CAPÍTULO
XV
KINO PASA POR PITIC
El mismo
día en que el P. Eusebio llegó a Dolores inició también sus croquis
geográficos para presentar el resultado de las exploraciones; escribió al P.
Leal también para informar sobre el
viaje: “Acabo de llegar, gracias al Señor, con
bien de mi peregrinación o entrada por tierra firme a Kino
llegó a imaginar la búsqueda de un puerto en la costa de California que
permitiera el abastecimiento de los variados artículos que transportaba el
Galeón de Manila que llegaba a Acapulco; otra ventaja sería que “se podrán escapar muchas vidas de muchos de sus
navegantes que todos los años suelen venir enfermos del penoso mal de loanda
(Escorbuto), y se mueren, siendo así que con comidas frescas se curan
fácilmente y se libran de dicho mal, pues dicho ataque se origina de las
comidas secas y saladas y añejas de la larga navegación”. Así
pues, Kino se convirtió de nuevo en el centro de la atención y de las
felicitaciones. Hubo
alguien que muy especialmente se entusiasmó con las noticias: el Padre Manuel
González. Avecindado en Oposura, aquel sacerdote que fuera el mismo fraile
que llevara al Padre Eusebio por los caminos de La
expedición pasó por Búsanic, cruzaron |
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En este
lugar el P. Eusebio se encontró con una agradable sorpresa: “el enfermito párvulo Tirso González, que bauticé el año
pasado mes de noviembre, estaba muy sano, bueno y gordo; me lo trajo su madre
y otras muy muchas madres también me trajeron a sus párvulos y me los daban
rogándome que también se los bautizara, aunque los dilaté para mejor ocasión”.
También el P. González se volvió popular, regalando a los nativos “hasta sus propias camisas, jabones blancos, sábanas,
ricos paños de chocolate y los zapatos de su uso”. Continuaron río
abajo y el día 07 arribaron a las inmediaciones del Golfo. El P. Eusebio se
reconoció que el Río Colorado llega en la zona más nor-occidental de sus
rincones, junto con las otras dos corrientes: el Río Azul que viene del norte
y el Río Amarillo que del noroeste. El Río Azul es ahora El Pescadero por
cuyo lecho corre desde 1906 el Colorado; el Río Amarillo es ahora El
Paredones. El día 08 más de 300 indios cruzaron a nado el majestuoso Colorado
para ver al Padre Kino, llevándole muchos bastimentos y, por supuesto, sus
preciadas conchas azules. Pero no
siempre las alegrías vienen completas; de pronto el P. González empezó a
sentirse enfermo y eso preocupó bastante al P. Eusebio; se intentó de nuevo
construir unas balsas más seguras que la anterior ocasión para cruzar al otro
lado de la corriente pero se decidió cancelar la idea pues el P.
González se veía cada día peor. Kino
logró permanecer en el remate del Golfo para ver salir el sol por las tierras
de Sonora la mañana del 11 de marzo, un día memorable que le permitió
concluir de una buena vez su investigación geográfica. Al día siguiente se
tomó la decisión de regresar viajando directamente a casa a través de las
dunas del desierto, una opción aventurera de mucho peligro y con un enfermo
grave en la expedición... algo precipitado si se quiere. El
camino de regreso fue como se pensó: difícil y sufrido. La comitiva
avanzó “por
penosísimos médanos de arena y con un continuado, vehemente y molestísimo
aire”. Se dirigían hacia Pitaqui, en la falda norte del Cerro del
Pinacate; durante el primer día ni una gota de agua se encontraron y sólo
unos nativos fueron vistos “como perdidos
buscando agua”. Caminaron más de En
Sonoita pasaron tres días para esperar a que el Padre González se recuperara
pero fue inútil; tuvo que ser llevado sobre los hombros de los devotos
nativos. Unos correos se adelantaban a toda velocidad de ranchería en
ranchería para convocar a los hombres más robustos para que ayudaran en el
transporte y lo hicieron “con gran fineza y con
mucha caridad y amor, como si todos fueran cristianos viejos”. Los
rumores corrieron por toda la comarca; se decía que Kino, González y todos
los acompañantes se habían ahogado en el Río Grande y según una carta del
Padre Ignacio de Iturmendi, misionero de Tubutama, ya se habían celebrado
misas y sufragios en honor de los “desaparecidos”. En Santa Sabina el padre
González pidió que Kino le administrara los últimos sacramentos; llegó a
Tubutama y a los pocos días falleció. Kino escribe: “dispuso su Divina Majestad el llevarse a su gran siervo y
muy fervoroso operario en la viña del Señor, y muy celoso ministro de la
mayor gloria de Dios y del bien de las almas para sí y para el descanso
celestial que tan merecido se tenía, con tan heroicas prendas y obras y con
tan subidas letras y religiosas virtudes, como otras mejores plumas lo podrán
referir con una bien larga carta de edificación”. Hacía 15 años
que Kino había conocido al ilustre Padre González; durante 10 años sus restos
reposaron en la colina que domina al Río Altar, pero una década después
fueron llevados a Magdalena. |
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Expedición
de Kino y el P. González por el Río Colorado. Dolores(1), Cíbuta(2),
Búsanic(3), Tubutama(4), Caborca(5), Sonoita(6), San Pedro(7), San Pablo(8),
San Félix(9), San Rudencindo(10), San Casimiro(11), Punto de Regreso(12). |
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Aún con
todas las investigaciones, todavía había dudas de la hazaña de Kino, incluso
del propio Manje. Salvatierra escribió a Kino tiempo después de estas
expediciones: “Recibí la de vuestra Reverencia acompañada con el mapa del
descubrimiento del estrecho cerrado que tiene tanta contradicción, de lo cual
me ha pesado no poco. Pero todas las cosas de la gloria de Dios así han
empezado y así no hay que desmayar, sino procurar buenamente con los
superiores hacer otra caminata, por la cual se conozca ya con evidencia esta
verdad”. Desafiar la costumbre de considerar California como Isla estaba
resultando intolerable para muchos y aunque Kino habló de otra expedición,
finalmente dejó las cosas por la paz y se concretó a trabajar en las
misiones, de las que siempre se le acusó de tenerlas en el abandono
frecuentemente. Kino escribe: “Proseguí con más
aplicación y con todo conato en las fábricas de mis dos iglesias (Remedios y
Cocóspera), y dispuso Nuestro Señor que vinieran muchos naturales a verme de
tierras y naciones distantes”. Hay que considerar también el hecho
de que el venerable fraile ya andaba cerca de las 6 décadas de vida y sus
pies acusaban los primeros signos de cansancio; nada es para siempre. Después
de la aventura por el noroeste, tras haber pisado el remate del golfo de Cuando
el Padre Eusebio se marchó al norte en febrero de 1699, dejó A
finales de 1702 Kino reconoció que había que arreglar muchas cosas y puso
todo su empeño en estas dos comunidades que pertenecían a su Distrito de
Dolores. Un año después las obras concluyeron y el P. Eusebio se sintió
orgulloso de su obra: “por habérseme estorbado mi
ida a México, como a |
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El Padre
Eusebio actuaba con gran sentido común, como lo expresa en su escrito: “Después de haber encomendado las cosas a su Divina
Majestad y a nuestro gran patrón de las nuevas conversiones, el gloriosísimo
apóstol de las Indias San Francisco Xavier, adelante de Jesús y de María
Santísima y con sus favores celestiales, procuré tener en los tres pueblos de
mi administración bastantes bastimentos, maíz y trigo y reses y bastante ropa
o géneros de tiendas, que son paño, sayal, frazadas y otros vestuarios que son
las monedas y dinero que más sirve en estas nuevas tierras para los peones y
oficiales de carpintería, alguaciles y mandones, capitanes, topiles y
fiscales”. Los obreros y los supervisores indígenas tenían paga
justa y sin retraso. Kino abunda en detalles: “Estos
meses siguientes mandé cortar las maderas necesarias para la viguería de
pino, zapatería, tablazón, etcétera. Pasé a Fronteras y traje más de 700
pesos en ropa y herramientas y cazos grandes, y de otras partes conseguí más
de tres mil pesos que en breve, luego con facilidad, se fueron pagando con
los géneros y bastimentos y ganado de los tres pingües partidos (Dolores,
Remedios y Cocóspera)”. Kino
tenía gran poder de convocatoria para allegarse de empleados: “Convidé alguna gente de tierra adentro para las faenas de
esas fábricas y vino más y de más lejos de la que yo había pedido, y muy en
particular, meses enteros trabajaron y fabricaron con los tres pueblos de
aquí y de mi administración, los muchos hijos del grandioso pueblo incoado de
San Francisco Xavier del Bac de los sobaipuris, que dista sesenta leguas de
camino al norte”. Al llamado llegó el Capitán Coro con sus
hombres, otros vinieron del suroeste y del norte con familias enteras. Este
ejército de obreros elaboró miles de adobes para “hacer
altas y fuertes paredes de dos grandes y buenas iglesias con sus dos capaces
capillas que hacen crucero con buenos y vistosos arcos. Se trajeron de los
cercanos cerros y pinerías las maderas y se techaron las dos buenas fábricas
con sus cimborios y linternillas”. Aquello debió haber sido todo
un espectáculo; la supervisión era constante: “Procurando
yo casi todo el año ir las más semanas por los tres pueblos cuidando de lo
espiritual y temporal y de dichas fábricas de las dos nuevas referidas
iglesias”. El viaje de ida y vuelta era de más de Ni que
dudar que el P. Eusebio entendía de negocios para conseguir lo necesario para
trabajadores y obra: “Estos géneros se adquieren
en las muchas tiendas que hay de mercaderes en toda la provincia de Sonora”.
Aunque la consagración de las iglesias se planeó para el día de 3 de
diciembre, se pospuso para el mes de enero. Tras innumerables invitaciones
por los cuatro puntos cardinales, el día 15 y 16 de enero se celebró la
ansiada consagración; Kino escribe: “Acudieron a
las dos dedicaciones muchos naturales de tierra adentro así como del norte y
del poniente, y con especialidad del noroeste, viniendo muchos más de cien
leguas de camino como el capitán de los Yumas, con muchos de los suyos”. Habían viajado penosamente más de Los
naturales del noroeste le ofrecieron a Kino lo que más preciaba: las famosas
conchas azules: “Algunas dádivas de conchería del
remate de |
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Pero
Kino recibió un regalo mayor de Por supuesto
que Kino no se quedó de brazos cruzados. Inmediatamente mandó reparar la casa
del Padre en Tubutama, sembrar un gran campo de trigo, destrozar un terreno
para un huerto y plantarlo con varios árboles pequeños de Castilla: vides,
duraznos, granados, higos, perales, y todo tipo de frutas y legumbres. Kino
escribe: “Minutili tuvo mucho consuelo en ver la
gente tan afable, doméstica y dócil con sus justicias, sirvientes, ornamento
con que decir misa y otras alhajas de casa, ganado mayor y estuvimos trazando
una muy buena y capaz iglesia y casa; me ofrecí a hacer a mi costa la
iglesia”. El padre Gerónimo Minutili debió estar satisfecho de
contar con un apoyo tan honesto y desinteresado. California
seguía en la mente de Kino; continuaba enviando provisiones a Guaymas y
pensaba encontrarse con el P. Pícolo ahí. A pesar de las oposiciones,
recurrió a Tirso González, el Padre General en Roma escribiéndole una carta
el 24 de Enero de 1704: “Y se lo suplico a
Vuestra Paternidad Reverenda se me conceda la licencia de pasar por tierra a
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El camino que el P. Eusebio
diseñó tendría la trayectoria basada en el Río San Miguel, pasando por
Cucurpe,
Después de cuatro días de estancia, Kino regresó a Dolores por el camino que recién había trazado, esencialmente la misma ruta que 176 años después empezaría a recorrer el Ferrocarril Estadounidense Guaymas-Nogales. Pícolo le prometió ir a Dolores con vaqueros por más provisiones: “que este partido de Nuestra Señora de los Dolores da cien reses a la nueva población de San José de los Guaymas, y doscientas para California, que van juntas a la referida estancia de Guaymas, y puede ser que yo también vaya a dar otra mirada a esa gentilidad”. El ganado del padre Kino se encargó de pisar un camino que desde aquel entonces jamás se habría de borrar. |
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Ruta de Dolores a Guaymas ideada por el Padre Kino
en marzo de 1704. Dolores(1), Opodepe(2), El Pópulo(3), San Francisco de
Batuc(4), Pitic(5), Guaymas(6). |