
formaban algunas figuras... en tiempos antiguos saldría un horroroso volcán
del cerro de Santa Clara... no sé que haya lugar en que mejor se pueda
representar la figura del mundo en la quemazón general antes del juicio”. El cerro de
Santa Clara es el famoso “Pinacate”. Al dejar el cerro se detuvieron en Tupo,
un lugar con “sazonable pasto y un tanque de agua llovediza
en un arroyo seco de peñasquería y ceborucos donde bebió la caballada”. Kino y Manje subieron a un cerro cercano y divisaron al
poniente y suroeste a El día lunes 21 de marzo, comienzo de la primavera, los
expedicionarios decidieron dejar las cargas en El Tupo con dos soldados y los
arrieros para cuidar los animales. El resto siguió adelante para cruzar
extensas dunas de arena; algunos hombres con miedo de morir de sed en el
camino se escondieron y se quedaron rezagados. Partieron al amanecer; durante
casi todo el día se arrastraron por vastedades de arena sin pastos; las patas
de los caballos se hundían hasta la mitad en la arena. Después de |
Antes de regresar, Kino midió la latitud con el
astrolabio: “este brazo de mar de Kino juzgó que buscando una buena sierra podían ver el
remate del Golfo que no se pudo observar por la obstrucción de la montaña en
las cercanías del mar, así que el 31 de marzo Kino, Salvatierra, Manje y seis
Pimas de guía con seis cargas de provisiones, dieciocho mulas y tres
caballos, partieron de nuevo hacia el noroeste; el resto de la expedición fue
enviada a Sonoita. Kino escribe: “Caminando poco más
de trece leguas, y dejando muy atrás el cerro de Santa Clara, que ya se nos
quedaba al sur y tapado de otros cerros, los indios avisaron que teníamos
cerca el paraje, y aunque se iba ya a poner el sol, por ahorrar jornadas
antes de ir al paraje, aunque fatigados, nos determinamos subir un cerrito
bien encumbrado el cual está por el poniente. El cerro, bien agrio, se subió más a gatas que a pie, y con este
trabajo subimos también el dicho estandarte de Nuestra Señora de Loreto”.
Púsose el sol y se divisó desde el cerro, con toda claridad, toda la mar
abajo al sur y el puesto de la mar adonde habíamos bajado. Vimos que el medio
arco de sierras, cuyo remate nos tapaba la dicha faja de cerros de |
|
Ruta
seguida por Kino y Salvatierra desde Caborca en el reconocimiento del Golfo
de California. Caborca(1), Arivaipa(2), Quitovac(3), Sonoita(4),
Basoitutcan(5), Tupo(6), Ojitos(7), Cerro de Observación(8), Merced(9),
Bac(10), Tubutama(11), Magdalena(12), Dolores(13). Después de (8),
Salvatierra regresa por (4)-(3)-(2) a Caborca y después a Magdalena. La
trayectoria de Bac a Dolores es supuesta, considerando la posibilidad de que
Kino evitara acercarse a los Apaches pues andaban alzados. |
A su regreso a Sonoita encontraron muchas cartas; el 3 de
abril Salvatierra se despide de Kino y emprende el camino de regreso a casa
por Caborca con los diez soldados. El Padre Eusebio por su parte regresó por
la tierra de los Pápagos y Bac. Antes de separarse ambos sacerdotes juegan de
nuevo a las suertes sobre quien se quedaría con el estandarte; un papelito
decía “norte”, otro “sur”; al sacarse el premiado se leyó “norte”, así que
Kino continuó con el símbolo de Kino recibió muchas felicitaciones por la nueva
exploración; Salvatierra escribiría días después: “Mil
bendiciones tiene Vuestra Reverencia de todos los padres y seculares por la
caminata y descubrimiento desde el cerro a lo lejos del encerramiento de
Nueva California y Nueva España... Y mucho más se han alegrado en saber que a
Vuestra Reverencia le asisten fuerzas y deseos para registrar con el pie
cercano lo que la vista a lo lejos podía engañar”. El Padre Pícolo escribió: “Doy a Vuestra
Reverencia mil parabienes por el descubrimiento tan deseado; Nuestro Señor
nos conceda gracia de ver Después del alboroto, silenciosamente Kino dibujó un mapa
con los datos obtenidos en la travesía, obra que lo haría célebre. Lo llamó: “Paso
por Tierra a |
Aquel
último día de marzo de 1701 Salvatierra y Kino, al pie del cerrito de
“Pitaqui”, hicieron la promesa de realizar la prueba final de que California
no era isla. Salvatierra por la costa Este de Pero el
Padre Juan no pudo cumplir la promesa; las bestias de carga para la travesía
no eran suficientes y no podían traerse más desde la costa de Sonora debido a
que las embarcaciones habían dejado de operar por estar en malas condiciones.
Además los soldados prometidos por Jironza tampoco estuvieron a tiempo ya que
hubo cambios en Manje
tampoco pudo asistir a la expedición; estaba bastante ocupado arreglando
ciertos asuntos en Nácori y Bacadéguachi donde “unos hechiceros que, con
maléficas y diabólicas operaciones, mataban gente”. El 18 de octubre de
1701 Kino recibió una carta del P. Salvatierra avisándole de la cancelación
de su partida en el viaje prometido por la costa Este de |
La
expedición cruzó por Ootcam, Anamic, Santa Sabina y San Martín. Llega a
Sonoita donde reciben muy buenas noticias así como regalos de los Yumas y
Quíquimas consistentes en “siete curiosas bolas y
conchas azules de la contracosta de En este
nuevo recorrido hacia aguas abajo del Río viajaban 300 aborígenes entre Yumas
y Pimas de San Pedro y San Dionisio. Las cosechas habían sido muy pobres para
la comarca, así que, como lo explica Kino en su diario: “Iban en tanto número con la ocasión que habíendome ellos
dicho que los Quíquimas tenían abundancia de bastimento en maíz, frijol,
calabaza, etcétera, por hallarse este año con mucha cortedad de víveres, les
dije que yo entre los Quíquimas les regatearía y compraría y daría
bastimentos frijol, maíz, etcétera, como lo hice”. Al terminar el día
llegaron a una ranchería que bautizaron como Santa Isabel, muy próxima al
actual pueblo sonorense de San Luis: “Toda la gente, aunque se hallaba con alguna
pobreza, nos recibió con toda amistad y afabilidad; aún muy de noche enviamos
a avisar a los ya cercanos Quíquimas de nuestra ida a sus rancherías”.
Para el día 19 de noviembre la expedición y contingente adicional llega a la
primera ranchería Quíquima donde encontraron un cordial recibimiento y comida
en abundancia: “muchas comidas de maíz, de frijol
y de varios géneros de calabazas; fue tanta la fineza de estos naturales que
con dichas comidas nos vinieron a encontrar y a recibir más de dos leguas de camino”.
El sitio fue titulado como San Félix de Valois por ser el santo del día de
llegada. Fue en este momento de la llegada cuando súbitamente el único
soldado español que acompañaba a Kino huyó al parecer asustado con tanta
concentración de indígenas; recordar que se divulgaban historias entre la
civilización de que a estos aborígenes se les achacaban costumbres
canibalísticas y es muy probable que aquel hombre blanco se adelantara a los
“posibles ataques”. Kino se molestó y preocupó a la vez, pues pensó dicho
sujeto podía divulgar detalles incorrectos de aquellos encuentros, como antes
había ya lo había percibido en otras ocasiones. A petición de Kino, dos de
los mejores jinetes se dieron a la tarea de buscarlo con resultados
infructuosos. La expedición
descansó un día en San Félix; el padre Eusebio tuvo una agradable encuentro
con los nativos de esta parte baja del Río Colorado; escribe: “Se quedaron muy admirados de muchas de nuestras cosas que
nunca habían visto ni oído, admirándose mucho de los ornamentos para decir
misa y de su curioso género de tela de primavera, su artificioso tejido de
flores de diferentes y vistosos colores y nos solían rogar que lo dejáramos
puesto para que se pudieran holgar en verla los que continuadamente nos venían
a ver; les fue de mucho asombro el ver nuestras cabalgaduras pues jamás
habían visto caballos o mulas u oído de ellas”. Estos animales que
servían de vehículos dieron mucho de que hablar; Kino comenta: “Cuando los Yumas y Pimas que iban con nosotros les dijeron
que nuestras cabalgaduras corrían más que los mismos naturales no lo
creyeron; fue menester llegar a la experiencia, con lo cual ensilló un
caballo un vaquero de Nuestra Señora de los Dolores y salieron siete u ocho
de los más ligeros corredores quíquimas; aunque el dicho vaquero al
principio, de propósito los dejó ganar alguna delantera y se holgaban ya
mucho de ella, luego después, los dejó muy atrás y muy admirados y
espantados”. |
Más de 5 centenas de Quíquimas, Yumas y Pimas acompañaron a Kino río abajo hacia el suroeste siguiendo el curso del río y con intención de cruzarlo en algún lugar; los indígenas ayudaron mucho en quitar obstáculos para el libre tránsito de las bestias. Se encontraron con el cruce del río 5 leguas después; ambas orillas del río estaban llenas de aborígenes observando la escena del cruce. Los californios, puestos del lado occidental, cruzaron a nado la corriente trayendo consigo unas canastas “tan grandes que en cada una de ellas cabía una fanega y más de maíz o frijol... las hacían nadar sobre el agua del apacible río manso como remedo de pequeñas canoas”. Kino intentó cruzar El Colorado hasta la mañana siguiente cuando se construyó una balsa que al final de cuentas no resistió el peso de los caballos; el Padre Eusebio miró con lástima sus botas que se iban llenando de agua poco a poco; los Quíquimas entendieron el problema y le ofrecieron la canasta; Kino relata: “y porque no me mojara los pies, admití la corita grande (canasta) en que me querían pasar, y poniéndola y fijándola sobre la balsa, me senté en ella y pasé muy descansadamente y muy gustoso, sin el menor riesgo, llevando sólo mi rezo y unas chucherías y una frazada en que dormir, y después unas ramas de retama que envolví en mi paño de sol sirvieron de almohada”.
Muchos Quíquimas cruzaron a
nado impulsando la balsa hasta llegar a la otra orilla donde el Comité de
Recepción esperaba ansioso la llegada del Padre... del Mago Eusebio. “Hubo bailes y fiestas a su modo de ellos”,
dice Kino en sus registros. No tardó el Padre en mirar a su alrededor: “Todo el camino era lleno de pequeñas pero muy continuadas
rancherías, con muchísima gente muy afable, muy bien agestada y algo más
blanca que la demás de las Indias; todo este camino fue por mera campiña de
fertilísimas tierras, de hermosísimas milpas muy bien cultivadas, con muchos
maíces, frijolares y calabazales y con grandísimas tasajeras de tasajos de
calabaza, que este género le dura después todo el año”. A este
lugar Kino bautizó como “
La expedición llegó a la ranchería del Capitán Quíquima a donde
también se les unió una gran comitiva de la nación Cutgana: llevaban muchas
conchas azules de la contracosta de Después
de escribirle una carta al Padre Salvatierra sobre los nuevos
acontecimientos, la cual sería transportada por el Jefe Quíquima
personalmente “tan al sur como pudiera”,
Kino decide regresar a Dolores; no podía continuar más al sur, pues le
preocupaba aquel español que abandonó la expedición y ¿Quién sabe qué daños
podría causar?, además de que, en cierto modo, el objetivo se había cumplido:
“Ya, Gracias a Nuestro Señor, quedaba descubierto
este tan contradecido pero ya muy cierto paso por tierra a Después
de la triste despedida, la expedición inicia su viaje a Dolores por el Camino
del Diablo, pasando por San Dionisio (Yuma), San Pedro y Tinajas Altas; el
día 26 llegaron al Aguaje de El día
27 de noviembre los expedicionarios descansan en Sonoita donde encontraron al
Español perdido, quien manifestó que había huido por el miedo de ver tan
numeroso grupo de Quíquimas en aquellas tierras extrañas. Búsanic, Síboda y
Remedios fueron los últimos puntos visitados hasta llegar a Dolores el 8 de
diciembre, a poco más de un mes después de haber salido hacia una travesía histórica,
en un viaje que llevó al Gran Misionero al encuentro de una civilización que
desde tiempos inmemorables vivía al amparo del gran Río Colorado, esa
portentosa corriente que entregaba sus
aguas en el remate de un Golfo que dividía a la rica Sonora de la
triste California; el paso por tierra quedaba comprobado, aunque
lamentablemente el intrépido Eusebio nunca pudo llegar más lejos. |
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Expedición de Kino de Dolores a Yuma
en Noviembre de 1701. Dolores(1), Cocóspera(2), Guévavi(3), Cíbuta(4),
Búsanic(5), Sonoita(6), San Pedro(7), San Dionisio(8, actual Yuma, Arizona),
San Félix(9) y |